Este jueves a la noche hubo un velorio callejero. Fue en la antaño muy elegante cuadra de Callao al 900 y fue de cuerpo presente: un grupo de vecinos agrupados con el nombre de Basta de Demoler le rindieron su sentido homenaje al petit hotel del 924, un noble edificio que está siendo demolido ante la más completa indiferencia del jefe de Gobierno, su ministra de Cultura y su secretaria de Patrimonio Cultural. Las vecinas concurrieron de mantilla negra, como corresponde a un velorio formal; muchos sostenían velas encendidas y hasta hubo marchas fúnebres tocadas en vivo por un trío de bronces.

Los vecinos pelearon duro y parejo por salvar el edificio, haciendo lo que debería hacer el gobierno porteño, que hasta listó el petit hotel como “edificio representativo”, pero nunca dio el paso siguiente, el de extenderle protección. Como se sabe, lo que Cultura no hace Planeamiento lo aprovecha: el ministerio que se ríe abiertamente de la protección patrimonial autorizó sin límites la demolición total del edificio, que será reemplazado por algo más alto, más rentable y más vulgar. Eso es lo que llaman progreso en las oficinas del Mercado del Plata.

Como se contó en estas páginas, Santiago Pusso, de los vecinos, logró un amparo que llevó a una negociación que salvará al menos los invaluables ornamentos del petit hotel. El nuevo edificio reconstruirá dos ambientes con vitrales, boisseries y chimeneas, abiertos a la comunidad y, justamente, a grupos patrimonialistas.

Muchos de estos grupos enviaron adhesiones al velorio, donde estuvieron presentes las legisladoras Teresa Anchorena y Beatriz Baltroc, enemigas de la piqueta. Los vecinos también lanzaron en público su petitorio de una emergencia patrimonial que detenga las demoliciones por un año y ordene un inventario de edificios a proteger y una mayor claridad en la ley.

Como ya queda claro, el patrimonio va a desaparecer si no hay gente en la calle protegiéndolo y poniéndolo en la agencia política junto a la seguridad, el transporte y la salud. Todo indica que el nuevo gobierno porteño que asume a fin de año comparte la actitud tradicional, con los candidatos de Cultura interesados en la preservación y los de Planeamiento completamente indiferentes al asunto. La única manera de evitar la “tala total” de este recurso, en la frase feliz de una vecina, es politizando la cuestión y haciendo que demoler cueste votos.