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Domingo, 9 de julio de 2006

EL EXTRANJERO

La pelea del año

David Lodge escribió The year of Henry James, un poco para explicarse a sí mismo el clima de época que llevó a semejante proliferación de novelas sobre James, incluida la suya.

 Por Sergio Di Nucci

“El, siempre él”, era el famoso lamento de la ville, la burguesía ilustrada francesa, ante la omnipresencia de Napoleón emperador, que además de todo, también escribía. Al observar la actualidad del mundo editorial en lengua inglesa, acaso no resulte tan desproporcionado replicar el lamento, aunque en este caso la inevitabilidad debe aplicarse a un escritor y punto: el norteamericano Henry James (1843-1916), que se hizo ciudadano británico en 1916. Los elusivos significados de su obra sólo comenzaron a volverse transparentes en un proceso larguísimo y ya casi centenario, y esto mismo alienta a la ficción ya entrado el siglo XXI. El irlandés Colm Tóibín había publicado con Crónica de la noche (1996) una novela sobre la secreta vida de Richard Garay, un angloargentino que vive con su madre. En The Master (2004), Tóibín narra las múltiples vidas de James, desde su infancia hasta los momentos en que decide dejar Estados Unidos por Inglaterra, desmintiendo la biografía freudiana en cinco tomos que había compuesto Leon Edel. Luego fue el turno de David Lodge, esta vez un gran escritor inglés y católico, que en Author! Author! (2004) imaginó la relación de James con su amigo George Du Maurier. Más o menos al mismo tiempo, se publicaban en Inglaterra dos novelas más donde la presencia de James resulta diversamente central: La línea de la belleza (2004), de Alan Hollinghurst (que ganó el codiciado premio Booker contra la de Tóibín), y Felony (2003), de Emma Tennant, que para escribirla se inspiró en la nouvelle jamesiana Papeles de Aspern (1888).

La lista no termina, o sí, porque también otro escritor, Michiel Heyns, escribió una novela sobre Henry James. El problema es que no pudo publicarla porque no encontró editores: la proliferación de relatos sobre el autor de Otra vuelta de tuerca, teorizaban ellos, había saturado el mercado. En el mundo empresarial, se habla a menudo sobre el “first mover advantage”, algo así como la ventaja de la primera jugada. Si llegás al mercado antes que tu rival, te beneficiás por la novedad de lo que ofrecés. Al mismo tiempo, la relación que tu producto establece con los consumidores deja en irremediable inferioridad de condiciones al producto rival. Esta es, al menos, la explicación que ofrece David Lodge acerca de por qué su novela sobre Henry James no fue tan exitosa como la de Colm Tóibín. Y para hacer escuchar todo lo que tiene que decir al respecto, acaba de publicar, en la editorial londinense Harvill Secker, un libro que se llama, justamente, The Year of Henry James.

¿Por qué la omnipresencia de Henry James en suelo inglés? Lodge tiene una respuesta: “la biografía novelada acerca de un escritor adquirió recientemente nuevo status y preeminencia como un subgénero en la ficción literaria, y era sólo cuestión de tiempo que este tipo de atención se volviera sobre Henry James”. En The Year of Henry James, Lodge traza con ánimo abierto sus momentos de desconcierto al publicar Author! Author!. Para evitar el desaliento, leyó las novelas de sus colegas sólo una vez que terminó la suya, y esa postergación se convirtió en una batalla cotidiana contra sí mismo. Esa batalla fue lo que lo llevó a reflexionar acerca de las virtudes de la paranoia en la escritura, sobre el mercado editorial, el poder de las reseñas y, por supuesto, el de los premios literarios. Son amargas muchas de las reflexiones de Lodge. Que por suerte conforman sólo la tercera parte de un libro lamentablemente imprescindible. Al menos para la literatura inglesa actual.

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