Sábado, 27 de septiembre de 2014 | Hoy
El 4 de septiembre, Baldosas por la Memoria colocó una de sus ya célebres piezas en la esquina de Callao y Viamonte. El lugar era de un fuerte valor simbólico, porque el edificio a la francesa de ese cruce fue nada menos que la Dirección de Inteligencia del Ejército, el mismísimo cuartel general de la represión a nivel nacional. Ahora en pleno reciclado y remodelación por la Universidad del Salvador para aulas, alojamiento de estudiantes y cocheras, el edificio tiene apenas la protección general del Area de Protección Histórica Callao, sin ninguna catalogación propia.
Con lo que es hasta modesto pensar que una baldosa marque el lugar, a falta de un recordatorio más fuerte y visible de la centralidad de ese edificio en el aparato represivo que causó tanta muerte. Esta proporcionalidad, sin embargo, parece caerles mal a algunos anónimos que vandalizaron la baldosa con toda violencia, tratando de borrarla.
Esto es realmente llamativo porque es raro ver alguna de estas baldosas arruinadas o maltratadas. Pese a su fragilidad material –son hechas con letras plásticas, como las que se usan en las carteleras de los bares, montadas en cemento–, las baldosas son cuidadosamente evitadas por la mayoría de los peatones, raramente están sucias y hasta se ven bien cuidadas hasta en las salidas de colegios, muy frecuentadas y por adolescentes. Con lo que esta destrucción tan rápida es evidentemente deliberada. Baldosas por la Memoria insiste en que se cumpla la ley nacional que marca edificios implicados en le represión de Estado y está buscando la aprobación de varios proyectos en la Legislatura porteña sobre la esquina de Callao y Viamonte.
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