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Menos escándalo y más comunicación
El Powerbook
Jeanette Winterson
Edhasa
284 páginas
Por Claudio Zeiger
Lo más simple y llano que se podría decir acerca de este libro de Jeanette Winterson es que se trata de una novela inspirada en Las mil y una noches pero ambientada en el espacio de la comunicación virtual. Las historias van y vienen por el correo electrónico conectando anónimamente a dos amantes. Los sexos e identidades están borroneados, como pixelados, aunque en varias de las historias las amantes generalmente son mujeres, nada extraño tratándose de Jeanette Winterson, escritora top británica que en los años ‘90 se destacó por mantener un affaire con su agente literaria, mujer del escritor Julian Barnes. Así como Alan Hollinghurst es el más encumbrado autor gay británico, Jeanette es la escritora lésbica mainstream consagrada en 1993 por la revista Granta. Para lectores de Escrito en el cuerpo (1994) no habrá mayores sorpresas en los registros de estilo y composición que presenta El Powerbook: prosa ambigua y llena de matices, diálogos flotantes, sujetos sin género, imágenes sutiles y, de vez en vez, una historia potente abriéndose paso entre el algodón de las palabras. Así sucede con la primera historia acerca de cómo llegaron los tulipanes a Holanda mediante unos bulbos que una chica turca disfrazada de varón se injertó a modo de genitales, y las aventuras que obviamente se derivan del sexo disimulado. Pero además de las historias “en sí”, está la historia general acerca de los amantes en el ciberespacio y lo que podría considerarse como una “zona de reflexión” acerca de la virtualidad y lo real. Bajo la idea de que el viejo y querido narrador omnisciente ahora se ha convertido en un narrador interactivo, Winterson aprovecha para bajar un poco de línea teórica: “Cuanto más escribo, más descubro que la línea divisoria entre lo real y lo inventado es tan delgada como el tabique de un hotel de poca monta. Puedo oír voces al otro lado, agua corriente, tintinear de botellas, una puerta que se abre y se cierra. Cuando me siento frente al ordenador, acepto que los mundos virtuales que encuentro allí son paralelos al mío. Hablo con personas cuya identidad no puedo comprobar. Desaparezco dentro de una red de coordenadas que decimos que van a cambiar el mundo. ¿Qué mundo? ¿Cuál?”
Es cierto que Winterson plantea más preguntas que respuestas, pero hay a lo largo del libro un tufillo a benevolente intención pedagógica, sobre todo una tendencia a decirle al lector cómo sí y cómo no debe enamorarse en este mundo tan interconectado y al mismo tiempo tan incomunicado.
Winterson es una escritora muy conocida y muy “personaje” en el Reino Unido. Ha protagonizado varios escándalos además del ya citado affaire y arrastra la fama de que en su temprana juventud se prostituyó (con mujeres) a cambio de comida y un lugar donde dormir. Pero lo cierto es que su público se ha ampliado mucho y empieza a notarse esa tendencia a sostener un diálogo más explícito con el lector. Lo que no ha perdido Jeanette es toda su gracia narrativa y su refinada estética. Es elegante, ingeniosa y narra bien. Su lenguaje, escrito en el cuerpo o en el espacio virtual, tiene un peso específico donde quizá resida el verdadero secreto de su personalidad, más allá de los escándalos.