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Sábado, 19 de julio de 2003

RESEñA

La ciudad ideal

LOS 500 MILLONES DE LA BEGUM
Jules Verne

Edic. y trad. Jorge A. Sánchez
Abraxas
Barcelona, 2002
254 págs.

por Max Gurian

Publicada en 1879, Los 500 millones de la Begum despliega el entramado político del universo europeo finisecular según Julio Verne. Reescritura de un original de André Laurie (seudónimo de Pascal Grousset), la novela exhibe sin tapujos las preocupaciones ético-sociales de quien, como señaló con ironía Walter Benjamin, hizo “viajar por el espacio, en los más fantásticos vehículos, a pequeños rentistas ingleses o franceses”.
Unos años después de concluida la guerra franco-prusiana, Verne reactualiza el enfrentamiento nacional en el marco de una puja científica: el doctor Sarrasin, filántropo francés, y el profesor Schultze, alemán orgulloso y autor de un informe sobre la degeneración hereditaria del pueblo galo, se reparten el colosal patrimonio de un antepasado común, la soberana de un feudo de la India. El legado monetario tendrá usos y fines opuestos: el primero fundará France-Ville, una ciudad regida por las normas del higienismo; el otro, Stahlstadt, ciudad de acero y arquetipo industrial cuyo objetivo será la destrucción del aquel experimento humanitario. Con regla y compás, Verne configura los modelos decimonónicos de utopía y distopía que fijan las coordenadas límite de la política económica, social y biológica en el imaginario de la novela. Una ficción sobre la herencia y el porvenir que, burguesa al fin, no cuestiona el origen colonial (y femenino) de la riqueza, condición de posibilidad del anhelo positivista y del mesianismo bélico de Occidente.
Ya en 1875, como director de la Academia de Amiens, Verne había escrito un ensayo titulado “La ciudad ideal” en el que exponía detalladamente sus inquietudes urbanistas, su moral ciudadana. Las ideas allí comentadas dan forma al plano maestro de France-Ville, un damero moderno, pulcro y arbolado que, advierten los arquitectos, fue calcado en el diseño de La Plata (En 1884 el periódico El Nacional observaba en sus páginas que Dardo Rocha quería “realizar la utopía científica de Julio Verne” con la construcción de La Plata.) Esta metrópoli socialista –la de Verne, no la del nombre argénteo y la falsa conciencia– se erige en el estado de Oregón, costa oeste de los Estados Unidos y tierra de oportunidades donde los fourieristas habían emplazado sus comunidades. Tras los pasos de Fourier y Saint-Simon, Verne delinea entonces su propio modelo para armar: una ciudad autónoma, con bases científicas, gobernada a través del voto directo de sus habitantes en asambleas legislativas. Tamaña empresa requiere, sin embargo, un estricto proceso de selección. Para residir en esta nueva Atenas se debe “ser apto para ejercer una profesión útil o liberal”. No hay lugar para el ocio en el paradigma del progreso, y menos aún para los obreros chinos que hicieron posible con su trabajo esta ansiada colonización de la naturaleza. La expulsión de éstos, a su vez, fomenta la inmigración calificada, la vida soñada en un ambiente de rigurosa pureza sanitaria.
Como en la mayoría de las obras del extenso ciclo de “Los viajes extraordinarios”, Los 500 millones de la Begum ostenta un héroe exclusivo: el saber técnico-científico y sus eventuales personificaciones. Aquí el doctor Sarrasin, con menos carisma pero con idéntico vigor que Lidenbrock, Robur o Nemo, encarna al homo calculator de Verne y a su lucha frenética contra la entropía. En palabras de Foucault, no se trata ya de “la ciencia convertida en recreo” sino, por el contrario, de “la re-creación a partirdel discurso uniforme de la ciencia”. Ciencia y uniforme que incluso en el seno de esta fantasía urbana, claro está, no todos pueden vestir ni gozar.

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