Ediciones de poesía recomendadas
Por Patricio Lennard
Casi en silencio
Hugo Mujica
Pre-Textos
Valencia, 2004, 62 páginas
Poesía de trazos, de vivas pequeñeces, de efímeras iluminaciones: Casi en silencio, de Hugo Mujica, es un libro en que las palabras parecen buscar su propia evanescencia. Dividido en cuatro partes, este poemario tiene a la naturaleza como principal lugar de reflexión (el otoño, el mar, la lluvia y el crepúsculo son sus motivos centrales), y la sencillez de su registro e imaginario poético entraña, por momentos, una sutil monotonía. Personaje multifacético, Mujica experimentó la vorágine de los años ‘60 en Estados Unidos, estudió Bellas Artes, Antropología y Filosofía, e ingresó al monasterio trapense de Getsemaní, en donde vivió siete años de meditación y sosiego. Su último libro es un nuevo ejercicio de ascesis de lenguaje, una búsqueda de significancia allí donde se abre la posibilidad del silencio. En ese hiato entre decir y no decir, Mujica ve la imagen del relámpago como cifra de su poética: esa que inscribe el sentido en una lógica de aparición-desaparición que “alumbra su mismo apagarse”.
A favor del viento
Rodolfo Alonso
Ed. Argonauta
Buenos Aires, 2004, 136 páginas
Cincuenta años después de la aparición de su primer poemario, Salud o nada, Rodolfo Alonso reedita en este libro su producción poética de juventud escrita entre 1952 y 1956, acompañada de un prólogo de corte autobiográfico en que repasa su vida y su obra. Poeta, narrador, ensayista y traductor (tiene el mérito de haber traducido por primera vez al castellano a los cuatro heterónimos de Fernando Pessoa), Alonso compendia en A favor del viento sus seis primeros libros y arma –en el prefacio– una visión retrospectiva de su ingreso en la literatura (su paso por la revista Poesía Buenos Aires) y de su universo de lecturas iniciáticas (Neruda, Vallejo, Arlt y Macedonio Fernández). Con un repertorio en donde el amor es el tópico más recurrente, el autor demuestra en su poesía una prematura madurez que lo aleja de lugares comunes y de los gestos epigonales que suelen encontrarse en obras de adolescencia. Esta es una buena oportunidad para conocer los inicios de Rodolfo Alonso.
Arte y Fuga
María Negroni
Pre-Textos
Valencia, 2004, 74 páginas
En este bello libro de María Negroni, la palabra y lo indecible son las instancias en que la escritura, repetidamente, se vuelve sobre sí misma para contemplarse. La proximidad con esa tradición de la “poesía del poetizar” –que en la Argentina abonó como nadie Alejandra Pizarnik– se distiende, sin embargo, en ciertas inflexiones irónicas que se diseminan a lo largo de los textos. Negroni (que acaba de editar junto a Ana María Barrenechea el segundo tomo de los escritos de Susana Thénon, y publicó el año pasado El testigo lúcido, un libro de crítica sobre Pizarnik) vislumbra los ribetes órficos de la empresa poética, pero a la hora deintroducir sus reflexiones al respecto lo hace desde una distancia que evita los peligros de un tono solemne: “estoy haciendo tiempo/ a ver si puedo/ mirar/ como mira un cadáver”. ¿Qué es eso? es la pregunta que Arte y fuga jamás contesta, la puesta en escena insistente de lo innombrable, de lo que está del otro lado del espejo.