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Jueves, 16 de enero de 2003

LEO GARCIA DICE QUE ES LA HERENCIA DE MOURA, CERATI Y MELERO

“Me hago cargo”

Pasó el tiempo de la esperanza pop de su primer disco, pero él no se achica. Además de declararse heredero de una santísima trinidad de los ‘80, el otro García dice que sabe que será una estrella. Confianza no le falta.

Casualidad periodística o no. El grabador se apagó con una última frase, pero volvió a encenderse para registrar algunos detalles informativos. Entre ambos rec, Leo García –protagonista de la entrevista, que ocurrió luego de su show frente al mar– había dicho algo así como “soy la mezcla de Federico Moura, Gustavo Cerati y Daniel Melero”. Sin ruborizarse, y menos en una tarde que de soleada pasó a fría y tormentosa (típico humor del tiempo marplatense), lo había dicho. Entonces, cuando el grabador volvió a encenderse, él volvió a la carga con la ¿comparación? “Yo sé que para mucha gente será fuerte escucharlo, pero eso es lo que se necesita de los artistas: que se atrevan a decir cosas. Atreverse a creer en sí mismos. Porque lo decís, lo soltás y... nada. Después te hacés cargo.” Antes de la declaración, que se parece a esas que publica semana a semana el New Musical Express en Inglaterra, el músico que fue la gran esperanza pop con su debut solista (Mar, con buena pompa promocional incluida y un semi-hit, “Morrissey”) insistió en que no está decepcionado por la escasa repercusión del disco, ni tampoco porque la palabra “pop” sea hoy exclusiva propiedad de Bandana, Erreway y Mambrú. Tampoco habrá más Andy Love, su alter ego pinchadiscos, luego de alguna situación desagradable vivida en alguna sesión. El lado electrónico, dice Leo, se inclinó definitivamente hacia su próximo disco, que se llamará Voz y que aparecerá en los próximos meses, con más máquinas y menos guitarra acústica. “Ahora todo bien más dance”, certifica.
–¿Pasó todo lo que esperabas y todo lo que esperaban de vos con tu primer disco? ¿No estás decepcionado con la escasa repercusión final?
–Escuché comentarios por el estilo... Pero para nada. No estoy decepcionado, porque para mí fue demasiado obtener un hit y que gente que nunca me había visto ni me conocía, escuchara mi música. Ese comentario quizás salió del underground, de los que me conocen desde hace rato y que se imaginaron que el disco me iba a convertir en una megaestrella. Pero lo importante es que quiero ser una megaestrella, y lo voy a ser. También sé que con un disco no se logra eso. Yo nunca pensé así. Hice videos, gané público, toqué en escenarios importantes con grupos que tenían más trayectoria que yo... Tal vez porque vengo del underground, y desde ahí todo cuesta más, y lleva más tiempo. Si me comparan con Bandana o Mambrú, está claro que no soy lo mismo. Vengo subiendo una escalera, apenas. Igual, todo fue bastante vertiginoso: de Indice Virgen a Virgin... (risas) Por un momento estuve sobreexpuesto, es cierto. Pero eso dio resultado, aunque en un momento era más conocido por ser el tecladista de Gustavo Cerati. Hoy por hoy existen muchas puertas abiertas y además creo que bajé la ansiedad. En algún momento estaba así, pero después me di cuenta de que tenía que bajar los decibeles.
–¿Qué otras cosas aprendiste en este tiempo?
–Conocía a gente muy importante de la historia del rock nacional, a Litto Nebbia, Moris, Gustavo Cerati, que me produjo el disco... También respeto a otros artistas como Fito Páez, o Charly García. De a poco estoy comunicándome con él y uno de mis mayores deseos es poder hacer algo con él. Cosas que están ahí, y que no dependen de las ventas de un disco. Aquellos artistas que han perdurado en el tiempo nunca lograron todo con un primer disco. Por ejemplo, Diego Torres, que logró romper las barreras de prejuicios de muchos recién en su quinto disco. Por eso nunca tuve una fantasía neta de lograr el éxito instantáneo con Mar. Si lo hubiese logrado, la caída hubiese sido peor. Pero el temor existe, el “¿me van a olvidar?”.
–¿Cómo te cae que el “pop” se asocie exclusivamente con grupos como Bandana y Mambrú?
–Siempre gustó que la música provoque algo socialmente. Creo que eso está ocurriendo: el que tiene prejuicios contra esa música, tal vez tenga más de 30 y se esté poniendo viejo. Por algo la gente más joven toma lamúsica de otro modo. Compran lo que le dan y lo disfruta aquí y ahora. Cuando las cosas suceden así, a mí me interesa pertenecer a eso. Aquí y ahora, digo. Si hablo de Bandana no dejo de pensar que son personas, que cantan, disfrutando y haciendo lo suyo. Si dicen que es un producto, yo digo que todos somos productos.
El show de Leo García, una tarde gris con muchas olas y mucho viento, ocurrió sobre el escenario montado en el parador de FM La Mega –donde se desarrolla un nutrido programa de recitales, todos los días–, pasando el Faro en dirección hacia Chapadmalal. Sin riesgo de error porcentual, puede decirse que el 75 por ciento de la gente que estaba ahí ni siquiera sabía quién era Leo García. Escena vista y oída un rato antes de la actuación:
–¿Quién toca hoy? –pregunta de una chica.
–Leo García –uno de los organizadores.
–Ah... ¿Y quién es? –la chica.
–Uno nuevo... –el organizador.
Sin embargo, y a pesar de tener que convivir con cierta indiferencia hacia lo "nuevo", combatir el frío y aún así dar todo de sí mismo, Leo García mostró lo que se viene. Las canciones de Mar, entre guitarra acústica y programaciones, siguen sonando frescas y sinceras. Las nuevas, mucho más electrónicas, más minimalistas en letras pero contagiosas, levantaron la temperatura y mostraron de qué irá el nuevo disco, que ya está grabado y mezclado. García, este otro García más joven y menos famoso, sigue pareciendo una esperanza de cambio: canta bien y sus canciones, aun las que pueden sonar triviales, ingenuas o literalmente pueriles, tienen una sensibilidad que a veces se ve perdida en la marea futbolera-chabona del rock argentino del siglo XXI. Eso vale, eso vive, comparaciones ambiciosas (y declaraciones ídem) al margen.

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