Domingo, 22 de junio de 2008 | Hoy
ECO
Sin eludir lugares comunes ni simplismos, el libro de Umberto Eco encuentra unas pocas iluminaciones sobre el difícil arte de decir casi lo mismo.
Por Hugo Salas
Decir casi lo mismo
Experiencias de traducción
Umberto Eco
Lumen
537 páginas
Habida cuenta de la animosidad con que se reciben las novedades del señor Eco, se abriga siempre la esperanza de hallar motivos para su defensa. Lamentablemente, Decir lo mismo no brinda semejante oportunidad. Presentado como un ensayo sobre experiencias de traducción (como traductor, editor y escritor traducido), ya desde las primeras páginas el semiótico se escuda respecto de la falta de sistematicidad de sus reflexiones. Sin embargo, una cosa es la saludable falta de sistematicidad pero plena intuición propia del ensayo, y otra muy distinta la acumulación de observaciones del sentido común.
Trivial para traductores, insustancial para especialistas, el libro parece destinado a un lector que se contente con ideas generales y un erudito cotillón de citas en lenguas diversas. En efecto, una y otra vez argumentos por demás endebles son pertrechados por ejemplos que –más allá de lo interesante del caso– no alcanzan a dar evidencia de aquello para lo que se los convoca. A fin de cuentas, el libro no va más allá de sostener que cuando hablamos de traducir se trata de una “negociación” entre lo que puede y no traspasarse de una lengua a otra, por no hablar de su criterio de “traducción correcta”, ser fiel a las intenciones o al “querer decir” –eterna piedra de la semiótica– del texto/autor. Tan tenues iluminaciones recién llegan al cabo de una fatigosa travesía, posta última donde se descubre que en realidad el señor Eco no tiene ninguna idea sobre la traducción sino que pretende echarle mano para llevar agua a su propio molino.
Desde principios del siglo XX, la mayoría de los estudios sobre la lengua tiende a aceptar que su objeto es responsable de la segmentación del “mundo”; vale decir, que un hispanohablante distingue la tierra de la piedra como cosas distintas porque tiene distintas palabras para referirse a ellas (más que por el hecho de que “tierra” y “piedra” existan como tales fuera o antes del lenguaje). Al parecer, igual que otros dentro del mercado intelectual, Eco ha descubierto el filón de ir contra la corriente; su idea, básicamente, es que si en los distintos lenguajes hay “equivalencias”, ello se debe a que en el mundo hay “modos de ser de las cosas” más allá del lenguaje.
“A pesar de la diversidad de las lenguas, en todas las culturas llueve o hace sol, se duerme, se come, se nace, y en todas las culturas caerse al suelo se opone a saltar en el aire.” La aseveración –tan simplista que horroriza al sentido común– se opone paradójicamente a todos y cada uno de los ejemplos que el buen profesor ha desplegado a lo largo del texto. En efecto, “como” no es lo mismo que “I eat” ni “je mange”, “Ich esse” o “edo”, pero no sólo en el sentido de que no refieran a “la misma cosa” (siempre y cuando nos pongamos de acuerdo respecto de qué misma cosa es esa que se llama tan distinto) sino en el punto en que la sonoridad y la posición que estas formaciones ocupan dentro del sistema traen consigo un plus que no puede eliminarse tan fácilmente del lugar del sentido, incalculable lección de la poesía (no por nada, el discurso que más problemas plantea a la traducción).
Es cierto que, como bien señala Eco, más allá de las pérdidas y diferencias “se traduce”. No obstante, semejante observación no es muy distinta de otras del estilo “mal o bien, se gobierna” o “mal o bien, se educa”. Tomar por natural la evidencia empírica equivale a olvidar el punto en que la acción humana construye lo que nos rodea. Que se traduzca, a fin de cuentas, responde más a necesidades del mercado que de la literatura, y en el caso específico de las ciencias (y otros saberes), a motivos estrictamente pedagógicos. Desde luego, esto no implica que la traducción no abra múltiples interrogantes acerca del sentido de los textos, el funcionamiento del lenguaje y la lectura como interpretación, pero no será en Decir casi lo mismo donde se las responda.
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