Acomodarse, ésa es la cuestión
POR EUGENIA GUEVARA
Rosario Bléfari habla de sus proyectos para este año y sólo se puede pensar en ella casi como en un ser de otro planeta, optimista y emprendedor, esperanzado y al mismo tiempo, realista. Aunque Rosario también vive en la Argentina y sabe que está todo mal. Pero: tiene una hija que criar (Nina, 1 año), un libro de poesía en la calle (editado por Belleza y Felicidad), notas que desnudan la influencia de sus escritores preferidos en algunas revistas, un grupo congelado (Suárez), los ensayos de una obra de teatro científica, un disco solista llamado Cara que nació de un dibujo y una biblioteca de sonidos. Pero sobre todo tiene un proyecto totalizador para un año difícil. Rosario quiere unir todas sus obsesiones artísticas en una sola “porque es la única forma de poder seguir haciendo todo lo que me gusta y que me alcance el tiempo físico. Para poder profundizar y no desperdigar”, explica.
Cara tuvo la mala estrella de salir a la calle en noviembre, antes de la devaluación y el caos. La plata que invirtió, está casi perdida. Pero, ella está contenta y planea darle un hermano sonoro antes de mitad de este año. Cara es confusión y melodía. La voz de Rosario está encima de los mundanales y minimalistas sonidos, y las letras de esta extensa pieza que se divide en ocho partes o climas o ambientes dicen todo: “El destino se acabó, siempre es hoy”, reza Rosario.
–¿Por qué Cara no es un disco de Suárez?
–Es un material que trabajé sola basándome en una idea que no incluía a una banda. Tenía el disco en la cabeza como estructura y sabía qué procedimientos iba a usar para hacerlo. Relacioné esa estructura con el contenido: lo que tenía y lo que fui componiendo mientras grababa. Mi idea era hacer música basada en un dibujo. Quería saber qué pasaría partiendo de una anotación diferente, donde la duración esté en relación con líneas superpuestas. Traté de reproducir eso en la cinta, sabiendo que un sonido de campanas, por ejemplo, se superpone con otro. Quise trabajar en función de lo visual. Me gustó mucho un disco, de no sé quien, que tomó un plano de una obra arquitectónica famosa e intentó transportarlo, para ver cómo sonaba.
–¿Y tu dibujo cómo era?
–Horizontalidades superpuestas. Quería manejar las duraciones. Cuándo empezaba y cuándo terminaba, cuánto se mantenía o en qué momento se retiraba algo. Y me encantaba que esa decisión hubiera sido tomada mirando y no oyendo. Cualquier cosa que uno toma es un mapa, hay cierto patrón que se arma, un molde. Y después, me dediqué a seleccionar los sonidos.
–¿Qué hay en tu biblioteca sonora?
–Sonidos que grabo de una manera muy casera: sin portaestudio, sólo con un grabador. Elijo sonidos que me interesan prestando atención al entorno y los gradúo. En el disco, hay una canción (“Melodía”) que está basada en lo que unos tipos tocaban en un subte de Nueva York. Parece una cumbia. Yo los escuché y me conmoví. Reconocí algo familiar en esa música, y eso que parecía venir de un lugar lejano muy diferente.
–¿Qué significa el disco en tu carrera?
–Es una introducción a un proyecto solista. Suena espantoso, pero es así. Quiero hacer un disco más extenso con el mismo concepto, como si Cara fuera el primer cuadro de una serie. Y después haría una exposición. Pero también quiero desarrollar mi trabajo como actriz. Siempre sentí que todo estaba cerca de mí. Todo forma parte de mi actividad. Me da la sensación de que ahora se van a unir o voy a poder hacer algo donde confluya todo o se pueda amalgamar bien. Es lo natural y lo voy a intentar. Es la duda que siempre le agarra al que hace muchas cosas. Uno se pregunta: “¿Un poco de cada cosa y al final...?”. Para mí crecer es concebir una obra donde pueda poner todo y este año me voy a abocar a eso. Voy a sacar otro disco, cambiar la forma de la presentación. Con teatralidad, donde la orquestatocando la música pueda estar o no, pueda estar grabada y escuchada mientras en la escena pasa otra cosa o que pueda ser ejecutada en vivo, pero que no se vea. Como un musical. Estoy armando eso.
–¿Suárez terminó?
–Está congelado. Ni se separa ni sigue. Estamos en un punto cero. No sé todavía por qué. Son esas cosas que notás cuando pasa el tiempo y te preguntás: “¿Qué pasó? ¿Por qué?”. Pero creo que fue lo mejor. También me permite dedicarme más a lo mío.
–¿Y la actuación?
–Estoy preparando, desde hace un par de años, un show científico con algunos actores y un neurocientífico que nos ayudó y también tenía la idea de hacer algo así. Una especie de clase ideal sobre el cerebro. Tardamos tanto porque queríamos encontrarle el formato. En este espectáculo tocamos temas científicos de los que todos hablan y fabulan, y creen que no saben y saben o al revés, como la memoria o el aprendizaje. Cada capítulo es un acto. El neurocientífico escribió un bruto con la información técnica y en su trabajo se nota una mirada, un discurso que le pertenece, pero después lo trabajamos entre todos. Ahora estamos ensayando y es posible que en mayo estrenemos. No por funciones sino en fechas, como si fueran conferencias. La obra tiene música mía e imágenes que diseñamos nosotros y se proyectan en pantalla, como el formato de los congresos médicos, pero con un poco más de gracia. Todo el proyecto tiene algo de “utilidad” que es como contrario al arte. Es didáctico y me encanta que sea así. Siempre se reniega de eso, pero a veces es necesario. Siempre me gustó la ciencia. No fui a la facultad, pero en la escuela me gustaba estudiar y siempre sufrí porque los temas eran superiores a quienes lo daban. Sé que están el cansancio, el sueldo, la rutina, pero que actores y músicos pinten una clase ideal puede ser lindo.
–La convertibilidad favoreció la aparición de los sellos independientes, como el de ustedes (FAN). ¿Y ahora qué?
–La plata que invertí para Cara hoy no es la misma. La perdí. En los ‘90 fue posible producir discos por la convertibilidad. No sé qué porcentaje del material es importado, pero los precios aumentan y charlamos mucho sobre cómo podemos hacernos cargo de esto. O se armará la cadena de precios y aumentarán los discos o se tratará de ganar menos. O se venderá de otra manera, salteando la mayor cantidad de intermediarios posibles. No vamos a desaparecer. Nosotros sobrevivimos, nos adaptamos. Nacimos de la adaptación, como un comercio de guerrilla. La idiosincrasia de lo independiente es ésa: acomodarse a la situación.