Sábado, 9 de septiembre de 2006 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO › CON NOMBRE PROPIO
Tres argentinos ganaron un importante premio internacional en la categoría diseño social.
Por Luján Cambariere
Los arquitectos Marco Praga y Sebastián Marsiglia, y el estudiante de diseño industrial Víctor Michina Komatsu, acaban de ganar el concurso Shelter in a Cart del prestigioso portal de Internet Designboom. Sinceramente una no sabe si alegrarse o entristecerse al ostentar tal expertise en la categoría “refugio en un carro” pensado para personas que viven en situación de calle. Lo cierto es que experiencia y contacto con esta realidad, para quien quiera tenerla, no nos falta. El Changador fue seleccionado entre 4247 propuestas de diseñadores y organizaciones de 95 países.
Desde el portal revelan haber recibido comentarios varios –muchos de ellos acusándolos de frivolizar la problemática, capitalizar la desgracia ajena y hasta de querer resolver un problema social por la lógica del consumo, esto es mediante un objeto–, lo que los obligó a aclarar y reflexionar. Y sin dudas ahí afloró la mayor riqueza de la iniciativa. Es que las dudas siempre sobrevuelan a los no hacen hueveras y deciden meterse en cuestiones más concretas y complejas. ¿Vale trabajar, generar herramientas o dispositivos para poblaciones vulnerables, institucionalizando o normalizando algo que se debería erradicar? ¿O mejor ignorarlos, pensar que no tienen tales necesidades, que por ejemplo el trabajo de recolección que muchos hacen en la calle ya pasará, es informal, no es real? Tema complejo, ríspido, también para el jurado de notables –el diseñador Jasper Morrison; Cameron Sinclair, director ejecutivo de la ONG Arquitectura por la Humanidad; Helen Horten-Smith, coordinadora del London Design Festival y Birgit Lohmann, editora del portal– el de las tribus nómades cuyo hábitat, por distintos motivos, es la calle.
El Changador es una adaptación del tradicional carro de cartonero realizado mediante la combinación de objetos preexistentes. “El producto es simplemente la adaptación de lo que pudimos observar como una de las herramientas más comunes entre los cartoneros. Nosotros buscábamos lograr algo simple, compacto, versátil y real. Algo que con lo mínimo indispensable cubriera las necesidades de confort, seguridad y de uso que el tema requería”, explica Praga. ¿Diseño para la pobreza? “La verdad es que nunca me lo había puesto a pensar demasiado. Era simplemente un ejercicio, al menos así lo tomamos nosotros. Un ejercicio interesante, ya que está basado en una necesidad concreta. Yo creo que la propuesta se presenta como respuesta a una situación dada. No creo que el proveer a los cartoneros de medios para poder ‘ejercer’ sea un incentivo para que hayan más, ni nada parecido. Simplemente puede llegar a hacer más llevadera la situación que vivimos hoy, ¿o no?”, se pregunta Praga. “Obviamente una competición como ésta no resuelve el problema de las personas que viven en la calle”, se atajan desde el portal. “¿Pero quién dice que un diseñador no puede mejorar, cuidar, confortar, proteger a estas poblaciones con sus diseños?”, rematan.
Si sirve para posar la mirada, registrar, hacer visible lo invisible, a personas que, como afirma el sociólogo alemán Zigmunt Bauman en Vidas desperdiciadas. La Modernidad y sus parias, se transforman en lo que transportan, desechos humanos, el concurso lo vale.
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