Sábado, 24 de marzo de 2007 | Hoy
BUENOS AIRES PAISAJE CULTURAL DE LA HUMANIDAD
Por Sergio Kiernan
Se nota que estamos en un año electoral: el jefe de Gobierno porteño Jorge Telerman acaba de relanzar el proyecto de intentar que la Unesco, pobrecita, declare una franja de Buenos Aires Paisaje Cultural de la Humanidad. Es una idea que nació hace unos años del entonces jefe político de Telerman, Aníbal Ibarra, y en la que se gastaron buenos dineros sin mayores coherencias. Y que vuelve ahora junto a una campaña publicitaria a+ba con celebridades afines.
La Unesco es la entidad cultural de las Naciones Unidas y entre otras cosas se dedica a reconocer y ayudar a proteger el patrimonio de la humanidad declarando lugares, objetos o conjuntos con esa etiqueta, pero en mayúsculas. Hasta ahora, los tesoros humanos así declarados eran culturales, naturales o mixtos cultural-naturales, y la lista incluía desde Angkor Vat hasta desiertos y valles.
Como Buenos Aires hace rato que no tiene paisaje natural y es inverosímil presentarla como si fuera aunque sea Lisboa, nuestro gobierno presenta la candidatura en una cuarta categoría, la de Paisaje Cultural. ¿Por qué hace esto? Porque es la categoría más flu, más blanda y ambigua, y la menos rigurosa. De hecho, es tan pato y gallareta que nunca se usó, como indica con orgullo la gacetilla del evento del jueves a la noche.
Que Buenos Aires es un paisaje cultural es algo innegable, ya que toda gran ciudad lo es. Manhattan es un paisaje cultural, como lo son San Pablo, Hong Kong y Madrid, por nombrar ciudades minuciosamente demolidas y vueltas a hacer. Pero que Buenos Aires sea un Paisaje Cultural con mayúsculas y protegible por la Unesco es insostenible. El gobierno porteño dice en su material de prensa que “quedará al Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco decidir si el concepto de paisaje puede abrirse a una integración de arquitectura, naturaleza, cultura y sociedad, como propone Buenos Aires, o si se seguirá con el concepto tradicional de paisaje igual naturaleza”. Esto es lo único realmente brillante de toda la propuesta: como el planteo es insostenible, se plantea cambiar las reglas del juego y dejar lo “tradicional”.
Por desgracia para el gobierno porteño, lo que sigue no es nada brillante. La “candidatura” de la ciudad se basa en la conjunción del río, la pampa, la barranca y la inmigración, todo descripto en prosa escolar (“la pampa es una enorme llanura sin accidentes geográficos” que “despierta el sentimiento de infinito”).
El verdadero sentido de todo esto, además del valor propagandístico en la recta final de la campaña electoral, es aparentar que se cuida el patrimonio sin cuidarlo. Telerman, y sobre todo su ministra de Cultura, Silvia Fajre, y más aún su encargada de Patrimonio, Nanny Arias Incollá, saben perfectamente que se está demoliendo a izquierda y derecha, en todos los barrios. Detener la desaparición del patrimonio tomaría una imaginación y un coraje político evidentemente ausentes en esta ciudad. Por eso resulta preferible tratar de convencer a la Unesco de que las torres de Salguero y Alcorta también son paisaje cultural. Total, como dice esta “candidatura”, “los valores patrimoniales trascienden los monumentos históricos”.
Buena suerte con la candidatura.
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