Jueves, 12 de abril de 2007 | Hoy
LOS PSYCHEDELIC FURS TOCAN UN VIERNES 13
Para muchos, fueron un puente musical entre Sex Pistols y Nirvana, y ahí quedaron. A dieciséis años de su más reciente disco, The Psychedelic Furs salió de las sombras, reclamando desde la nostalgia.
A medida que pasan los años y el mercado del rock se transforma inevitablemente en un escenario inestable para quienes no logran acomodarse a los vientos de cambio, aún existe un puñado de grupos hijos del post punk que se niegan a desaparecer. Así como The Cure, Echo & The Bunnymen, Simple Minds, Duran Duran y Depeche Mode continúan en la ruta, los inconstantes The Psychedelic Furs han logrado sobrevivir casi a todo: al aquelarre maquillado de la new wave, al pop edulcorado de los ‘80 y a las desencantadas camisas escocesas made in Seattle.
Sin una carrera construida a bases de hits y aceptando su generoso corazón de grupo de culto, el combo de Richard y Tim Butler le ganó la pulseada a la longevidad y, con las cicatrices que dejan cientos de batallas, ha sabido empujar su humilde barca más lejos de lo que muchos pensaban. “Estando fuera del circuito perdés muchas cosas, que no te planteás cuando estás por grabar tu primer disco. En todo este tiempo estuve trabajando solo y ayudé a grabar a otras bandas, cuando en realidad debía haber estado en una”, confiesa Tim, bajista y fundador de los Psychedelic Furs.
Nacido en medio de la vorágine punk que asolaba al Reino Unido a finales de los ‘70, el proyecto los hermanos Butler tomaría al “no future” como fuente de inspiración. Pero su devoción por la psicodelia y el tradicional cancionero británico, las guitarras brillantes y las texturas aportadas por el saxo de Duncan Kilburn, abrieron su paleta de sonidos sin caer en un híbrido crossover, permitiendo el lucimiento de la cálida y —por momentos— rasposa voz de Richard. ¿Cómo es trabajar con tu hermano? “Para serte sincero, es lo mejor y lo peor que te puede pasar, pero no tenés muchas opciones”, suelta riendo este auténtico caballero inglés de palabra fácil y acento hipercerrado.
Luego de un comienzo ligeramente darky (donde se destaca el despojado Talk Talk Talk de 1981), los PF descubrieron en los sintetizadores un universo desconocido, que los alejaría de la oscuridad primal y los acercaría a melodías poperas con destino de FM, como la irresistible Pretty in Pink. Catalogados por la prensa musical inglesa como los creadores del “beautiful chaos”, los londinenses debieron luchar contra la pérdida de algunos fans, la constante inestabilidad de sus integrantes y el envejecimiento de un estilo que terminó de desbarrancarse en 1991 con World Outside, su último trabajo antes de la separación. Una herida que ni siquiera pudo cerrarse durante los ‘90 con Love Spit Love, experiencia que, si bien pasaría sin pena ni gloria, le serviría al bajista para reconocer que “podía ir en otras direcciones utilizando guitarras más pesadas”, pero que no funcionó porque “no le pusimos la atención que merecía”. Remata Tim: “Recién ahora tengo la claridad suficiente como para ver dónde uno debe poner el foco, por eso es que volvimos a hacer otra vez lo que nos gusta”.
Casi tres décadas después de asomar su cabeza en el West End y a dieciséis años de su más reciente material de estudio, The Psychedelic Furs salió de las sombras reclamando desde la nostalgia su propio capítulo en la vasta y nutrida historia del rock británico. La que estarán defendiendo el próximo viernes 13 de abril en el Estadio de River junto a sus coterráneos de Keane.
—Sí, porque tengo mucho aprecio por lo que viví y por lo que pasó. Si lo pienso más en profundidad, creo que hemos recibido música mucho más pura de la década del ‘80 que de lo que vino después. Y hay muchas bandas que de una forma u otra han recogido esa influencia, como The Killers o Franz Ferdinand, que aún guardan vestigios de los ‘80.
—Sí, puede ser. Cuando el punk arribó, trajo consigo una gran actitud, por lo que todo el mundo en Londres podía hacer punk rock, ya que no se necesitaba mucho para tener una banda de punk. La idea no pasaba por crear un proyecto mirando hacia el futuro sino que se trataba de experimentar, haciendo lo que tenías ganas y siguiendo a los Sex Pistols. Entonces llegamos nosotros, que nos criamos en esa atmósfera, pero que traíamos otras influencias, como David Bowie, Roxy Music y The Velvet Underground. Nosotros supimos captar la energía y la pasión del punk y no descartamos lo musical, y fue así que pudimos salir de Inglaterra y llegar a América. Creo que en su medida fuimos un ejemplo para la escena alternativa.
—Coincido con vos. Cuando empezamos éramos una especie de banda dark pero haciendo karaoke, ya que no sabíamos siquiera usar bien los instrumentos. Eramos seis personas con egos muy fuertes tratando de llamar la atención y de impresionarnos mutuamente. Nosotros sabíamos vestir, aprendimos a tocar y escuchamos todo lo que pasaba alrededor, dejándonos influenciar por los nuevos tiempos. Algo que se notaba más claramente en la forma de tocar y en lo que componíamos. Y eso no fue casualidad, ya que siempre estuvimos influenciados por grandes songwriters pop.
—Porque nos aburrimos. Todo se había vuelto aburrido; componer, escribir, grabar, tocar. Lo que para cualquiera puede ser algo común. Pero llegabas al escenario sin ganas, especialmente cuando teníamos que hacer una gira promocional. No teníamos alma. No logramos mantenernos juntos y explorar cosas del afuera. Y la verdad es que nunca pensamos en volver a juntarnos en todos estos años... y acá nos tenés.
—Mirá, en 1999 fuimos contactados por un promotor de shows en los Estados Unidos que nos incluía en un paquete junto a otros artistas como las Go Go’s y B-52, y nos preguntó si nos interesaba la idea. Y nosotros pensamos: “¿Por qué no?”. Entonces, una vez más, empezamos a hablarnos por teléfono y allí volvieron a saltar los egos. Entonces llegamos a la conclusión de que podíamos probar hacer un concierto de cuarenta y cinco minutos abriendo para otra banda, sin presiones y sin la obligación de cumplir con un contrato de grabación. Y probamos y realmente lo disfrutamos, sabiendo perfectamente que el negocio del rock necesita más a gente como los Sex Pistols o Nirvana; algo que te patee bien el culo. Pero hay gente que aún sabe apreciar la buena música que hicimos en los ‘80, así que era un buen momento para juntarnos.
—Realmente... no lo sé. Los chicos de hoy escuchan bandas como My Chemical Romance y esas cosas. Siento que nosotros somos una especie de dinosaurios del rock porque la música no resiste el inevitable paso del tiempo. Y lo mismo les pasó a los grupos de los ‘70 que llegaron hasta los ‘80. Ya no había lugar en el Top 40 para ellos. Pero como para los más jóvenes ver a Psychedelic Furs debe ser como ver a un dinosaurio vivo de los ‘80, nosotros mostramos la misma gratitud para con los músicos de los ‘70. Así es como deben ser las cosas y no hay nada que las cambie.
—Creer en lo que estás tocando. No hay otro misterio. Y estoy seguro de que la música que hacemos aún es buena música y que todavía significa algo, al menos para Psychedelic Furs. Las bandas de los ‘80 lograron una conexión y una atracción con el público que lleva muchos años, algo que no todas consiguieron. Y eso es muy importante. Y hoy Duran Duran, Depeche Mode, The Cure o nosotros podemos tener fans que van desde los 16 hasta los 60 años, lo que es muy saludable. Creo que es negativo pensar que alguien se reconozca como punk o alternativo, ya que estás diciéndole que no a un montón de cosas que suceden a tu alrededor y que pueden enriquecer tu música.
—Espero que retirado, en algún lugar soñado con un buen trago en la mano, recordando nostálgicamente los ‘80, los años que viví desde 2000 para acá y el largo tiempo de vacaciones que fueron los ‘90 (risas). ¿Si me veo tocando como los Stones? Supongo que ellos nunca esperaron llegar hasta acá, y ahí los tenés.
* Psychedelic Furs se presentará el viernes 13 de abril en el Estadio de River Plate junto a Keane, Babasónicos y Arbol en el Quilmes Rock 2007.
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