ENTREVISTA
Ratón de biblioteca
Horacio Salas, flamante director de la Biblioteca Nacional cuenta a Radarlibros su plan de recatalogación y puesta en línea de los patrimonios bibliotecológicos de los países del Mercosur, y su obsesión por luchar contra los otros ratones de biblioteca, los que se comen los libros.
Por Martín De Ambrosio
El poeta Horacio Salas se ríe cuando recuerda a Borges. El autor de Ficciones, hombre de espejos, laberintos y tigres, que se imaginaba el paraíso bajo la forma de una biblioteca, también fue director de la Biblioteca Nacional, aunque no durante el gobierno peronista, que prefirió nombrarlo “inspector de aves de corral”. Más de 50 años después de ese despido disfrazado de ironía, un biógrafo de Borges vuelve al mismo cargo en otro gobierno peronista. Advertido, Salas imita la sorprendida voz de JLB y dice “caramba, qué paradoja, eh”, y se ríe.
Horacio Salas, poeta, ensayista, historiador y periodista tiene una larga relación con la Biblioteca Nacional, a la que llegó por primera vez a sus 12 años, cuando la sede estaba en la calle México. “Yo era una especie de ratón de biblioteca desde chico”, admite. En esa época iba a ver números viejos de la revista El Gráfico y mezclaba la afición literaria con la deportiva. Luego, ya en las décadas del 60 y el 70 y antes del exilio español, Salas necesitaba de la Biblioteca porque era crítico literario de varias revistas, donde además hacía secciones de aniversarios que lo obligaban a vivir en las hemerotecas.
Ahora, como director de la Biblioteca Nacional, Salas (que fue secretario de Cultura de Buenos Aires y dirige el Fondo Nacional de las Artes desde hace más de una década) se topó rápidamente con algunas sorpresas. “Me encontré con tres gremios que están con cierta crispación. Y tres gremios en una institución no demasiado grande es mucho. Pero vamos a solucionarlo. Son reclamos no de tipo salarial, sino pequeñas cosas de confort. Lo primero que hicimos fue abocarnos a estos problemas.”
¿En qué consiste dirigir una biblioteca?
–Yo pienso que la Biblioteca Nacional de un país es un espejo de cómo trata ese país a su cultura. Cómo trata la sociedad a su cultura. Si pensamos que uno de los edificios más importantes de París (más allá de que a mí no me guste y que no sea nada práctico) es la Biblioteca Nacional, eso está mostrando lo que le da la sociedad o el Estado a la cultura nacional. Lo misma pasa con la Biblioteca del Senado en Washington, que es una biblioteca que tiene varias decenas de millones de ejemplares y lo mismo en la Biblioteca de Madrid, donde he pasado muchísimas horas durante mi exilio. Lo que pretendo es que esta Biblioteca Nacional tenga un lugar destacado en Latinoamérica. La podemos recuperar, estoy seguro.
Usted dijo que “a los países se los conoce por sus grandes bibliotecas”. En ese caso, habría que dejar a la Biblioteca Nacional como está, o incluso empeorarla un poquito ...
–No, no, por favor... La Biblioteca tiene un atraso importante, no está demasiado bien. Y no tiene todos los libros que debería tener porque no se cumple la ley de depósito por la cual todas las editoriales tienen que mandar un ejemplar a la Biblioteca. Al respecto ya hemos hablado con la Cámara Argentina del Libro para que cumplan. Pero vamos a tratar de que las cosas empiecen a funcionar, y eso se logra cumpliendo la ley. Las leyes están, el problema es que durante demasiados años la Biblioteca fue un estorbo para la sociedad argentina, un lugar al que hay que dedicarle tantos pesos. Y no es así, la Biblioteca Nacional es el archivo de la memoria de un país. Pensemos que a esta Biblioteca la fundó Mariano Moreno en uno de los primeros decretos de la Primera Junta.
¿Cuáles son las ideas centrales de su gestión?
–La recatalogación y la desinsectación son dos objetivos centrales. De nada nos sirve tener dos millones de libros si están apolillados o conbichos; o si ni siquiera sabemos que están. Para esto el Estado tiene que generar las partidas presupuestarias para poder hacerlo. Y vamos a pelear por esto.
Su idea es que los empresarios colaboren...
–Sí, hay una lista en el hall central de empresarios que colaboraron en el traslado. Vamos a llamarlos de nuevo y esperar que colaboren. El asunto es mostrarles la realidad porque los empresarios no vienen habitualmente a la Biblioteca Nacional, salvo que haya algún homenaje a alguien. Pero ya la señora de Fortabat me ha prometido venir para ver cómo está la Biblioteca.
Respecto del Mercosur, ¿hay algún plan de trabajo conjunto con el Brasil?
–Con Brasil y con todo el Mercosur. Vamos a llamar a una reunión en Buenos Aires de directores de bibliotecas con la intención de poner en red las bibliotecas nacionales de los países del Mercosur ampliado (con Chile y Bolivia). Y el proyecto también incluye poner en red las cabeceras regionales de Argentina, porque no todas las bibliotecas de provincia tienen la suficiente entidad, para que ellas trasladen la información a otras bibliotecas de la región. Así todo el acervo de la Biblioteca Nacional estaría dispuesto para todos los argentinos.
El secretario de Cultura Torcuato Di Tella dijo al asumir que había que tener en cuenta a las culturas populares a la hora de la gestión; ahora bien, ¿cómo se hace para acercar el libro a los sectores populares?
–Bueno, ésa no es función de las bibliotecas nacionales. Es algo más propio de las direcciones del libro o de los institutos del libro. En la medida en que podamos influir lo haremos, pero no va a partir de nosotros. Jurisdiccionalmente no tiene que partir de acá, nosotros no tenemos capacidad para crear un plan de lectura, ésa es una tarea del Ministerio de Educación.
Pero sí tienen pensado organizar talleres literarios...
–Va a haber un taller de poesía a cargo del director de la revista Barataria, Mario Sampaolesi, un taller de novela a cargo de Juan Martini, uno de cuento con Vicente Batista y otro de ensayos con Osvaldo Gallone. Serán talleres gratuitos, pero la gente va a tener que inscribirse, porque no se puede dar un taller para 500 personas. Vamos a seleccionar a la gente; seguramente los que quieran venir a poesía serán varios miles y los que quieran venir a ensayo serán 22, esto es lo normal por lo que yo conozco. Y arrancamos ya, en julio.