Sábado, 15 de octubre de 2011 | Hoy
El segundo Salón de Diseño del Centro Cultural Eugenio Flavio Virla, en Tucumán, abrió sus puertas y presenta a sus galardonados.
Por Luján Cambariere
nEn esta provincia reciben con afecto y esperando aprender, aunque a fuerza de continuidad y profesionalismo son ellos los que están haciendo escuela, abriendo nuevos caminos para el diseño. Fue así como la semana pasada el Centro Cultural Virla dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán, capitaneado con absoluta dedicación por su directora Silvina Fenik, abrió las puertas de su Segundo Salón de Diseño con nuevas apuestas, muchas, que es lo que más se celebra, con rasgos propios del lugar. Materiales y tecnologías que renuevan la escena desde quienes son. Al jurado convocado especialmente para la ocasión –la periodista Ana Torrejón y los diseñadores Alejandro Sarmiento, Teresa Dantur y Laureano Mon– le tocó expedirse entre casi cien trabajos de las categorías mobiliario, iluminación, indumentaria, accesorios y juguetes.
El primer premio de equipamiento y mobiliario fue peleado. Tal es así que además del galardón principal, el jurado decidió otorgar dos menciones especiales. Se alzó con el primero Renzo Strada con su banco Quirquincho, un asiento que evidenciaba el trabajo puesto en él, simple y bien resuelto con los recursos al alcance, que combina arandelas de metal y piel. Compartieron menciones honoríficas la silla matera Rolliza, de Eugenia Paz Gramajo: una simpática silla matera con un bello asiento de aserrado de rollo de madera de palo santo y respaldo de suncho negro, arbusto autóctono. “Mostrar cómo el tronco del árbol seccionado en sentido tangencial por sí mismo ya tiene un gran valor ornamental sin necesidad de la intervención de mayores tecnologías, que no sólo deterioran esta esencia, sino también generan contaminación a largo o corto plazo”, detalla su autora.
Y el banco Cumpa, de otro tucumano, Román Maximiliano Sánchez, que lo presenta en primera persona: “Me llamo Cumpa, soy del Norte, llevo en mis venas sangre tucumana y santiagueña, mis padres me llamaron así porque represento la amistad y el compañerismo, me gusta estar siempre rodeado de amigos y escuchar anécdotas gauchescas alrededor del fogón. Mi pie está hecho de nogal, fuerte y firme como la madre tierra, y mi cuerpo está realizado en finos listones de palo amarillo representando a las hojas de la planta paja brava, como es llamada en Santiago, tengo el pelo hecho con las fibra de esa planta y pequeños toques de palma y unquillo, enrollado en 40 cm de forma circular, bien ordenado porque me gusta estar presentable, pero uso algunos mechones de colores que puedo teñir y variar cuando quiero para estar siempre a la moda. Soy pequeño y livianito, así me pueden transportar adonde quieran sin ninguna dificultad, mido 40 cm de altura y tengo una base de 30 cm de diámetro, puedo estar en cualquier espacio de la casa, ya que me llevo muy bien con el entorno y soy muy sociable. Tengo esta formita cónica porque así es como crece la planta que represento en mis pagos norteños”.
Mientras que el premio Iluminación fue para un cordobés: Gabriel Torriano, con su Magra. Una delgada luminaria de piso y apoyo en pared, que permite a través de la proyección de luz reflejada, una iluminación indirecta para circulación, bajo consumo, indicada en ambientes donde se visualice TV o proyecciones multimedia. “A la propuesta inicial fluorescente, manufacturada en material terciado sobrante con alto valor agregado sobre escasa materia prima, se agregan variantes más económicas en mdf y de leds. Se sugiere su utilización cercana a la pantalla, con una adecuada separación de base al zócalo, lo que le otorga estabilidad y correcto funcionamiento de un interruptor por presión ubicado en el apoyo de pared; un testigo luminoso permite localizar el objeto apagado. El producto surge de articular premisas productivas, al aprovechar recortes de terciados o mdf y reutilizar componentes electrónicos fiables de lámparas de bajo consumo, tratando de innovar en proporciones y apoyos de las tipologías tradicionales. Respecto de lo significativo, se propone cierto valor de identidad tomando algún rasgo regional (elementos “atados”), a través del concepto de precisión en lo étnico, además de ser analogía de la lámpara de taller de cable enrollado”, señala Torriano.
Mientras que en la categoría juguetes, se alzó con el premio un muy bien logrado Chupetín de arrastre, de Lidia Marcela Lescano, realizado, también, con lo que la diseñadora tenía a mano: recipientes de cocina, un palo de escoba forrado en tela y un armazón de rodillo de pintor. Recursividad al extremo para un juego muy bien resuelto.
Mención especial para María Victoria Díaz Saravia con sus kits de casitas en tela sin ningún tipo de decoración o abertura y una estructura interna hecha con barras de madera de un centímetro de espesor. El kit contiene también colores para pintar y tijeras para recortar aberturas, para que los chicos puedan personalizarlas. Finalmente, en indumentaria se llevó el galardón una promesa tucumana, la diseñadora Fabiola Brandán. Y en accesorios, de Buenos Aires, Marina Massone con su collar Panal.
“Cabe destacar que este salón forma parte de las diferentes acciones que desde 2007 se desarrollan en relación con el diseño contando con el apoyo de esta gestión que nos permite avanzar y apoyar a los diseñadores. Este año contamos con el apoyo del IDEP, con el que realizamos innumerables acciones”, remata Fenik.
* Fotos de Dalila Gutiérrez.
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