Como todos los años, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara otorgó su premio literario. Esta edición, el jurado decidió reconocer al peruano Alfredo Bryce Echenique, una de las figuras claves de la literatura latinoamericana posterior al boom. Sin embargo, cuando se dio a conocer el fallo, el 1º de setiembre, empezó a hacerse oír una polémica inesperada: se impugnaba el premio al amparo ético de una serie de acusaciones de plagio en artículos periodísticos que hubo contra Bryce hace tres años. Ahora, lamentablemente, la ceremonia planeada para el 24 de noviembre, en plena Feria, no tendrá lugar y el escritor recibirá su premio desde su casa de París. Radar reconstruye los hechos que llevaron a este desenlace y refleja diversas opiniones acerca del affaire que amenaza con opacar una obra (Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romaña, El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, No me esperen en abril, Tantas veces Pedro), que en rigor está más allá de toda discusión.
› Por Mónica Maristain
“Bryce, plagiario o no, es uno de los mejores escritores latinoamericanos del post-boom. Y eso nadie se lo quita”, escribió dos años atrás la periodista peruana Rocío Silva Santisteban en su columna del periódico La República. En esa misma línea se ubica el también escritor peruano Fernando Iwasaki, uno de los más destacados de su generación en Perú: “En cualquier selección de los diez mejores libros peruanos de todos los tiempos habría un título de Alfredo Bryce Echenique. Incluso me atrevería a decir que Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martín Romaña son dos obras imprescindibles de la literatura en español del siglo XX. Por lo tanto, para mí Alfredo Bryce Echenique no sólo es un digno ganador del premio de la FIL Guadalajara, sino que además es el único escritor peruano que podría recibir el Premio Cervantes”.
El día amaneció soleado en Guadalajara. Como todos los años, unos meses antes de la Feria Internacional del Libro (FIL), que se celebra a fines de noviembre, periodistas nacionales e internacionales estaban convocados para conocer el ganador del Premio FIL en Lenguas Romances, uno de los más prestigiosos del continente. Se trata del que antes era llamado Premio Juan Rulfo y que perdió el nombre del autor del Llano en llamas en 2006, cuando la viuda del escritor jalisciense y sus hijos reaccionaron frente al otorgamiento del galardón al poeta Tomás Segovia (1927-2011), quien en su criterio “disminuyó la obra y la persona” del escritor. Desde entonces, el Premio aumentó su bolsa a 150 mil dólares y comenzó a llamarse Premio de Literatura en Lenguas Romances, el cual, merced a un jurado conformado por notables, tiene un halo de prestigio irrefutable en Iberoamérica.
Este año fue conformado por el mexicano Jorge Volpi, el profesor y escritor rumano-canadiense Calin-Andrei Mihailescu, el crítico peruano Julio Ortega, la crítica literaria colombiana Margarita Valencia, el inglés Mar Millington, la escritora puertorriqueña Mayra Santos-Febres y la cronista y periodista Leila Guerriero.
El ritual se repite año tras año. Entre cafés y donas, los periodistas van y vienen por la sala de prensa, y va creciendo la expectativa por conocer el nombre del ganador. Hasta ese día, es imposible incluso especular. Nada se sabe de quien puede acceder al premio, tal es el secreto en que se mantienen las candidaturas y el fallo final. Si algún periodista privilegiado conoce de antemano el nombre del ganador, guarda celosamente el dato y lo cierto es que jamás ha habido filtración alguna.
Andrei Mihailescu, autor de ensayos comparativos de las literaturas contemporáneas europeas y latinoamericanas, fue el encargado de leer el fallo del jurado:
“El día 1º de septiembre de 2012, se reunió en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el jurado calificador de la XXII edición del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, correspondiente al año 2012, integrado por Margarita Valencia, de Colombia; Jorge Volpi, de México; Julio Ortega, de Perú; Leila Guerriero, de Argentina; Mayra Santos-Febres, de Puerto Rico; Mark Millington, de Inglaterra; y Calin Mihailescu, de Canadá. Una vez examinadas las candidaturas que se presentaron y desde las propuestas de los propios integrantes del jurado, éste decidió, tras cuidadosa deliberación, conceder por unanimidad el galardón a: Alfredo Bryce Echenique. Nacido en Lima, en 1939, Alfredo Bryce Echenique es una de las figuras fundamentales de la literatura latinoamericana. Su obra ha atravesado e influido a varias generaciones desde la publicación de su primer libro de cuentos, Huerto cerrado. Su prosa está plena de humor, sentido satírico y un estupendo registro de la oralidad. Desde una melancolía bien temperada y una irónica nostalgia por los años idos, construye mundos y personajes entrañables con quienes los lectores establecen empatía inmediata. Es autor de Un mundo para Julius (1970), una novela que se ha vuelto imprescindible, y de una obra prolífica, que incluye las novelas La vida exagerada de Martín Romaña (1981), El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz (1985) y No me esperen en abril (1995), entre otras. Este gran cronista de la vida y las búsquedas literarias y políticas de los latinoamericanos de su generación explora temas que rozan la enfermedad, la felicidad, el amor y la tristeza, y se mueve con igual eficacia por el cuento y la novela”.
Entre los presentes (se encontraban la directora del Conaculta, Consuelo Sáizar, el escritor Gonzalo Celorio y la directora de la FIL, Nubia Macías, entre otros) no se hicieron esperar los sonidos de aprobación. Faltó poco para que la sala prorrumpiera en un aplauso, aunque a la hora de las preguntas a Bryce Echenique, todos los periodistas presentes le hicieron saber su satisfacción por el premio que se hará efectivo el próximo 24 de noviembre, durante la inauguración de la 26ª Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
En comunicación telefónica, el escritor se congratuló por la posibilidad que le daba el anuncio del premio “de hablar, por fin”, puesto que estuvo, según confesó, “durante tres días muy callado”.
“La gente me encontraba raro y no sabía por qué”, dijo.
Fue la primera pregunta realizada por el periodista mexicano corresponsal de El País Salvador Camarena, la que rompió el hielo en torno de una pregunta que había que hacerle obligadamente al célebre autor peruano: los asuntos de plagios de artículos periodísticos a él adjudicados.
Apenas pusimos la noticia en Twitter, la primera cuestión que saltó, usted lo debe tener previsto, es el asunto de unas acusaciones de plagio, hace algunos años. En el marco de este anuncio, ¿usted qué tiene que decir?
Bryce: –¿Qué puedo decir? Ese es un juicio absolutamente irregular, que voy ganando, uno tras otro a todos, digamos, los adversarios que me denunciaron, o algo. Para empezar, no se refiere a mi obra en absoluto, y en segundo lugar, era anticonstitucional, incluso, porque nunca supe nada. Yo vivía en Barcelona y jamás se me notificó. En un juicio se tiene que notificar a la víctima y al acusado. Hasta ahora todo va muy bien, voy ganando, se me ha devuelto el dinero de la multa que se me cobró, y resulta que mi principal acusador ha sido a su vez acusado por la revista Caretas, de Lima, de haber plagiado sistemáticamente durante años, material de esa revista. En este juicio ninguno de los agraviados me ha enjuiciado, ninguno, ninguno. Este juicio es una trama de una persona para ocultar sus propios plagios, es lo que yo me temo, y es lo que todo indica por ahora. Todo lo indica puesto que voy saliendo de esta acusación, limpiamente, incluso se me cobró una multa que ya se ha decidido me sea devuelta. La justicia es larga, eso lo he aprendido. Pero puede que en dos años pueda acabar este asunto. Ya para siempre, y por cierto, favorable a mi persona, porque como dije antes, es un juicio anticonstitucional, se hizo sin notificarme. Yo llegué a Perú después de muchísimos años en Europa, me encontré con un juicio y yo no sabía que lo había. Ya contraté un buen abogado y me está llevando de victoria en victoria, digamos así.
Un mundo para Julius, libro publicado en 1970 y que ha atravesado todas las barreras del tiempo, constituye para su autor “una novela de adiós, adiós al mundo que había vivido y que ya no existe”, motivado por “la variedad de la vida”, un tema que rige la literatura de Bryce, quien se considera dueño de una “gran curiosidad artística”, según declaró.
“Mi literatura está marcada por la vida, indudablemente. Cuando yo escribí Un mundo para Julius, ya vivía en Europa. Queda ese libro como un reflejo de algo que ya no existe, de algo que fue. Así todos mis demás libros, se debieron a una curiosidad artística.”
El tercer hijo de un hombre de provincias que depositó en él todos los sueños de un progenitor respecto de sus vástagos, vivió con ciertos apuros el retraso mental y la sordomudez de su hermano mayor y los aprietos sociales en que solía meterlo su otro hermano, un hombre amigo de la diversión y poco amigo de los estudios.
“Un día llevé a mi casa a un amigo chino. Mi hermano, que había sido educado en Estados Unidos con la idea de que ese país era lo mejor del mundo, empezó a repetirle: ‘¡Comunista, Mao, desgraciado!’. Y le dijo que se iba a ir al infierno. Incluso, pisoteaba el suelo de la casa con la idea de que el chino jamás se pudiera escapar de allí”, contó recientemente al periódico La República, de Perú.
Alfredo cumplió con las ansiedades paternas y se hizo abogado, un recuerdo fuerte que ha dejado plasmado en su reciente novela Dándole pena a la tristeza, basada en la vida de su abuelo el banquero Francisco Echenique Bryce y que presentó en julio en el lujoso hotel limeño donde vive desde que regresó a su ciudad natal, en 1998, luego de residir 34 años en Europa, los últimos 14 en Madrid.
No tuvo hijos por miedo a que salieran como su hermano Paquito, que sufría un retraso mental y era sordomudo. “Para mis padres fue traumático ese hijo, pasaban la Navidad triste, no había Navidad”, dijo a la televisión peruana. “Mis hermanos tuvieron mucho miedo de que les saliera un niño no normal. Que sea como mi hermano. Ellos pasaban momentos de ansiedad y angustia. Un hijo me hubiera complicado la vida, no creo que me la hubiera alegrado, creo que más me hubiera alegrado la vida un perro boxer”, confesó al programa Abre los Ojos.
Satisfecho con el rumbo que ha tomado la literatura peruana contemporánea, el escritor cree que las letras en su país “están pasando un momento estupendo, con escritores bastante menores que yo, Alonso Cueto, Fernando Ampuero, en poesía Toño Cisneros, Daniel Alarcón, entre los jovencísimos, y también Iván Thays. Es una literatura que siempre tiene una gran vitalidad, no la ha perdido. Los grandes maestros están ahí, un Mario Vargas Llosa por un lado, y por otro lado grandes maestros que no tuvieron mucha suerte, particularmente mi maestro, nunca hablé tanto de literatura sino con él, Julio Ramón Ribeyro, que ganó este mismo premio, el Juan Rulfo, cuando se llamaba así, en 1994”, precisó.
A pocos días de que se haga efectivo el cheque por 150 mil dólares y el galardón que lo certifica como el ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, ni Bryce Echenique ha decidido renunciar al premio, ni el jurado, frente a la presión del noventa por ciento de los escritores mexicanos, incluido el respetado Juan Villoro, ha querido revisar su decisión. Por el contrario, el jurador encabezado por el mexicano Jorge Volpi, ha hecho una distinción entre la obra literaria y la periodística del autor peruano, lo que ha levantado la lógica polvareda entre el gremio periodístico.
En una decisión inesperada, los directivos de la Feria del Libro de Guadalajara han decidido anular la ceremonia de premiación que año tras año se realiza el primer día del encuentro librero. Así, Bryce Echenique recibirá dinero y distinción en su casa de París.
El caso es tan resonante que se abrió un blog dedicado a informar sobre los artículos, las posiciones y las discusiones alrededor del Premio Fil 2012 que se entregará a Bryce: premiofil2012.blogspot.com
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