libros

Domingo, 12 de noviembre de 2006

BUTTI

Misterios sin resolver

Una colección de cuentos que coquetean con lo fantástico y lo policial, con pasión por el detalle y los personajes.

 Por Luciano Piazza


La daga latente
Enrique M. Butti
Colihue
110 págs

El santafesino Enrique M. Butti obtuvo con La daga latente el Primer Premio en el Género Cuento por el Fondo Nacional de las Artes, 2006. El libro consta de nueve cuentos que hacen eco del género fantástico y del policial, pero el contacto es más bien un coqueteo. El placer en saltar de relato en relato en el libro de Butti está en dejarse llevar por lo que sus detalles cuentan. El relato está difuso y los distintos enfoques permiten armar múltiples figuras. El sentido siempre queda latente a concretarse por la empatía y la voluntad que el lector desarrolla junto a los protagonistas.

La pregunta por la novedad de la forma de estos relatos es pertinente. ¿Cuál es el encuentro con el misterio que no ha sido utilizado por el relato argentino? ¿Qué nueva gran sorpresa esconde lo cotidiano para transformarlo en siniestro? ¿Cuál es la máquina que desafía las leyes del tiempo y del espacio en el galpón de cualquier fondo de casa argentina? La mejor solución fue no preocuparse por evitar reiterar fórmulas ni formatos: el tono de Butti se impregna en el narrador de cada cuento, y es lo más logrado para evitar la necesidad de justificarse.

El cuento de Butti es breve, construido por un narrador a quien si bien no le interesa mucho el lugar hacia donde dirige el relato, sabe muy bien a qué cosas hay que prestarle atención. El texto tiene muchos atajos para desarrollar el efecto buscado en una forma tan sintética. Con muy pocos elementos construye un efectivo juego en el que los personajes quedan activos de un entramado cuya profundidad varía con las lecturas. Así rápidamente entendemos la dinámica entre los personajes, sin necesidad de una presentación formal. La necesidad de seguir a los protagonistas hace de la lectura de estos cuentos un hecho original, y no un placer por releer el género.

Lo prodigioso surge desde lo más cotidiano, y allí está entramado desde un humor que, con modestia, a veces practica la ironía. La imaginación no necesita lo científico o la comunión pública para aceptar la aparición de lo sobrenatural. Lo fantástico queda reservado a una anécdota personal, a la memoria de un niño o al caso más público en los archivos policiales de un pequeño pueblo.

En “Latente” el protagonista se queda esperando la muerte y el narrador en lugar de esforzarse por develar un misterio que movilizaría a la humanidad, espera con paciencia de criminal el mínimo contacto con la mujer de su amigo. Los extraños sucesos de “La Luna transparente” quedan encapsulados en la memoria de un niño. En “Exorcismo”, la acusación y el misterio quedan salvaguardados por un periodista que descubre en el destinatario un espejo criminal. Y el ciego en “La daga y su eco” nos permite recordar tantos usos de las luces y las sombras, sólo como quien habita la oscuridad puede realizarlo.

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