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Jueves, 1 de julio de 2004

PAMELA RODRIGUEZ, LEJOS DE LA TELE, CERCA DE LA MUSICA

Casi famosa

Después de su aparición en “Gasoleros” y de su romance mediático, decidió tomarse un tiempo. Años después, volvió con un disco de rock, sencillo y sentido. Cerca de los treinta, esto es lo que quiere hacer. Y ser.

POR KARINA MICHELETTO
¿Se acuerdan de Gasoleros? ¿Y de la chica que cantaba en la bandita de garage de Gasoleros? Eran tiempos en que la tele no hacía series costumbristas y, lógicamente, la primera que llegó para mostrar a la “gente común” tuvo el éxito que hoy tienen "Los Roldán". Pues bien, la chica que cantaba en la bandita de garage de Gasoleros se llama Pamela Rodríguez, apareció de la nada y sorprendió a todos con esa voz, esa cara, ese cuerpo y esa soltura para moverse frente a cámara. Todo pasó muy rápido para ella: de hacer covers en bares pasó a ser figurita de la tele. Esto incluyó un romance de revistas con el lindo de Mariano Martínez, y la explicación en cuanta nota tuviera a mano que además de actriz era cantante. Después, dejó de cantar. Cinco años después Pamela mira el video de su primer disco, Desencuentros, grabado en Los Angeles con productor y músicos de lujo, y resopla: “está buenísimo. Qué bueno que al fin lo hice”.
¿Qué le pasó a Pamela Rodríguez para desaparecer así? Ella lo explica con cara de “es lo más normal del mundo”: “Me pasó lo que podría pasarle a una chica cualquiera de veintipico. Se enamora, se equivoca, acierta, quiere conocer y probar, va para un lado, para el otro, vuelve, le va mal, le va bien. Hasta que me di cuenta de que nadie iba a hacer por mí lo que tenía que hacer yo. Finalmente me puse en movimiento. Y acá estoy”.
Después de dar muchas vueltas demo en mano, Pamela llegó hasta Daniel Grinbank, que le ofreció rehacerlo con mayor calidad de sonido. Con ese demo llegó a grabar Desencuentros en el estudio neoyorquino de Joe Blaney. Todo esto fue a principios de 2001 pero, hecatombre económica mediante, el disco recién salió a la calle este año.
-- ¿Por dónde anduviste después de Gasoleros?
-- Anduve por ahí. Me metí en esos laberintos que tiene la vida. Conocí gente, lugares, cosas. Me puse de novia, me fui a Europa. Estuve bien y también mal, perdida, sin saber para dónde agarrar. Cosas.
-- Y no te mostraste demasiado.
-- No, me hice invisible. Es que me agarró una cosa un poco fóbica, eso de que donde iba me conocían, era raro... Me pegó mal. Después de Gasoleros me ofrecieron seguir con El sodero de mi vida, pero yo no tenía más ganas de tele. Y además el ritmo de una tira es fatal, trabajás sin parar desde primera hora, a la noche llegás a tu casa y te ves en la tele, de ahí a acostarte porque al otro día tenés que madrugar... no queda mucho tiempo para hacer otras cosas. Suar también me había propuesto hacer un disco con la banda del programa. Pero adentro mío yo me daba cuenta de que no iba, pensaba: si yo tengo mis canciones, por qué voy a grabar otras, no quiero no querer escucharme después. No me parecía. No es que en mi vida haya hecho todo lo que me parecía, pero a la música quería preservarla, no como en la tele, que hice cada cagada...
-- ¿Por ejemplo?
-- Por ahí quería viajar y con tal de sacar algo de guita hacía cualquier cosa, bolos en el primer programa que aparecía. No es que cierre las puertas de la televisión, para nada. Si mañana sale algo que me cope, adelante, con todo gusto. La diferencia es que la tele puede ir y venir, pero la música siempre va a estar. Yo me imagino viejita y tocando mis canciones en un lugarcito tranqui.
-- Te habrán insistido en que no desaproveches el momento de éxito.
-- ¡Uff! Me trituraban la cabeza. Pero, ¿qué es aprovechar el momento? Yo sé que me metí en una que no es fácil. Pero prefiero arrancar así, de a poco, con lo que soy, en lugares chiquitos. Lo que tenga que ser va a ser. Si algún día lleno un teatro grande será porque me da para hacerlo, y no porque mentí con una imagen prefabricada. Además, en el vivo no hay mucho margen para mentir. Ahí se ve la verdad.
Pamela nació en un pueblo al sur de Uruguay, pero se mudó a la Argentina cuando era chica con toda su familia. Se ríe mucho cuando recuerda la época en que pasaba a buscar a Charly García en su Renault Fuego colorada y se iban para La Diosa. En su departamento de las Cañitas tiene enmarcado un recorte de revista con la foto de una de esas noches. Dice que admira a Charly, a Fabi Cantilo y Celeste Carballo (“me crié escuchándolas”, explica), a su amigo Gabriel Carámbula y a Pappo, que la invitó a tocar con él en Cosquín Rock y en Mar del Plata. Desencuentros tiene un marcado aire country y la mayoría de las letras, escritas por ella misma, hablan de lo que se anuncia desde el título: relaciones frustradas y frustrantes, desplantes, desamores, querer y no poder. Pamela explica que fue cuestión del momento. Cuando escribió aquello tenía 25 años, ahora tiene 29. Y una chica de casi treinta está para otra cosa. Aún así, si hoy tuviera que hacer el disco de nuevo, lo dejaría todo igual, pero lo cantaría de vuelta. “El rock y el blues tienen mucho que ver con la vida”, explica la chica. “Las canciones pueden crecer con vos o quedarse ahí, chiquitas, adolescentes. Y ahora yo las quiero hacer sonar como de casi treinta”.

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