A FAVOR DEL COMERCIO JUSTO
Sin aliento
POR THOM YORKE
Occidente está creando una peligrosísima bomba de tiempo económica, ambiental y humanitaria. Estamos viviendo más allá de nuestros medios. Los países más pobres necesitan comerciar en términos más justos con nosotros si alguna vez van a dejar de estar de rodillas. Las dádivas ya no son la respuesta. Cuando comenzó la Organización Mundial de Comercio, los países pobres fueron engañados con que podrían acceder a los mercados occidentales si firmaban un tratado a favor de los negocios, incluso si ese tratado era potencialmente a costa de su ya sufriente población. Occidente no ha cumplido su parte en esos acuerdos. Ha renegado de sus acuerdos para cortar los subsidios a sus propios campesinos, y los derechos de propiedad intelectual significan que los medicamentos son demasiado caros y que 30 mil personas mueran cada día como consecuencia directa. Cuando los países en desarrollo exportan a Occidente tienen que pagar tarifas cuatro veces superiores que las de países occidentales entre sí. ¿Por qué?
(...) Los efectos de la globalización hacen cada vez más claro que los únicos que se benefician son las corporaciones multinacionales, que tienen la atención de nuestros gobiernos y su torta de comercio libre, y se la comen. Ellas se aseguran de que cualquier ley que afecte sus “libertades” estén primeras en la agenda de la OMC. A los países pobres se les dice que eso es libre comercio: éste es el modo en que hemos triunfado, así es cómo hemos construido nuestro gran sistema capitalista. La amnesia y la hipocresía me quitan el aliento.
(...) El Movimiento por el Comercio Justo afirma que si Africa, el este y sur asiáticos y América latina pudieran incrementar su participación en las exportaciones globales en un 1 por ciento, eso haría salir de la pobreza a 128 millones de personas. ¿Qué tan difícil puede ser eso?
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Fragmentos de una nota de opinión escrita, según detalla su autor, “sobre la jabonera de un baño de hotel en Washington”. El texto fue publicado el lunes por el diario inglés The Guardian bajo el título “Perdiendo la fe”.
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