Esta semana, el Bicentenario estrenó casa propia. El secretario de Cultura de la Nación, José Nun, hizo este miércoles una avant première de la sede de Riobamba entre Marcelo T. de Alvear y Paraguay, tres mil metros cuadrados que se inauguran en mayo. Detalle más, detalle menos, el lugar está terminado y sólo falta el equipamiento multimedia, muy complejo, que los españoles aportan para la fiesta.

La Casa del Bicentenario toma dos edificios de vivienda de impecables fachadas francesas edificados en 1913 para funcionarios de Obras Sanitarias, que tiene un palacete tomando toda la cuadra de Charcas, de Callao a Riobamba. En la reforma, los arquitectos se encontraron con una verdadera rareza material. Por razones ignotas, el edificio tiene estructura metálica sólo en su sótano y su planta baja. Los tres niveles restantes tienen muros autoportantes, totalmente obsoletos para la época de edificación. Esto explica que la Casa no tenga la habitual planta libre que suelen tener los museos y centros culturales, sino un agradable recorrido de salas más pequeñas: simplemente, no se pudo demoler para limpiar los espacios. Mientras la fachada fue restaurada y luce original, los interiores fueron completamente reconstruidos, con escaleras ignífugas, ascensores y pavimentos de cerámica.

La Casa tiene una planta baja abierta a exposiciones temporales, un futuro shop y librería, y un futuro patio cinematográfico –con pantalla y escenario– y bar. Arriba se mezclan espacios de exhibición, salas para seminarios y un ámbito educativo con una entrada de madera pensada como un objeto escultórico que quiebre la neutralidad blanca de los ambientes. El fuerte del futuro centro es lo multimediático, con España donando 300.000 euros en equipamiento electrónico para crear este tipo de centro, novedoso entre nosotros.