Domingo, 8 de enero de 2006 | Hoy
RESCATES: SARAH KANE, DRAMATURGA
Por Mariana Enriquez
Como en el caso de Sylvia Plath y su libro de poemas póstumo, Ariel, es imposible separar la obra de la dramaturga británica Sarah Kane de su biografía. Como Plath, se suicidó muy joven –a los 28 años en 1999– y dejó una pieza teatral que se estrenó después de su muerte, 4.48 Psicosis. Para muchos, es una nota suicida, más valiosa como testimonio que como obra artística. Lectura miope, pero casi inevitable; el suicidio de Kane fue, además, terrible: su compañera la encontró inconsciente después de una sobredosis de pastillas y la llevó al hospital; sobrevivió sólo dos días, porque cuando despertó se ahorcó con los cordones de sus zapatos. 4.48 Psicosis, una pieza compleja, sin personajes, con una estructura de collage textual y un lenguaje por momentos cercano a la poesía y por otros al diálogo naturalista, además de otros recursos como fragmentos de historias clínicas y números ubicados en forma determinada, crea la sensación de un monólogo. Y es una implacable descripción de la desesperación causada por la enfermedad mental. “Está bien, hagámoslo”, dice su pasaje más famoso. “Hagámoslo con las drogas, hagamos la lobotomía química, bajémosles la cortina a las funciones más elevadas de mi cerebro y a lo mejor voy a ser un poquito más capaz de vivir.”
Reducir a Sarah Kane al status de artista atormentada es sin duda subestimarla. Su obra marcó un punto de inflexión en la dramaturgia británica. Kane era parte de un grupo de jóvenes dramaturgos a quienes la prensa especializada llamó los Nuevos Brutalistas o Nihilistas, que usaban la sexualidad y la violencia de forma explícita. Pero no se trataba de causar controversia de forma frívola: esta generación compartía preocupaciones estéticas y políticas. Hijos del thatcherismo, intentaban expresar el desencanto de mediados de los noventa: la traición del laborismo de Blair, la mentira de la cool Britannia y la desilusión ante el desmantelamiento del Estado por la detestada derecha.
La primera pieza teatral de Sarah Kane fue Blasted, donde un periodista moribundo tiene sexo con una menor de edad deficiente mental; la violencia de la relación personal se convierte de pronto en un espectáculo sangriento cuando la habitación que comparten se transforma en un campo de batalla. Los críticos la destrozaron, llamándola “enferma” y “desagradable espectáculo de mugre”. Kane tenía veintitrés años, y el único que salió en su defensa –y que hizo callar a los lobos– fue Harold Pinter: “La pieza de Kane es demasiado compleja y profunda para que los críticos la entiendan”, dijo el ahora premio Nobel. Con ese espaldarazo siguió adelante, y hacia el fin de su vida consiguió un prestigio notable: es una verdadera estrella en Alemania, por ejemplo, y en 2001 el London’s Royal Court Theatre le dedicó una temporada entera a sus cinco piezas.
Inesperadamente, dos de ellas acaban de ser traducidas al castellano y editadas en Argentina por un sello editorial local, Ediciones Artes del Sur. Se trata de la ya clásica 4.48 Psicosis (los números remiten al horario en que estadísticamente se cometen la mayoría de los suicidios) y Crave, otra pieza feroz y excelente, compañera natural de la anterior, basada en los temas del amor y la pérdida. Quienes hablan, sólo nombrados como A, B, C y M, no son exactamente personajes, y la pieza fluye como una serie de alocuciones desconectadas; pero hay cierta línea narrativa apoyada, como suele suceder con Kane, en la incertidumbre ética.
“No creo que mis obras sean deprimentes o desesperanzadas”, decía Kane. “Crear algo hermoso a partir de la desesperación o sobre la desesperación es para mí lo más esperanzador, afirmativo y vital que una persona puede hacer.” Tenía razón. Crave y 4.48 Psicosis son piezas desafiantes y conmovedoras, pero también investigaciones sobre la forma y textos consistentes. Mel Kenyon, su manager, decía: “Sarah quería hacer explotar los viejos formatos. La gente mirará su trabajo y admirará su coraje, laclaridad de sus imágenes, y probablemente los estimulará a ser más valientes en su arte”.
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