Sábado, 22 de mayo de 2010 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO
Columnas, bloques, paredes, asientos, luminarias en un sistema de panel de abeja en papel Kraft y un textil muy particular son la gran apuesta de los canadienses de Molo. El arte del plegado en su máxima expresión.
Por Luján Cambariere
Desde su sede en Vancouver, los canadienses Stephanie Forsythe (diplomado en paisajismo y master en arquitectura), Todd MacAllen (diplomado en Paisajismo, Bellas Artes y Arquitectura ) y Robert Pasut (especialista en Comercio y master en Administración y Finanzas) de Molo apuestan desde hace unos años, con buenos resultados, a investigar nuevos materiales para emplearlos en la exploración del espacio. Expansión, contracción, flexión, los verbos que más conjugan en su creación más festejada, la Soft Collection, que forma parte, entre otros, de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Movimientos claves, que les permiten ofrecer al mundo del proyecto o mejor dicho de los objetos, donde a veces pareciera que no hay mucho que inventar, nuevas posibilidades.
Tomando como punto de partida la idea de que los pequeños objetos táctiles pueden tener un gran potencial en la experiencia física de un espacio, Molo se centra en la creación de objetos que definen sobre todo los espacios íntimos temporales. Tal el caso de su multipremiada línea Soft. Una familia que, cuentan, nace con el sistema modular de paredes y bloques Softwall y Softblock. “Tabiques autónomos que se pliegan y despliegan para crear libremente espacios íntimos dentro de estancias más amplias. Realizados con el concepto de panel de abeja, lo que permite expandirlo metros y metros y volver a guardarlo cuando se requiere. Se unen a través de imanes ocultos que también pueden anclarse a cualquier superficie metálica o de acero. Además esta estructura celular amortigua el sonido y las versiones opacas moldean la luz”, detallan.
Pero quizá lo más interesante de esta línea sea su materialidad que llega en dos versiones. La textil desarrollada en base a un polietileno no tejido de marca Tyvek, ciento por ciento reciclable y compuesto de materiales reciclados en un 5-15 por ciento. Resistente al agua, a los rayos UVA y antidesgarre, duradera y fácil de mantener, viene en blanco translúcido y negro opaco, este último teñido con tinta de carbón de bambú resistente a los rayos UVA, lo que le otorga un brillo opaco aterciopelado propio de la madera carbonizada.
Mientras que la versión “papel de embalaje” está compuesta por un papel robusto y rígido sin teñir y reciclable, compuesto por fibras también recicladas en un 50 por ciento. “Está disponible en marrón tierra natural y en negro teñido con carbón de bambú. Además, las sustancias que componen el papel de embalaje son resistentes al fuego”, señalan.
Como si fuera poco, los Molo decidieron sumarle luz mediante un listón flexible con LED. “Los diodos emisores de luz, LED por sus siglas en inglés, son una fuente electrónica de luz que presenta muchas ventajas respecto de las fuentes de luz tradicionales, como un menor consumo de energía y una vida útil más duradera. Así, la iluminación LED integrada convierte el sistema modular softwall+softblock de tejido blanco en una increíble fuente de luz. La versión luminosa enfatiza la delicadeza visual de la fibra textil y llena de magia los movimientos de expansión y contracción de los productos flexibles”, agregan. Y una gama de asientos que en este caso, gracias a sus bordes magnéticos, puede unir sus dos extremos y crear un taburete cilíndrico o una mesa baja. Además, los productos de igual tamaño pueden unirse unos a otros para formar serpenteantes bancos y una infinidad de asientos.
“Desplegar una de estas piezas de papel, prometen, resulta una sensación táctil mágica. Toda una experiencia abrir paredes que se expanden cientos de veces más que en su forma comprimida”, rematan.
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