Jueves, 16 de abril de 2009 | Hoy
EL ROCK COMO BANDA DE SONIDO DE LOS ESPECTROS
Por Javier Aguirre
Cuando el rock toma como musas a ánimas, apariciones, visiones o espíritus, suele hacerlo desde el lado metafórico; lo que no debería sorprender: a decir verdad, si lo hiciera con la certeza testimonial de que los fantasmas existen, los videoclips en cuestión tendrían más rotación en Infinito que en Much Music...
La veta ocultista no ha logrado cautivar demasiado a los compositores de rock. Ni siquiera la palabra Huija, que da nombre al cuarto disco de La Portuaria, parece remitir en primera instancia al tablero de convocatoria fantasmal, sino más bien al grito telúrico de euforia más propio del tehuelche Patoruzú que de Mulder, el de los Expedientes X. Lejos de representar etéreos resabios de muertos encariñados con mansiones embrujadas, los espectros que protagonizan canciones de rock por lo general funcionan como símbolos de lo inmaterial, de lo intangible, o bien como metáfora melancólica del muerto en vida, del que se siente fuera de su cuerpo, ajeno a sí mismo.
Sobre esas líneas espectrales opera el debut solista de Manu Chao, que ofrece un 1-2 fantasmal en sus dos primeras canciones: “Soy una raya en el mar, fantasma en la ciudad”, se dice a sí mismo el narrador del tema Clandestino; y retoma la idea en el track siguiente, Desaparecido, con la línea: “Me dicen el desaparecido, fantasma que nunca está”. También en ese sentido funcionan desde Como un fantasma, de Los Súper Ratones (“Ya no te toco, ya no te siento, todos mis signos se van perdiendo”) o Novia fantasma virtual, de Nerdkids; hasta el hit de Charly García El Fantasma de Canterville, tan célebre por Sui Generis como por León Gieco, que toma prestado el cuento de Oscar Wilde para decir: “Sin embargo estoy tirado y nadie se acuerda de mí; paso a través de la gente, como el Fantasma de Canterville”.
Fuera de las alusiones literales (allí están bandas como Fantasmagoria o Il Phantasmo, o el disco Espíritu, de La Mancha de Rolando), otro posible uso del “espectro” en el espectro (je) del rock es en la idea metafórica del remanente; es decir, de algún rastro del pasado que permanece, aunque no necesariamente se oculte bajo una sábana traslúcida y arrastre cadenas. Es el caso del borgeano título Fantasmas de lo nuevo, tema que dio nombre al disco debut de Cuentos Borgeanos, que decía: “Voy a buscar lo que ya olvidé sobre mis recuerdos... sobre mis papeles... ruinas que circulan volverán con aire soñador, volverán fantasmas de lo nuevo”.
Acaso el ejemplo de rock fantasmal que –¡por fin!– se acerca con menos pruritos alegóricos a la idea de un alma en pena sea la canción Fantasma, de Los Piojos (del disco Máquina de sangre), que señala: “Voy cruzando las paredes de tu casa / vos creíste ver mi sombra en el espejo, vengo para amarte desde un mundo viejo / ya no llamás a ese cura ni a esa bruja arpía, porque en esta casa siempre serás mía / Sólo un fantasma soy / soy el espíritu que ronda tu casa”.
Por las dudas, vaya un saludo a Lennon, Harrison, Brian Jones, Pappo, Joey Ramone, Freddie Mercury, Federico Moura, Joe Strummer, Jerry García, Miguel Abuelo, Bob Marley, Roy Orbison, Luca y tantos otros; que quizá te estén mirando desde más cerca de lo que vos creés.
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