Domingo, 8 de mayo de 2005 | Hoy
EL EXTRANJERO
Con opiniones encontradas, William T. Vollmann acaba de publicar Europe Central, una nueva voluminosa entrega de este autor tan prolífico como oculto para los resúmenes generacionales.
Por Rodrigo Fresán
Entre los muchísimos y buenísimos escritores de la última camada made in USA hay uno que rara vez es mencionado a la hora de los resúmenes generacionales y que sin embargo es quizá –por todas las razones correctas e incorrectas– el único con serias posibilidades de, en unos años, convertirse en novelista nobelista (es decir, Premio Nobel). Me refiero al prolífico e incontinente William T. Vollmann (California, 1959), quien –no conforme con estar metido en una suerte de “Historia del Progreso Americano” en siete colosales volúmenes, cuatro de ellos aparecidos desde 1990– se ha hecho tiempo para trabajar como corresponsal de guerra (casi muere en Croacia), rescatar a niñas prostitutas tailandesas (y ficcionalizarlas en desgarradores textos), ordenar cerca de 4000 páginas de apuntes sobre la ética de la violencia en el monstruoso tractat titulado Rising Up and Rising Down, y escribir otras novelas inmensas y conmovedoras. Así, en el 2000 llegaron las casi 800 páginas de la noir y dostoievskiana The Royal Family (la historia de dos hermanos torturados por el amor a una misma muerta) y ahora las 814 de Europe Central: saga histórica hecha de nouvelles y relatos que exploran las culturas autoritarias de Alemania y la Unión Soviética. Un cast de muchos personajes donde destaca la figura del compositor Dimitri Shostakovich como vértice de un fatal triángulo amoroso: la sección titulada “Opus 110” –hacer trampa, adelantarse, disfrutarla– alcanza y sobra para intentar medir el inconmensurable talento y ambición de Vollmann que, hay que advertirlo, no es uniforme o para todos los lectores. Así, algunos ya han calificado a Europe Central como “de ideología ambigua” (señalan cierta fascinación con la elite nazi-alemana), “completamente innecesaria y apresurada y necesitada de un editor mucho más implacable o, por lo menos, cuerdo” (condenando las abundantes notas al pie así como lo desalmado de los personajes) o “el equivalente a La guerra y la paz o El arcoiris de gravedad para el tercer milenio”. Ustedes eligen; pero primero, claro, hay que arriesgarse a viajar a este libro y quedarse a vivir en él un rato largo. Pero no demasiado largo; porque es más que probable que, mientras escribo estas líneas (y mientras leo esta novela) Vollmann ya esté terminando un nuevo magnum opus. Para aquellos que prefieran conocerlo un poco más antes de meterse a fondo en este huracán, ahí están los traducidos Historias del mariposa, Para Gloria y Trece relatos y trece epitafios. O ahí tienen el flamante Expelled from Heaven: A William T. Vollmann Reader, donde se extraen fragmentos y esquirlas de sus obras y se aportan textos inéditos ordenados temáticamente: viajes, pornografía, muerte, literatura, guerra, etc. O, si lo prefieren, el panorámico y compulsivamente nómada The Atlas: People, Places, and Visions (1996), donde Vollmann –único y natural heredero de William Gaddis– confiesa el trauma que sostiene y justifica a toda su obra: la muerte –cuando él tenía nueve años y por un descuido suyo– de su hermanita menor. La historia cubre apenas tres páginas; pero tienen el peso y la contundencia y el talento de varios grandes libros tan grandes como Europe Central.
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