Jueves, 12 de abril de 2007 | Hoy
ENTREVISTA CON JEM COHEN
Criado en los albores del punk, Cohen trabajó con bandas como Fugazi, R.E.M. y Patti Smith y luego adoptó un camino documental intentando una experiencia poética. Todavía quedan por verse Chains e Instrument, dos trabajos que demuestran –como dice al NO– que “Estados Unidos no es una sola cosa”.
Por Roque Casciero
En los cuarteles principales del FBI, algunos agentes se aprestan a analizar unos rollos de película que la policía le secuestró a un tipo que viajaba en tren entre Washington y Nueva York. ¿Habrá en esta cinta imágenes para preparar un nuevo atentado terrorista contra algún puente o túnel? Bueno, no exactamente: hay cine documental con una búsqueda poética. Los agentes se enfrentan a una película experimental y artística... ¡horror! La situación descripta es real y sucedió hace sólo dos años: al cineasta Jem Cohen —quien trabajó con bandas como Fugazi, R.E.M. y Patti Smith— le sacaron un rollo de película que había filmado con una cámara antigua. “Si un terrorista quisiera filmar infraestructura, como me dijeron, seguramente se conseguiría una camarita digital, no una en la que cada 20 segundos tenés que darle cuerda para que siga funcionando y de la que tenés que revelar la película”, reflexiona Cohen, de visita en Buenos Aires para mostrar su obra en el Bafici.
“Se llevaron la película y yo me fui directamente a la American Civil Liberties Union, que es un grupo de abogados muy importantes preocupados por mantener los derechos civiles en el país”, continúa Cohen. “Ellos me dieron un abogado en forma gratuita y lograron establecer que el rollo había ido al FBI, aunque éstos sólo me devolvieron la caja vacía, pese a que dijeron que no había problemas. Es todo por el miedo que baja desde la administración Bush. Me lo dijeron: ‘Usted debería saber que después del 9-11 no puede filmar lo que quiera’. Y les respondí: ‘Bueno, no creo que el 9-11 haya reescrito la Constitución ni el Acta de los Derechos’. Pero, claro, no podés decir mucho más que eso cuando te rodean cinco policías.”
La situación era más ridícula todavía para Cohen porque hacía más de quince años que filmaba sus viajes en tren entre las dos ciudades. Cuando empezó a hacer películas, recuerda, sólo le interesaba filmar a sus bandas y sus calles favoritas. Así comenzó a construir una biblioteca de imágenes y sonido a la que recurre, tal vez una década más tarde, cuando le falta la pieza clave para redondear una idea. “Es como en la pesca: tenés que esperar un largo rato para conseguir un pescadito. El océano es enorme y no podés controlarlo, y tampoco podés ir buscando sólo una cosa. A veces pica algo que no era el pez que estabas tratando de pescar, pero después te das cuenta de que era un pescado enorme”, compara el cineasta.
La relación entre Cohen y el rock viene de larga data: fue al secundario con Ian MacKaye, ex Fugazi y reciente visitante de Buenos Aires con The Evens. Pero, según el propio cantante y guitarrista, fue el cineasta quien lo introdujo en el maravilloso mundo del punk rock. La relación continuó a través de los años y generó, por ejemplo, la canción de Fugazi Glue Man: “Filmé un corto con ese nombre desde mi ventana en Brooklyn, en el que se ve a un hombre aspirando pegamento. Cuando Fugazi estuvo de gira en Nueva York, les mostré esas imágenes porque eran muy poderosas y tristes. Ellos se pusieron a hacer música inspirados en eso, yo escribí un pedazo de letra y Guy (Picciotto, guitarrista y cantante) la completó. Fue una colaboración que marcó lo que más tarde sería Instrument”. Ese notable documental, editado codo a codo entre Fugazi y Cohen, se publicó en 1999 a través del sello Dischord, de MacKaye, emblema de la independencia discográfica. “Nuestro camino ha sido paralelo, más allá de que yo no fui capaz de ser tan independiente como ellos. Las películas son caras y la música no, pero eso es una excusa: me habría gustado ser así de independiente.”
—(Se ríe) En muchos sentidos, es la misma industria. Ian y yo somos camaradas porque peleamos la misma guerra. Es agradable saber que hay alguna gente para la cual no es una lucha temporaria. Pero, de todos modos, yo hice videos para R.E.M., entre otros. Ya no trabajo en eso, dejé de hacerlo hace diez años, pero sí lo hice. Para ciertos estándares, no soy un purista sino un vendido. Por eso prefiero no juzgar demasiado dónde está el límite, aunque sí me gusta que alguna gente lo marque. Es una de las razones por la cual la amistad entre Ian y yo es más fuerte ahora que cuando éramos chicos: hace rato que estamos juntos en las trincheras.
Desde allí, Cohen parió Chain, una especie de híbrido entre documental y ficción en el que se retratan las vidas de una ejecutiva japonesa en viaje por Estados Unidos y de una homeless que pasa su tiempo en los shoppings. La película es una crítica al consumismo, al capitalismo, al American way of life. “Pero eso es parte del espíritu norteamericano”, asegura Cohen. “En mi país siempre ha existido una resistencia. Estados Unidos no es un monolito, una sola cosa.” Toda una ironía que esa película se proyecte como parte del Bafici en el Abasto, a unos metros del patio de comidas y los locales que parecen calcados de los que se ven en la pantalla. “Es una ironía, pero también es una subversión”, dice el cineasta. “En cierto sentido, me gusta la idea de que el Bafici se haga acá porque es como si los animales ganaran el control del zoológico (risas).”
En el futuro de Cohen está la salida del disco que le produjo al cantante Vic Chesnut y, con suerte, concretar un viejo proyecto con filmaciones sobre Times Square: “Cada vez se está haciendo más difícil este trabajo. Si no tenés estrellas de cine es casi imposible conseguir dinero directamente, porque son la garantía que buscan la mayoría de los financistas. Como estoy en el lado opuesto, sólo puedo recurrir a becas a las artes, a alguna fundación o a la televisión”.
—(Piensa) Sí, estoy de acuerdo. Hay mucha libertad en los márgenes porque no tenés a diez personas alrededor de una mesa diciéndote que el final de tu película no es lo suficientemente gracioso, claro o lo que sea. Si para evitar eso tengo que irme a los márgenes, lo haré. Pero insisto en que hago películas accesibles sobre el mundo en que vivimos. He tenido mucha suerte, porque todavía estoy de pie pese a que no hago más trabajos comerciales. Mientras pueda evitarlo, prefiero trabajar haciendo lo que tengo ganas. No me parece que esté pidiendo tanto: lo único que quiero es tener libertad para tomar mis decisiones.
—Claro. Y una vez que uno trabaja de esa manera, se hace difícil ponerse un arnés. A veces me siento muy frustrado, porque no hay lugares donde mostrar las películas y porque la gente no tiene acceso a ellas, pero simplemente no puedo imaginarme retrocediendo a esta altura y haciendo películas por las razones de algún otro.
* Instrument se puede ver el sábado a las 23; Chain, el domingo a las 12.45; ambas en el Atlas General Paz.
13.15 O ceú de Suely de Karim Aïnouz en Atlas General Paz 6
15.45 Street Thief de Malik Bader en Hoyts 11
18.45 Angeles caídos de Pablo Reyero en Hoyts 8
21.00 Day Night, Day Night de Julia Loktev en Hoyts 9
23.15 Fabricando Tom Zé de Décio Matos Jr en Atlas Santa Fe 2
13.45 Dong de Jia Zhang-ke en Hoyts 9
15.45 9 Star Hotel de Ido Haar en C.C. Rojas
18.15 Who Needs Sleep de Haskell Wexler en Alianza Francesa
20.45 Campaign de Kazuhiro Soda en Hoyts 9
00.00 The True Story of Frank Zappa’s 200 Motels & The Amazing Mr. Bickford de Frank Zappa en Malba.cine
12.45 Canadá de Raúl Perrone en Hoyts 7
14.15 Fabricando Tom Zé de Décio Matos Jr. en Hoyts 12
18.00 The Journal of Knud Rasmussen de Norman Cohn y Zacharias Kunuk en Hoyts 6
20.45 The Us vs. John Lennon de David Leaf y John Scheinfeld en Hoyts 9
23.45 The Host de Bong Joon-ho en Hoyts 10
12.45 Afternoon de Angela Schanelec en Atlas Santa Fe 2
15.00 Santiago de Joao Moreira Salles en Hoyts 11
18.15 The Third Point de Luciano Podcaminsky en Alianza Francesa
22.15 Playtime de Jacques Tati en Hoyts 12
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