Domingo, 1 de febrero de 2009 | Hoy
Basado en un caso real que tuvo lugar en Sicilia, Andrea Camilleri reconstruye un crimen político en una novela de ritmo fluido.
Por Fernando Bogado
La muerte de Amalia Sacerdote
Andrea Camilleri
RBA
208 páginas
La novela de Andrea Camilleri, La muerte de Amalia Sacerdote, parte de una premisa fundamental que, a diferencia del asesinato que da inicio al texto, no levanta la más mínima sospecha: todo está podrido.
Michele Caruso, director de la redacción de la dependencia de la RAI de Palermo (capital de Sicilia), se encuentra entre manos con un caso complicado: Amalia Sacerdote, la hija de Antonio Sacerdote, un poderoso diputado regional relacionado de manera muy estrecha con la mafia local (su medio hermano es el capo mafia del territorio), aparece asesinada en su departamento y todos los dedos apuntan a un solo culpable: su novio, Manlio Caputo, hijo de uno de los contrincantes políticos de Sacerdote, el diputado de izquierda Ignazio Caputo. Viejo drama, contado de maneras diferentes en tiempos diferentes: dos padres enfrentados, una pareja enamorada, la muerte. Claro que, a diferencia de otras obras y en sintonía con la sordidez que Camilleri trata de retratar en este trabajo, el comienzo es lo que antes constituía el final: empecemos por el cadáver, concentrémonos en el caso y revisemos las consecuencias que el cuerpo inerte desata en una Sicilia familiar, endogámica, donde todos se conocen y en donde cada evento, por más mínimo que sea, repercute en la historia principal.
Camilleri, conocido por sus novelas policiales en donde el comisario Salvo Montalbano se lleva el protagonismo y la responsabilidad de atisbar una solución al crimen en cuestión (en las primeras páginas de la novela hay un guiño a los habitúes de estas obras), aquí encara el problema no desde la perspectiva de un miembro de las fuerzas de la Ley, sino desde las agitadas oficinas de la redacción de la RAI, en donde Caruso pasa su tiempo entre acaloradas discusiones con sus subordinados con respecto a qué es lo que debe aparecer en cada una de las ediciones del noticiero que diariamente se transmiten en el canal público. Y no la lleva fácil, claro: su vida personal comienza a entrometerse más y más en su trabajo, debatiéndose entre una insaciable amante con la que tiene largos y agotadores encuentros (y que, para sumarle una gota más a la claustrofobia localista, es la esposa de uno de los responsables de la redacción que dirige) y el fantasma de una ex esposa que no puede olvidar.
La sala de montaje de las entrevistas, el programa emitido, las inmediaciones a la corte judicial, el restaurante donde Caruso cena con el infaltable soplón, todos los ambientes en donde transcurre el relato comparten un vicio común que la novela emula fielmente: volcada al diálogo, la historia transcurre más en las observaciones particulares de los personajes antes que en las (escasas) intervenciones del narrador, otorgándole al relato fluidez y contundencia. La multitud de nombres y contactos que comienzan a aparecer, si bien hacen peligrar la atención del lector con el hilo de los acontecimientos atravesados los primeros capítulos, pronto se aclaran a medida que los nudos del caso comienzan a desenredarse.
La muerte de Amalia Sacerdote ha salido ganadora del II Premio Internacional de Novela Negra RBA. Editado primero al español, su publicación en el idioma original está programada para comienzos de este año. El texto está basado en un complicado caso que ha mantenido en vilo a la opinión pública italiana y que el autor menciona en una nota final del texto, el llamado “crimen de Garlasco”, lo cual revela una clara intención de crítica a la manera en que los asuntos políticos son manejados no sólo en Sicilia, sino en todo el mundo.
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