Domingo, 16 de octubre de 2011 | Hoy
Sin dudas es uno de los personajes literarios más famosos, tanto que ha opacado por completo la figura de su autor. Por eso es bienvenido Todos crecen menos Peter, un libro de teoría y análisis lleno, además, de sabrosos detalles sobre James Matthew Barrie, creador de Peter Pan.
Por Juan Pablo Bertazza
En los últimos años, Peter Pan entró de lleno en la música –de Michael Jackson y su mansión Neverland justo entre Los Angeles y San Francisco, a Joaquín Sabina cantándole a Wendy “La canción más hermosa del mundo”–, en el cine (entre otras, Descubriendo Nunca jamás, película de Marc Forster con Johnny Depp y Kate Winslet sobre el proceso de creación de Sir James Matthew Barrie) y en la literatura con Rodrigo Fresán y sus lisérgicos Jardines de Kensigton con una sorprendente primera frase: “Empieza con un niño que nunca fue adulto y termina con un adulto que nunca fue niño”. Además, claro, de los especialistas y no tanto que gustan hablar del síndrome Peter Pan para explicar la conducta de los hombres de estos tiempos que parecen vivir en una eterna adolescencia.
Lo cierto es que Peter Pan está considerado como el primer héroe preadolescente y, en ese sentido, es el antecesor indiscutible de Harry Potter, más allá de que su autora, J. K. Rowling, no le tenga demasiada estima: “Peter Pan me parece un ser siniestro y con pocas hormonas”, ha dicho.
Tanta referencia volvía necesario un libro de teoría y análisis sobre este fenómeno que ya había sido estudiado por Jacqueline Rose (El caso de Peter Pan o la imposibilidad de la ficción infantil), pero que, al igual que aquellos misterios de la señora Darling que son comparados por Barrie con “esas cajitas procedentes del misterioso Oriente”, siempre depara una nueva mirada, un nuevo análisis. Por eso la necesidad de un libro, a cien años del nacimiento de Peter Pan, que lograra actualizar tanto la obra como su mito, un libro de referencia, a la altura de Psicoanálisis de los cuentos de hadas, de Bruno Bettelheim, o de aquella clásica lectura política del Pato Donald realizada por Ariel Dorfman y Armand Mattelart, Para leer al Pato Donald.
Con su nombre extraído de la primera frase de la novela, esta obra de Silvia Herreros de Tejada –licenciada en filología inglesa y guionista de Canal + y TVE– obtuvo el VII Premio de Ensayo Caja Madrid.
Desde algunos datos biográficos no muy tenidos en cuenta, como la muerte de David, un hermano mayor del escritor que habría inspirado parte de ese monstruo que es Peter Pan, hasta el proceso evolutivo de aproximadamente veinticinco años en que el personaje fue saliendo y modificándose del tintero de Barrie, escritor escocés que logró triunfar en Inglaterra y terminó totalmente eclipsado por su invención, mediante diversos intentos que incluían obras de teatro, algunas novelas inéditas y hasta una propuesta para un guión cinematográfico de Peter Pan, para una película muda que iba a realizar Paramount Pictures y que estaría protagonizada nada menos que por Charles Chaplin.
Pero este libro también provee información sobre el vuelco que dio el productor de la obra teatral al modificar el subtítulo de la obra: “el niño que no podía crecer” por “el niño que no quería crecer” y ese momento fundamental de la pieza en que se rompe la convención de la cuarta pared, principio realista del teatro contemporáneo, una vez que muere Campanita al tomar la medicina envenenada del protagonista, y entonces Peter casi entre lágrimas ruega a sus espectadores que digan cuanto antes que creen en las hadas y también que aplaudan para así resucitar y revivir a Campanita.
Además de esos datos curiosos, hay lugar también para lecturas jungianas, interpretaciones psicoanalíticas que se centran en el complejo de Edipo que encierra Peter Pan, y sobre todo una riquísima mirada sobre esa condición ambivalente entre héroe y villano, entre niño eterno y niño muerto, que lo emparienta al Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, pero sobre todo a Dr. Jekyll y Mr Hyde, de Stevenson.
Esa ambigüedad se encuentra ya en el nombre Peter Pan, dividido entre lo humano –Peter– y Pan –palabra que significa “todo” y que deriva del dios inmortal originario de Arcadia, amante de la naturaleza y también del baile y el desenfreno–. Y, en ese sentido, la vuelta del mito, la vuelta de la obra parece dar un giro completo en tanto Peter Pan, al igual que su personaje, al igual que su autor, es un libro supuestamente para chicos que caló hondo en el imaginario literario de los adultos.
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