EL COMPLEJO MUNDO DE THOM YORKE, MESIAS ELECTRICO
Calambres en el alma
Radiohead permanece en su pedestal, allí donde lo entronizaron la crítica y millones de fans en todo el mundo. Así fue desde Ok Computer, ninguna novedad. Pero mientras todo aquello sucedía (la fama, los mi-llones, las multitudes, Kid A y Amnesiac vistos como demasiado “raros”), el bueno de Thom estaba enfermo y no lo sabía. Hasta que encontró la solución.
› Por Roque Casciero
Un ratón encerrado en un laberinto: ésa era la imagen que evocaba Thom Yorke en un pasaje de la película Meeting People is Easy (A Film about Radiohead). Una cámara de seguridad lo mostraba solo en un camarín, mientras el resto de sus compañeros estaban en una fiesta post-show. Ese es el Yorke que los fans de Radiohead (y el mundo todo) se acostumbraron a ver e imaginar después del éxito del monumental Ok Computer: un “androide paranoico”, un tipo hiperactivo, pero siempre mirando por detrás del hombro, que explotaba a través de escritos en el sitio web de Radiohead y que hacía anuncios contradictorios (por ponerles un calificativo moderado) sobre el futuro de su música. En ese estado fueron concebidos los discos Kid A y Amnesiac, calificados –alternativamente y de acuerdo con el gusto de quién utilizara el adjetivo que considerara apropiado– de “raros”, “vanguardistas” y hasta “suicidas” (comercialmente). Allí fue como si la banda hubiera dejado de ser tal y pasase a funcionar como el outlet para las fragmentadas ideas de Yorke y el guitarrista Jonny Greenwood. Mientras, los demás sentían que algo no andaba bien, aunque seguían adelante casi por sentido del deber. ¿Qué pasaba en ese momento por la mente de Thom, el cantante de la banda más grande del mundo? La pregunta del millón tiene respuesta.
“Se ha hecho un intento para establecer si hay alguna asociación entre ciertos aspectos de la manía depresiva –con el espíritu alto, la fluidez de palabras y la aceleración del pensamiento como características más notables– y la producción creativa. Casi todos los 47 sujetos reportados han experimentado intensos episodios creativos, cuya duración varía entre 24 horas y un mes. Esos episodios se caracterizaron por un incremento de la energía, el entusiasmo, la fluidez del pensamiento y la sensación de plenitud.” Yorke leyó esta definición del psicólogo norteamericano J.P. Guilford en el libro La depresión y cómo sobrevivir a ella, escrito por el comediante Spike Milligan y el psiquiatra Anthony Clare. Fue como si hablaran de él. Y encontró que había una palabra para definir su estado: hipomanía. “Eso es exactamente lo que tuve”, reconoció hace poco Yorke a la revista Mojo. “Y después pasé por un período de depresión profunda.”
La hipomanía es una “manía suave”, aunque puede llegar a producir depresiones que lleven a la esquizofrenia paranoide (obviamente, no le sucedió a Yorke). Además, es típico de personas con depresión pasar por esos períodos de hiperactividad y luego caer en pozos profundos. La concepción de Kid A y Amnesiac fue el ejemplo de esa contradicción. Por un lado, el cantante intentaba abandonar su rol estelar, que lo había puesto en un estado de vulnerabilidad (el ratón en el laberinto, otra vez). “Eso, tanto como otras cosas, fue lo que lo motivó a reinventar el grupo. Quería encontrar un modo de disfrazar su voz o, al menos, que no fuera el centro de la banda”, aseguró el baterista Phil Selway. Sin embargo, al mismo tiempo, Yorke –a quien era imposible ver sin un anotador en la mano– transmitía frenéticamente sus pensamientos a través de radiohead.com
En el librito de Hail to the Thief, el disco más reciente de Radiohead, Yorke le agradece a Spike Milligan. Así de revelador fue para el cantante descubrir que su enfermedad era muy común entre los artistas y que podía tratarse. “El libro finalmente me ayudó a entender qué era lo que estaba pasando”, explicó. “En un sentido, es una suerte que la depresión haya dado algo como resultado porque, para mucha gente que no hace música, es sólo depresión y eso es todo lo que tenés para mostrar. Eso también me enseñó mucho sobre la naturaleza de lo que uno crea. Cuando escribo, pienso que todo lo que hago es una mierda. Y eso está ligado al hecho de que no es mío. Lo destrozo porque todavía tengo que descubrir de dónde vino. Es como una tabla Ouija, pero ahora tengo una perspectiva positiva para poner las manos encima. Lo cual, en cierto modo, es lo que Michael estuvo diciéndome todo el tiempo. Tenés que aprender a parar un poco; no podés estar recibiendo 24 horas por día.” Michael es Michael Stipe, cantante de R.E.M. y una suerte de mentor de Yorke. Stipe ya conocía los efectos negativos de una sobreexposición gigantesca, por eso advirtió enseguida que algo no andaba bien con su amigo. “Lo que hacemos Thom y yo es algo muy particular”, le dijo Stipe a la revista Time. “Es diferente a tocar la guitarra, a actuar o a pintar, y Thom necesitaba alguien que hubiera pasado por todo eso para –algo así como– volverlo a tierra y remarcar lo obvio, que es que no podés creerte tu propio hype. Sus canciones exploran aspectos oscuros de caminar sobre la Tierra y la gente proyecta eso sobre él. Toma algo de trabajo no proyectarlo otra vez.”
Yorke tenía identificado qué le sucedía y tenía en quién apoyarse, pero quienes han sufrido depresión saben que no es tan sencillo salir de ella. ¿Cómo lo hizo? Según sus amigos, hubo un factor decisivo: el nacimiento de Noah, su primer hijo. “Eso hizo que Thom abandonara cosas de un modo en que antes nunca había podido. (Cuando tenés un hijo) no podés simplemente desaparecer dentro de vos mismo: tenés demasiado que hacer.” “Sail to the Moon”, una canción de Hail to the Thief, está dedicada al niño: allí, Yorke lo imagina construyendo un arca para salvar a la humanidad. Noah significa Noé, por si hace falta aclararlo. Y, aunque sólo tiene dos años y tal vez nunca sepa que lo hizo, su sola existencia ya rescató a un hombre a punto de hundirse.
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