Hay conversaciones que no tendrían que nacer / en su tejido viscoso albergan una sustancia cruel para las voces / logran que la poesía dimita cansada frente a su propio gasto sonoro
Quise escucharla
Líbrame un instante
dame un segundo de inocencia
engañemos a los Dioses
al Mundo
y a quienes nos rodean
y que parezca que no fui el único traidor
el culpable absoluto de esa oscura cicatriz
que desde ayer brilla en tus ojos
Madre
Este hijo que tus entrañas odian
que no pudo descansar en la cicatriz del Padre
que está entregado al poema del repudio infinito
ahora que ha encontrado el signo en las llagas
de su carne
deja que lo acompañe por fin el Don
y que sepa resucitar a los muertos
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