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Agustina Núñez empezó a dibujar –como alguien que quiere dedicarse seriamente al dibujo– cuando tenía 6 años, en una casa de Flores que todavía es su casa. A los 18 empezó su educación artística formal en la escuela Prilidiano Pueyrredón que recién terminó este año, por las múltiples complicaciones de la educación pública, en el IUNA (Instituto Nacional Universitario de Arte). De todas formas, siempre tuvo la certeza de que su desarrollo como artista no iba a producirse en la academia. A los 21 ya participaba de algunas muestras colectivas, y a los 22 decidió que, además de hacer y mostrar, era necesario “salir a la calle” para ver qué hacían los demás. Escribió en una revista especializada y tuvo su propia columna de arte en una radio FM y, en medio de todo eso, sintió la necesidad de encontrar una guía, alguien que le dijera hacia dónde tenía que ir. El pintor Sergio Bazán, heredero de la casa-taller en el barrio de Once que alguna vez fue de Guillermo Kuitca, le dijo que si sabía dibujar, que se dedicara a dibujar. Hoy, a los 23 años, Agustina Núñez exhibe el producto de su trabajo en ese taller –al que continúa yendo– en dos puntos diferentes de la ciudad. En Elsi del Río (espacio de arte dedicado a artistas emergentes) inauguró su primera muestra individual, 10:20 y en La Casona de los Olivera participa de una exposición colectiva. Después de haber integrado las filas del llamado arte “minimalista”, encontró en la simpleza de la línea una noble forma de expresión. “Me parece bien lograr sólo con el dibujo una obra, salir de lo under, lo que funciona, lo minimalista y volver a los materiales básicos, trabajar sin color, sólo con la línea. Esto es minimalista también, pero en otro sentido y con otras connotaciones”, explica.
10:20 consta de una serie de 15 cuadros que “retratan” los dedos de las manos y los pies, en un solo y seguro trazo de fibra negra que llega a conmover sobre el papel. “Hay una coherencia significativa entre la aparente objetividad de un instante en el tiempo al que alude el título y la referencia a un límite preciso otorgada por estas líneas tan netas y homogéneas. Y así, como un instante puede abrirnos paso a tiempos imprecisos, podemos ver en estas líneas nítidas las fronteras de una geografía indefinida”, dice Betina Tagliani en el catálogo de la muestra. Además de los dibujos, 10:20 se completa con esculturas de pan que llevan al extremo de la tridimensionalidad la deformidad planteada –a veces, sólo sugerida– con la línea en los miembros de la serie.
Mientras tanto, en La Casona de los Olivera de Parque Avellaneda, se expone otra serie de dibujos (sin título), que complementa a 10:20, pero también funciona por separado. Un breve texto que ella escribió acompaña la muestra: “¿Qué significan? ¿Qué representan? ¿Qué son? ¿Por qué? Quizás se crucen conmigo e intenten preguntármelo. Pero lo máximo que podrán obtener será una seguidilla de frases pudorosas e incorrectas que en el mejor de los casos los aburrirá. Que estas líneas sirvan de advertencia”. Lo curioso es que las líneas como advertencia son texto y también esencia en su obra. En esta serie, anterior a la de Elsi del Río, las líneas de fibra sobre el papel recrean figuras monumentales que, sin embargo, siguen representando dedos, esta vez disfrazados con alguno de los muchos guantes de látex que usó como modelos. Al final del mismo texto, Agustina se pregunta y también se responde: “¿Hay que buscarle una justificación? No. Es trabajo sin teoría. No es ni más ni menos que una respuesta incorrecta que se convierte en arte”.

10:20 (dibujos y esculturas) en Elsi del Río . Espacio de arte (Arévalo 1748) hasta el 10 de abril; martes a viernes de 15 a 20, sábados de 11 a 14. Serie de dibujos S/T. Hasta el 18 de abril en La Casona de los Olivera, Parque Avellaneda (Directorio y Lacarra). Martes a viernes de 16 a 19, fines de semana y feriados de 11 a 19.