Domingo, 2 de noviembre de 2008 | Hoy
En medio del auge de la novela negra europea, Petros Márkaris creó un detective duro pero que tiene familia y problemas de clase media.
Por Martín Pérez
El accionista mayoritario
Petros Márkaris
Tusquets
366 páginas
Cada vez que el comisario Kostar Jaritos regresa a su casa, va hacia su biblioteca, toma uno de sus diccionarios y se tira a leerlo en la cama matrimonial. Si quiere mantener la paz en su hogar, se preocupa de sacarse los zapatos antes de dirigirse a la cama. Pero si está enojado con su mujer, la mejor forma de hacérselo saber es tirarse a leer con los zapatos puestos. Terco, intuitivo y cínico, el comisario Jaritos es un clásico personaje de la serie negra: enfrentado con su jefe directo y decidido a no darse por vencido a la hora de resolver un crimen, aun cuando la experiencia le diga que lo mejor es seguir los procedimientos, sacarse los casos de encima con la solución más obvia y no meterse en líos con el poder. Pero en lo que respecta a su vida privada, Jaritos se despega de la serie negra. Nada de romances, alcohol y soledad para nuestro detective griego, sino una familia hecha y derecha. O sea: con una permanente batalla conyugal con su peleadora mujer Adrianí, fanática de la televisión y de gastar dinero, y un babear permanente cada vez que llama su hija Katerina desde Salónica, donde Kostar ha peleado por permitirle irse a estudiar.
Cuando le preguntan por la génesis de su comisario Jaritos, Petros Márkaris ha confesado que, justamente, lo que más le interesó a la hora de crear al personaje fue esa vida familiar pequeñoburguesa. Como todo buen ex militante de izquierda, Márkaris nunca le tuvo mucho afecto a la policía, que siempre tildó de fascista. Pero cuando se le apareció la idea de la subtrama familiar, Márkaris se dio cuenta de que un policía también podía ser como cualquier otro griego: un tipo con un jefe al que odia, una familia a la que sustentar y el sueño de que sus hijos vayan a la universidad. Desde que cedió a esa visión hasta ahora, Márkaris ha publicado cuatro novelas de Jaritos, y un libro de cuentos: la primera fue Noticias de la noche, editada originalmente en 1995, y la última titulada El accionista mayoritario, que apareció en griego unos dos años atrás. Son justamente estas dos novelas las que acaban de llegar a las librerías locales, publicadas por Tusquets, que –seguramente azuzada por el éxito de la serie del detective Wallander, ambientada en una Suecia tan poco tradicional a la hora de los policiales como la Atenas de Jaritos– se hizo con la serie de Márkaris, que anteriormente era editada en castellano por Ediciones B, aunque esos libros casi ni asomaron por acá.
Nacido en Estambul en 1937, de padre armenio y madre griega, y afincado en Grecia luego de estudiar economía –y especializarse en Brecht– en Viena y Stuttgart, Márkaris siempre destaca que durante su vida conoció dos dictaduras: la turca y la griega. Por eso, en medio de este reciente boom europeo de la novela de detectives, le gusta distinguir entre los del norte y los del sur, los mediterráneos. “Mientras el norte cuestiona la decadencia de un sistema desde una perspectiva ética, el sur se plantea el problema de la transición, de cómo convertir una dictadura en una democracia”, ha explicado Márkaris.
Conocido en Grecia por sus guiones para el director Theo Angelopoulos, Márkaris se considera brechtiano a la hora de sus policiales, y por eso prefiere mirar de lejos a su comisario, dejar de lado blancos y negros y trabajar con los grises, dándole un pasado en la dictadura griega. Pese a pensar como un policía, sin embargo, Jaritos tiene un secreto amigo ex comunista, cuya participación es fundamental en la trama tanto de Noticias... como en El accionista... El otro protagonista común son los periodistas, los grandes malvados de las novelas de Márkaris, y cuyos retratos por lo general resultan demasiado unidimensionales, en particular en esta última entrega, donde sus devaneos sobre el lugar de la publicidad en la televisión terminan dominando demasiado la trama y son un lastre a veces demasiado torpe. Mientras que la primera es una novela mucho más dinámica, donde se presentan todos los queribles personajes principales y secundarios de la saga, incluyendo una Atenas sucia y vibrante, que Jaritos recorre al volante de un coche anticuado y que siempre amenaza dejarlo a mitad de camino, pero que no cambiaría por nada en el mundo.
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