Domingo, 15 de mayo de 2011 | Hoy
Sergio Dubcovsky escribió una primera novela donde fundaba un pueblo, Villa Laura. Ahora, en Mayo, vuelve al pueblo para tramar la historia familiar de un padre y un hijo que empieza a descubrirlo después de muerto.
Por Martin Kasañetz
En su nueva novela, Sergio Dubcovsky vuelve a recrear el universo de Villa Laura, lugar donde transcurre su primera novela del mismo nombre (llevada al cine por Daniel Burman con el título de Dos hermanos). Este escenario –que ya mostraba, desde su primera aparición, las reglas de un pueblo cuyos ritmos y acuerdos implícitos entre sus habitantes se encontraban claramente establecidos– vuelve a ser, de alguna manera, otro de los protagonistas de una historia familiar compleja que irá develando los misterios que conforman la suma de silencios de sus integrantes a través de los años. Narrada desde la intimidad de una familia tipo, Mayo describe a través de ciertas voces de sus integrantes, el cuestionamiento de un pasado común que, en lugar de unirlos generando un entorno familiar sólido, ha ido sofocando sus vínculos hasta volverlos desconocidos unos de otros. Esta situación cambia con la muerte del padre –un hombre rústico, que casi no habla, dueño de un taller mecánico y de un pasado enigmático–, el hecho que dispara la novela, y por el cual comienzan los relatos que irán para reconstruir su pasado.
El relato comienza con Angel –adolescente deslumbrado, con rasgos del Silvio Astier de El juguete rabioso, pero más introspectivo, como el Holden Caufield de El cazador oculto–, el hijo mayor del matrimonio que trabaja como empleado de correos del pueblo. Angel se pregunta acerca de su padre, que lleva a su madre –segunda voz narrativa– a volver sobre ciertos aspectos de su pasado personal y familiar. Ella, de esta forma, comienza a comprender que ese desconocimiento –que antes parecía estar solapado por la rutina– es algo que ahora no puede permitirse para continuar viviendo.
Lo interesante que propone Dubcovsky es que parece contraponer la formación de un joven como Angel, con la reconstrucción de la vida de un hombre, como fue su padre. Este equilibrio, que se va desarrollando a medida que la narración avanza, va por un lado mostrando las inquietudes de Angel de dejar el pueblo y viajar a la Capital para buscarse una vida diferente, de sus acercamientos al sexo y al primer amor y, por el otro, la historia de su padre que comienza a develarse. Una personalidad se construye mientras otra se descubre. Es así que Angel comienza a probar su nuevo traje de hombre midiéndose con sus pares: “Me hablás como si fuera un pelotudo, Eusebio. Me estás rompiendo demasiado las bolas. Disculpame que te hable así. Sé que sos un buen tipo y que me querés ayudar. Pero ni mi padre me hablaba como vos me estás hablando. El me dejaba tranquilo”.
Sergio Dubcovsky nació en Buenos Aires en 1967. Estudió periodismo y se graduó de licenciado en Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Su primera novela, Dos hermanos (previamente conocida como Villa Laura) constituyó uno de los mayores éxitos de la temporada de cine de 2010. También publicó Las cenizas en 2007. Mayo obtuvo el segundo lugar en el Régimen de Fomento a la Producción Literaria Nacional y Estímulo a la Industria Editorial convocado por el Fondo Nacional de las Artes. Escrita en un lenguaje sencillo y logrando un tono de aparente tranquilidad en donde todo está sucediendo detrás de un velo de misterio, Mayo parece proponer desde la base del núcleo familiar de los habitantes de un pueblo, algo tan universal como el peso del pasado en una historia familiar, y muy especialmente sus repercusiones en la actualidad. Esta novela parece indicar, casi desde su inicio, que nada bueno surge de lo que se oculta.
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