Domingo, 12 de noviembre de 2006 | Hoy
NOTICIAS DEL MUNDO
Hace algunos días Salman Rushdie respondió un par de críticas ácidas que le había hecho el escritor norteamericano John Updike en una reseña en New Yorker del año pasado, con motivo de la publicación de su novela Shalimar el payaso. El comentario arrancaba con una pregunta retórica: “Por qué, por qué llamó Rushdie a uno de sus protagonistas Maximilian Ophuls?”. Luego, Updike prometía dejarles a sus lectores el “exasperante ejercicio” de encontrar semejanzas entre el personaje literario y el director y actor alemán del mismo nombre que se hizo famoso durante las décadas del ’40 y ’50. La respuesta finalmente llegó y Rushdie salió al cruce diciendo que “un nombre es sólo un nombre. Por qué, por qué. ¿Por qué no?”. Y la cosa se puso más violenta ya que Rushdie siguió con el juego al declarar que “es probable también que, en algún lugar de Las Vegas, exista un taxiboy llamado John Updike”. “Lo peor de todo es que cuando me hizo la crítica no mencionó que quería barrerme para promocionar la nueva novela que sacó sobre terrorismo. No estoy de acuerdo con la admiración que existe en Inglaterra por Updike. Si uno se olvida de Rabbit is rich y Rabbit at rest, y de algunos de los cuentos, queda un montón de ligera... basura. La nueva novela es por cierto horrible. Updike podría encerrarse en su barrio y escribir sobre intercambios de pareja porque eso lo puede hacer muy bien”.
Es palabra de Rushdie.
Cuando todavía están latentes las repercursiones de la confesión de Günter Grass, ahora el que se vio envuelto en una polémica en relación con el nazismo es el filósofo alemán Jürgen Habermas. Puede tratarse de una denuncia ambigua o de una sutil venganza, pero lo cierto es que a partir de un pedido de Habermas, un tribunal de Hamburgo prohibió las ventas de la autobiografía de Joachim Fest, uno de los mayores expertos del período nazi en Alemania y autor también de una célebre biografía sobre Hitler, que murió el pasado 11 de septiembre. En Yo no, la autobiografía en cuestión, Fest cuenta que Habermas cuando tenía 14 años mandó una carta a un amigo suyo, Hans-Ulrich Wehler, con el membrete de las Juventudes Hitlerianas, donde ensalzaba el curso de la guerra, admirando los avances de las tropas del dictador. Según Fest, Wehler —en los años ’70— le había mostrado la carta a Habermas y, para su sorpresa, el pensador se la comió. Los conflictos entre Fest y Habermas empezaron cuando en la década del ’60 el primero atacó a los intelectuales de izquierda (incluyéndolo a Habermas) que veían en las causas económicas uno de los principales motivos del ascenso de Hitler.
Por su parte, el tribunal exigió la retirada de esos párrafos a la editorial Rowohlt para reanudar su venta, bajo la amenaza de una multa de 25.000 euros. La corrección ya fue hecha y a partir del próximo lunes el libro volverá a estar en la calle, aunque la editorial prometió protestar la medida.
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