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Jueves, 31 de diciembre de 2015

#LAPORNETA

 Por Hernán Panessi

Mia Khalifa, escultural y polémica actriz porno libanesa, se saca una foto en remera beige y tanga negra frente al espejo de un baño. Clic, clic: la sube a Instagram. Un aluvión de fanáticos despierta pero, pese al comienzo arrollador, Mia (foto) ya no filma tanto. Este año, y tal vez más que nunca, el porno tuvo un lugar de privilegio, se coló en el discurso popular. Al punto de que rupturas de celebridades XXX ilustraron los portales de noticias del mundo. Como la historia de Stoya y Deen: que no terminaron bien, que ella lo denunció por violación, que a partir de eso las empresas no lo volvieron a llamar, que nada es tan así ni tan asá...

Y más arriba, en esa especie de limbo que ocupan los actores de Hollywood, está Charlie Sheen, que se la puso a todo lo que caminaba y hace poco declaró que tiene HIV. Aunque parece que lo tiene desde hace cuatro años, pero chantajeó gente para mantener en secreto su situación. Entonces, Brett Rossie, blondísima actriz chancha, lo demandó y la cosa está picante. Hubo rumores de abortos, truculencias, peleas y tensiones de todo tipo. De vez en cuando, el amarillismo se morfa un suculento plato de carne trémula.

Después de su experiencia en The Expendables, Ronda Rousey volvió a las luchas ganando (casi) todo. Eso le valió una avatar de famosa y una parodia porno protagonizada por Kleio Valentien. A su vez, Belladonna, reina garçon, saltó de liga y ahora asoma en la Clase A: formó parte de Inherent Vice, la película de Paul Thomas Anderson sobre el libro de Pynchon. Por eso, el ablande de la conformación del tabú hizo que hasta Netflix aportara con dos documentales: Hot Girls Wanted y After Porn Ends. El bonus track lo aportó Gaspar Noé con Love, film sexual estrenado en salas comerciales con una eyaculación en 3D a cámara.

En el ámbito local, Víctor Maytland siguió reescribiendo la historia del porno. Ya no tan activo en rodajes, pero sí con su nuevo emprendimiento: una estación radial 100 por ciento dedicada al mete y saca. Hasta hicieron la primera transmisión radial de un casting porno (busquen el audio en YouTube, por favor). Por allá, el documental Audaz se eleva! se prepara para narrar la historia del erotismo nacional y el libro Porno Argento! sentó las bases para que el porno sea estudiado en la universidad. Como hizo Rocco Siffredi, que abrió en Italia la Universidad del Porno, o acá lxs posporno de la UBA, que causaron conmoción con una performance subversiva a la vista del mundo. Así las cosas, como siempre, del margen al centro: el porno dejó de ser disonante y ahora es –enrevesadamente pero ¡por fin!– de todos y todas.

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