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Domingo, 6 de octubre de 2002

DIARIO DE UN ESCRITOR

“Berlín, devuélveme a mi padre”

Eduardo Berti participó como invitado del más importante Festival de Literatura de Europa y escribió para Radarlibros un diario sobre su experiencia en la capital alemana.

Por Eduardo Berti

10 DE SEPTIEMBRE La eficiencia alemana no es más lo que era. Algo leí acerca de esto en un diario, no hace mucho. Ahora me toca comprobarlo en carne propia: la persona que debía buscarme en la estación Berlin Zoo brilla por su ausencia. Quince minutos de espera y un taxi al hotel. Como compensación me dan, con la llave del cuarto, una nota de bienvenida y un programa con las actividades: segunda edición del Festival de Literatura de Berlín, unos cien escritores de todo el mundo: desde Alessandro Baricco, Michel Deguy o Tahar Ben Jelloun hasta Jorge Volpi, Paul Nizon, Stefano Benni o Lars Gustafsson, pasando por muchos jóvenes inéditos en alemán.
Al bosnio Dzevad Karahasan le ha tocado leer el discurso de apertura, en el que contesta la tesis de Huntington sobre el “choque de civilizaciones”: “Si algo nos puede salvar de la infiltración de la aritmética en este mundo de las formas reales, es la literatura. La literatura verdaderamente buena. La literatura que desde tiempos inmemoriales sabe que, como dijo Silesius, la rosa no tiene porqué, florece porque florece”.

11 DE SEPTIEMBRE Lyn Manuel es la nueva Evita. Eso proclaman los carteles callejeros. Es mi primera vez en esta ciudad. Me gusta mucho, a excepción del área nueva de Postdamer Platz, una fría jungla de arquitectura de vidrio sobre lo que antes era una no man’s land vecina al muro. Acaso porque Alemania está en vísperas de elecciones, la televisión parece haberse volcado a la calle. En una misma tarde, tres encuestadores se me acercan. “I’m sorry, I don’t speak german”, es mi caballito de batalla. Llego por fin al Berliner Ensemble, el legendario teatro de Bertolt Brecht donde se hará la mayoría de las lecturas. Me recibe una chica rubia de unos veinte años. Como la veo gentil, pregunto mapa en mano si me puede explicar por dónde corría exactamente el muro. Tengo la tarde libre y quiero pasear. “Me da vergüenza, pero no lo sé”, titubea. “No lo sé.”
Por la noche, lectura de Antonio Skármeta. Habla del 11 de septiembre chileno, luego de que por la mañana Eliot Weinberger, Daniel Cohn-Bendit y Bernard Henry-Lévy debatieran sobre el de Nueva York.

12 DE SEPTIEMBRE Es el día de mis lecturas: de tarde leo en castellano, de noche escucho cómo una actriz lee lo mío en traducción al alemán. La primera lectura la comparto con la poeta mexicana Tedi López Mills, que ha venido con su esposo, el escritor Alvaro Uribe. No tardan en contarme las acaso infaltables anécdotas sobre Juan Rulfo. Liliana Heker, que debía leer conmigo, ha llegado con retraso y de momento sin valijas. Así y todo, lee por la noche su ya clásico cuento “La fiesta ajena”. Alguien la interroga acerca de la crisis económica. “La crisis no es sólo económica”, precisa.

13 DE SEPTIEMBRE Debate sobre “Literatura y crisis en la Argentina” en el Instituto Iberoamericano, a orillas del río Spree. Alberto Manguel dice que “la Argentina no existe”. Liliana Heker salta, casi escandalizada, aunque yo creo entender que el problema es semántico, que Manguel se refiere no a los argentinos sino a las instituciones. Terminado el debate, un periodista alemán nos comenta, entre absorto y admirado, “con qué pasión discuten ustedes”.

14 DE SEPTIEMBRE Paseo por la ciudad. En la Wilhemstrasse se ha erigido un memorial (“Topografía del horror”) en homenaje a las víctimas del nazismo. Queda sobre los escombros de los antiguos cuarteles centrales de Hitler y a espaldas de uno de los últimos vestigios del muro: toda la historia delsiglo concentrada en pocos metros. De allí, tras una vuelta por el barrio de Kreutzer, vamos al flamante Museo Judío con Liliana Heker. Pese al guía que habla y habla y habla, se hace difícil dominar la emoción. En una carta escrita clandestinamente desde un campo de exterminio, la frase que sigue a “mañana nos trasladan” yace bajo una gruesa tachadura negra. Uno ha visto fotos de eso, pero aquí se trata del objeto real. Más lejos, una plancha enorme de tela, mitad enrollada, mitad desplegada, y como recién salida de una máquina textil. El estampado, sobre fondo amarillo, no presenta otra cosa que cientos de estrellas con la leyenda “Judío”.

15 DE SEPTIEMBRE Cada escritor invitado tiene un padrino. En alemán le dicen, un poco exageradamente, “ángel guardián”. El mío se llama Norbert Kron. Tiene 37 años. Acaba de editar Autopilot, su primera novela. Me lleva a recorrer los barrios de la antigua zona del Este: la arquitectura stalinista de la Karl Marx Allée que desemboca en unos monoblocks sin gracia, igualitos a los nuestros. Me enseña las viejas casas, todavía sin reformar. “Hace diez años había un montón, ahora quedan unas pocas.” Me enseña un Trabant gris, estacionado. “Hacía diez años había un montón, ahora quedan unos pocos.”

16 DE SEPTIEMBRE España es el país homenajeado este año. Eduardo Mendoza, Julio Llamazares, Manuel Rivas, Jesús Ferrero y Almudena Grandes encabezan la delegación, que incluye al poeta Tomás Segovia. “¿Argentino?”, pregunta Llamazares y se pone a hablar, con orgullo, de su amigo Miguel Angel Solá.

17 DE SEPTIEMBRE “El festival estuvo a punto de no hacerse”, me comenta Frank Berberich, director de Lettre International Alemania. Si algo lo salvó fue el empuje de su director Uli Schrieber, que viene de la arquitectura. Thomas, un uruguayo residente aquí desde hace ya tres décadas (dueño de la librería hispana de la ciudad), lamenta que “el presupuesto para todo lo vinculado con la cultura sea cada vez menor”.

18 DE SEPTIEMBRE La historia del escritor judío Yoel Hoffmann: nacido en Hungría en 1938, escapó a tiempo de los nazis, se radicó en Israel y publicó hace cuatro años una novela (Bernhardt) acerca de un judío alemán en plena Segunda Guerra. Invitado al Festival, por vez primera en Alemania, escribió para la ocasión un lacónico poema: “Oh Berlín/ devuélveme a mi padre”.

19 DE SEPTIEMBRE Al margen de lo que ocurre en el Ensemble, hay muchas actividades por doquier. Charlas en el British Council, lecturas en cárceles, lecturas en colegios a cargo de autores de literatura infantil (Ana María Machado, Michael Morpurgo) y hasta un festival de cine especialmente concebido, en el que se pueden ver largometrajes inspirados en alguna obra de un autor invitado.

20 DE SEPTIEMBRE Falta un día para que cierre el Festival y Uli Schrieber ya calcula una presencia total de 50 mil personas. Sin contar, dice, las 300 mil que vieron por televisión el debate sobre el S-11 entre Cohn– Bendit y Meddeb. Pese a algunas deserciones de último momento (Bryce Echenique, Nélida Piñón), su balance es positivo.
Debo irme, ya. En el viaje de regreso hojeo la antología del Festival, en la que cada escritor participante escogió tres poemas de su gusto. Caigo en el “Happiness” de Malcolm Lowry, elegido por Paul Nizon: “My God, why have you given this to us?”.

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