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Domingo, 2 de septiembre de 2007

DEBATES

Un paso adelante, dos atrás

Al calor de los tumultuosos primeros años del nuevo milenio, Umberto Eco escribió acerca de las alarmantes señales del fin del progreso. Y, para hacerlo, eligió la metáfora del nunca bien ponderado cangrejo.

 Por Juan Pablo Bertazza

A paso de cangrejo
Umberto Eco
Debate
389 páginas

Hay una frase de Einstein tan famosa como su cara. Cuando le preguntaron cómo se imaginaba la tercera guerra mundial, respondió que no tenía idea, aunque estaba convencido de que la cuarta se haría con “piedras y palos”. Si bien estaría muy a tono, la frase no aparece en el último libro de Umberto Eco, un volumen que reúne algunos de sus artículos en importantes publicaciones italianas como L’Espresso y La Repubblica, redactados en el movidito período que fue de 2000 a 2006. Y si bien no cita a Einstein, toma un archiconocido refrán, ya usado por Günter Grass, para titular y definir la intención de la obra de un solo saque: las reflexiones agrupadas en A paso de cangrejo, entonces, tratarán de revelar (confirmar, a esta altura) que lo que esperábamos que llegara en nombre del progreso, no hizo más que llevarnos atrás. Varios pasos atrás.

La cuestión es que Eco no lo demuestra con formales ensayos escritos con premeditación sino con notas fechadas, entretenidas y vulnerables a la desactualización que fueron acompañando cada acontecimiento, con definiciones apresuradas y análisis arriesgados frutos de la inmediatez, de la palabra en caliente. Como si con ese gesto él mismo se incluyera en la sospechosa evolución que el libro viene a cuestionar. Pero, ¿dónde está, entonces, la marcha atrás que Eco denuncia de una manera poco rigurosa, pero eficiente? En primer lugar repasa los rasgos de la neoguerra que inauguró Estados Unidos luego del atentado a las Torres Gemelas. Que si bien trae como novedad en el frente el hecho de que no se sabe a ciencia cierta dónde está el enemigo, también recupera la sangre derramada que se había paralizado con la Guerra Fría. De la misma forma, ve en los nuevos encontronazos entre Islam y Cristianismo una remake de las viejas Cruzadas. Y así hasta aclarar las diferencias entre ciencia y tecnología para matizar los logros de Internet, celular y mensajes de texto, cuya recepción, según él, tiene mucho en común con las antiguas sociedades que explicaban todo en términos mágicos. Pero Eco también le da un lugar a la problemática convivencia multicultural en Europa, lo que él llamó el “populismo mediático” de Berlusconi, la religión, el racismo y las nuevas facetas que va tomando ese “mal menor”, que es la democracia.

Al que no le guste Eco puede regodearse con infinidad de contradicciones que van saltando en este libro. Y sin embargo, hay algo más fuerte en esta obra: pese a sus constantes chicanas contra el progreso, Eco se salva de caer en la de los eunucos que repiten su cháchara en contra de los avances y sólo repiten que todo tiempo pasado fue mejor.

A la luz de sus palabras, Eco demuestra haberse corrido de su atravesada Edad Media para atravesar estos tiempos que corren: se nota en su relación amor-odio con Internet, su lectura elogiosa de Harry Potter y una original defensa de Dan Brown (“Si escribo una biografía de Napoleón –explicando hechos reales–, no puedo denunciar por plagio al que escribe otra biografía de Napoleón”). Todo, o casi todo, con un humor corrosivo que no supo o no quiso llevar a sus novelas. Se nota, al fin y al cabo, que este analista de la cultura de masas y Sátrapa del Colegio de Patafísica escupe hacia el cielo de una época que conoce muy bien. Y ya sea en la denuncia, el humor o el amor, lo que une estos artículos es que permiten adentrarse en el funcionamiento de la mente de Eco. Y, según él, es justamente en la pérdida del pensamiento y del debate donde parece radicar el verdadero retroceso de los últimos años.

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