UNA BANDA BATIDORA DE MUSICA
Arbol al agua
El grupo de Haedo tiene un nuevo disco, Chapusong’s, y la misma audacia sonora que los hizo llamativos, pero potenciada. “Es un juego”, aseguran y se animan a versionar a Rodrigo en ritmo hardcore, grabar bombos legüeros, balalaicas, trompetas, violines y guitarras eléctricas porque... Todo junto sabe mejor.
Por Cristian Vitale
Si ya habían sorprendido hace dos años con Arbol 2000 y su eclecticismo desvergonzado, ahora estiran aún más el límite. Y le agregan mucho más a su mezcla de rock, pop, chacarera, reggae y todo lo que se te ocurra: trompetas, trombones, bombos legüeros, balalaicas, etcétera.
–¿No es ambicioso experimentar con tantos instrumentos?
–Para nosotros es como jugar. Meterse con instrumentos que casi desconocés tiene eso de experiencia lúdica que nos identifica.
El que habla es Eduardo Schmidt, responsable de ejecutar la mayoría de los instrumentos en Chapusong’s, tercer disco de Arbol también producido por la dupla Santaolalla-Kelper en Los Angeles. “Nuestra esencia está en husmear en varios estilos; en el caso de este disco, lejos de alejarnos, acentuamos esta tendencia”, explica Schmidt. “Vivimos en dos mundos, el primero y el tercero: Estados Unidos y Haedo, y eso repercute en la música. Nos divertimos con lo que tenemos a mano: comprás una trompeta que no sabes cómo se usa, pero la probás y sacás un sonido único. Nunca vas a tocar como Miles Davis, obvio, pero vale el esfuerzo. Fuimos a grabar un tema con una banda de Ayacucho tipo De Ushuauaia a La Quiaca. Y el sonido que logró esa banda es incomparable: por más que pongas 25 músicos profesionales y los hagas esforzar, jamás lograrán el sonido de un tipo que por ahí es el plomero del barrio, que toca el clarinete con los dedos callosos de arreglar cañerías toda la tarde. No hace falta que el instrumento esté afinado perfectamente ni tocado al pulso exacto. Justamente, la gracia es la desprolijidad típica de los no profesionales, algo que también nos pasa a nosotros: yo no sé si técnicamente podría tocar el violín en el Colón, pero en Arbol pelo un sonido singular”, se agranda.
Chapusong’s es sofisticado, vital y atrevido (prestar especial atención a “La vida” y “Cascaramascara”). Hay para todos los gustos: grunge en “De arriba, de abajo”, fina orquesta en “Esperar”, balada folk en “Ya lo sabemos”, hip-hop, cuartetazo deforme y ska, todo con deliciosos aderezos de folklore autóctono. La voz de Schmidt brinda una sensación de homogeneidad que la música parece a punto de romper todo el tiempo. Le canta al amor y al engaño, entre otras cosas. “Nos animamos a hablar de amor, porque nos dimos cuenta de que, pese a la problemática social que se vive, por ahí sufrís más si te deja una mina que si te quedás sin laburo. A veces vale expresar que no te bancás a tu mujer y que te vas a tomar un helado con otra chica en la esquina”, opina Eduardo. Martín, el baterista, agrega que “son letras sociales vistas desde un costado más afectivo; pensamos que esto es menos distorsionante que hablar de la gente que no tiene trabajo, mientras vos estás laburando. Resulta más creíble”.
La inclinación de Arbol a componer “en serie” –tal como suele pedir su productor– sigue vigente. Igual que en el anterior disco, hicieron 50 canciones, de las cuales Santaolalla seleccionó 14. Schmidt argumenta las razones de esta tendencia a acumular: “La calidad se encuentra en la cantidad; si vas a buscar calidad de entrada, creo que no pasás de la primera estrofa. En cambio, si tenés 60, seguro que van a existir 10 o 12 buenísimas. Gustavo no nos pidió hacer tantas canciones; a él le gusta que le mandes mucho material, pero en un momento dijo basta”. Para Hernán Bruckner, el guitarrista, “tener muchas canciones desactiva la ansiedad de saber cómo cae el material en quien lo recibe”.
–¿Y la etiqueta de rock latino en la que se los incluye?
–También hay rock africano o fútbol asiático... –comenta Martín, entre risas–. Creo que es una etiqueta que ya no tiene sentido. Así como un equipo de fútbol africano cada vez se parece más a un europeo, Red Hot no está tan lejos del folklore. Nos pasa en los shows: una vez, en Alternativa, hicimos un cover de “Fue lo mejor del amor” de Rodrigo enclave de hardcore y un loco de cresta hiperpunk nos dijo: “No me cabe Rodrigo, pero sí como lo hacen ustedes”.