A pedido de la realidad
Escritos con sangre. Cuentos argentinos sobre casos policiales
Sergio Olguín (edición y prólogo)
Norma
Buenos Aires, 2003
216 págs.
Por Lautaro Ortiz
El policial argentino viene desde hace años desarrollando una revisión completa de sus alcances como género. Según algunos conocedores como Jorge Laforgue, quedaron atrás aquellos momentos cumbres, cuando prevalecía intacto el muro entre lo clásico y la narrativa negra. La busca pasa hoy por romper definitivamente las etiquetas y proponer textos donde confluyan otras voces como la crónica periodística, el reportaje, el monólogo, el testimonio y hasta la ciencia ficción. Todo cabe en el policial: violencia social, marginalidad, alianzas entre mafia y política.
Producto de esta metamorfosis —bautizada por el narrador y especialista español Paco Taibo II como “neo-policial”— el género logra mantenerse en vigencia (por lo menos desde el punto de vista editorial) a pesar de que a finales de la década del ‘90 sufriera el cierre de las dos últimas colecciones dedicadas al policial: “Variaciones en rojo” de Colihue y “La muerte y la brújula” de Clarín/Aguilar. Esas clausuras, sin embargo, se vieron atenuadas por la aparición de una larga lista de obras que sobrevuelan la temática policial y que intentan marcar nuevos rumbos: Crímenes argentinos, de los periodistas Ricardo Canaletti, Héctor Gambini y Ricardo Barbano; Lanús, de Sergio Olguín; Entre hombres, de Germán Maggiori; Un crimen argentino, de Reynaldo Sietecase; La lucha continúa, de Juan Sasturain y La señal, de Eduardo Mignogna, son algunos ejemplos.
Dentro de este panorama aparece ahora Escritos con sangre, con edición y prólogo de Sergio Olguín, que incluye nueve relatos basados en delitos no excarcelables ocurridos en el país. Los encargados de darle forma a esta suerte de antología policial a pedido donde la realidad le muerde la cola a la imaginación son los escritores Osvaldo Aguirre, Vicente Battista, Pablo de Santis, Carlos Gamerro, Juan Sasturain, Elvio Gandolfo, Angélica Gorodischer, Juan Martini y el periodista Enrique Sdrech.
En su conjunto, los cuentos incluidos en Escritos con sangre poseen la virtud de ordenar, detener, repensar y humanizar la veloz realidad policial argentina que, a través de los medios de comunicación, se ha convertido en una novela caótica e interminable donde víctimas, criminales, policías y jueces son presentados como meras figuras de la delincuencia del país.
Por otro lado, el resultado de la propuesta de Olguín es un interesante muestrario de las experiencias narrativas de escritores en plena producción. “Lengua larga” de Sasturain, “Algo bien grande” de Aguirre y “Los que vieron pasar al rey” de Gamerro son los relatos más arriesgados en cuanto a forma y lenguaje. El cuento de Sasturain —el único de los nueve que acerca una visión desde el punto de vista de la víctima— consigue condensar a través de la voz del muerto las alternativas del asesinato del empresario Marcelo Cattáneo (partícipe en el escándalo de IBM y Banco Nación); Aguirre sorprende con el relato de dos jóvenes fatalmente inmersos en la marginalidad de un Rosario violento y Gamerro reconstruye las últimas horas del crimen de Poli Armentano, superponiendo distintos planos discursivo de personajes de la noche porteña. En los tres casos, la recreación del escenario donde se desarrolla el crimen es impecable.
Si bien los hechos verídicos son los disparadores de estos relatos, en ninguno de ellos la ficción se ve condicionada: “Caminaré en tu sangre”, de Battista, “La marca del ganado”, de De Santis, “Las cosas como son”, deMartini, “Caballero estafador”, de Gandolfo y “La sangre de los dioses”, de Gorodischer son una muestra acabada de cómo los datos de la realidad -a través de la ficcionalización— se tornan más creíbles.
La presencia del periodista Enrique Sdrech —autor de quince libros entre los que sobresalen El hombre que murió dos veces y Esta es mi verdad, la vida de los Schoklender— es un acierto. Su cuento, titulado “Las primas”, es un claro ejemplo de las variables que se manejan en el género policial actual. Con la precisión de una crónica periodística, da forma a un relato de enigma: el crimen a puertas cerradas de jóvenes que en 1998 fueron halladas muertas en la bañera de su casa en Vicente López.