La revista Habitat, única especializada en restauraciones y cuidado de edificios patrimoniales, organizó esta semana una pequeña y jugosa muestra. Es la primera feria de firmas y profesionales especializados que reunió veinte stands. Allí estaban tanto el Instituto de Vivienda porteño explicando sus líneas de crédito para la restauración de frentes como la fábrica Citbor de ladrillos, ya centenaria y ocupada en crear el primer museo del ladrillo. Estaban los cementeros de Tarquini, la pinturería Propimat, los sistemas contra humedad de Watertec, la escuela taller del Casco Histórico, la provincia de Salta y el municipio de Alta Gracia, Solana Tile, la arquitecta Alicia Aletti, el restaurador Ricardo Marchese, el vitralista Bunge y hasta el puerto natural de Berisso. También la Dirección Nacional de Arquitectura, los restauradores de Poncerini, la constructora Russo y la consultora Indeco, y la escuela de luthiers Jatun Maki. Y ese personaje imperdible que es Carlos José Zita, que en la empresa que tiene con sus hijos encara la restauración desde un punto de vista muy peculiar: renueva edificios con las técnicas con las que él mismo los construyó hace décadas. Tanto, que Don Carlos ya fue llamado a restaurar frentes que literalmente él revocó cuando era un muchacho.