Dom 16.11.2003
libros

Actuar en la cultura

La salvación por el síntoma
Carmen González Táboas

Tres Haches
Buenos Aires, 2003
383 págs.

Por Enrique F. Cardeso

Hacia fuera del ostracismo que imprimen las cuatro paredes del consultorio, el psicoanálisis guarda varias deudas con la sociedad que le da cobijo. Por lo pronto, el desafío de dar cuenta de la impronta de los fenómenos inconscientes en lo social, los procesos de formación y reproducción ideológica, las vicisitudes de las instituciones, los procesos creativos, en fin, todo aquello que implica ese misterioso territorio comprendido dentro de eso que llaman “subjetividad”. Menudos problemas que encierran complicaciones técnicas y teóricas, entre las que resulta crucial el pasaje de categorías propias del plano singular a circunstancias histórico-sociales y, de allí, a condiciones de estructura.
Tamaño desafío es el que asume la psicoanalista lacaniana Carmen González Táboas al proponer un sistemático bricolage de autores provenientes de distintas disciplinas, a fin de entablar un diálogo crítico del cual se desprenden concatenaciones articuladas a la ciencia de lo inconsciente. Así lo anuncia la hija de Jacques Lacan, Judith Miller, en la presentación, cuando subraya el modo en que la autora “hace la apuesta de anunciar la buena noticia del papel anudador del Síntoma (con mayúscula) afuera del medio analítico mismo, al público, al ‘amable lector’”, o, en otros términos, “abre la vía de una acción lacaniana en la cultura”.
Al modo de una asumida abeja que “bulle y zumba el enjambre”, González Táboas se sitúa bajo la advocación de Jacques-Alain Miller, “consecuencia y prolongación de la enseñanza de Lacan...”, a fin de desenvolver tres libros en uno. El primero consta de una rigurosa retrospectiva crítica de la mitología y la filosofía clásicas hasta el Renacimiento, de la mano de los autores básicos (Kitto, Dodds, Graves, Duby) al alcance de cualquier alfabetizado. La segunda escala despliega un plano de interlocución casi personal con Giorgio Agamben (planteando puntos de continuidad y discrepancia), con Richard Rorty (deconstruyendo ese liberalismo cínico) y con Emmanuel Levinas (a quien rescata y al mismo tiempo contrasta con la perspectiva latinoamericanista de Enrique Dussel y Rodolfo Kusch). Finalmente, el capítulo “El fuego de un deseo”, oscilando entre la metáfora lírica y el poemario prosificado, pone en acto la contundencia de su perspectiva valiéndose del film Stalker-La Zona de Andrei Tarkovski.
Pues La Salvación por el Síntoma (el libro) apuesta a rescatar la eticidad lacaniana en “la oposición práctica a la reducción capitalista del género humano”, donde cada cual “haya abandonado la espera de la salvación que va a venir del Otro”, aquella que sólo “podría realizar cada uno, uno por uno, pero no sin los otros”. Posición adoptada en la primera persona del singular, la de González Táboas se ubica en el psicoanálisis de Lacan, allí donde “no pretende menos que extraerse de la religión del Padre, de lo religioso de los sentidos que provienen del Otro, en cuyas envolturas el goce irresponsable se evade, se enquista y se defiende”. Propuesta ceñida a una instancia que la alude, “diría que el arte, de la mano de la política del Síntoma, tiene que ir al rescate. Del sujeto ético”.
El libro de González Táboas está destinado a convertirse en referencia de culto dentro de la Escuela de Orientación Lacaniana, plataforma de lanzamiento de donde se elevan las renovaciones teóricas y críticas hacia la Asociación Mundial de Psicoanálisis y, de allí, a la conquista de las galaxias del pensamiento occidental.

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