Jueves, 4 de agosto de 2016 | Hoy
IDEAS Y ENFOQUES PARA LA SUPERVIVENCIA MUSICAL EN TIEMPOS DE CRISIS
El contexto es asfixiante: los discos no se venden, no va nadie a los shows locales y los arreglos con los pocos lugares para tocar que hay empeoran. Ante eso, músicos, productores, realizadores y emprendedores del under metropolitano de los últimos años repasan experiencias y artilugios para seguir tocando.
Por Brian Majlin
Ajuste, tarifazos, despidos y más: el panorama 2016 no da tregua y uno de los primeros elementos de recorte doméstico está en los consumos culturales. Por donde se mire, las cámaras empresarias anunciaron una caída en venta de entradas a cine, teatro y recitales cercana al 30 por ciento. Pero 2016 no es el primer desafío que se impone para la industria musical, una de las que más sufre las réplicas de ese gran sismo que ha sido Internet para la cultura. La facturación anual por venta de música en Argentina (amén de los formatos) decayó de 340 millones de pesos/dólares en 1997 a 400 millones de pesos, con el dólar a 5 pesos, en 2012, último dato del Sistema de Información Cultural de la Argentina y Capif. Y según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, los usuarios de servicios musicales de suscripción online son hoy en día “apenas” 50 millones en el mundo, y los nuevos modos aun no alcanzan a solventar la crisis.
En el medio los músicos, que habían hallado en los recitales el modo de hacerse de una subsistencia, lidian con un 40 por ciento de inflación en 2015, un 30 acumulado en lo que va de 2016, contracción económica, expectativas en baja y la promesa de un segundo semestre que nunca llegó. Entre los que dicen que nunca hubo manteca en el techo y los que siempre prefirieron los modos alternativos, el NO se pregunta cómo arrancar y cómo seguir en la música ante un panorama sombrío.
“Vivir de los shows es muy difícil; y de los discos, imposible”, dice Nicolás Madoery y desnuda la realidad de una industria desfasada. Tiene experiencia en el universo discográfico: creador del sello Concepto Cero, que nuclea artistas under como Shaman, Mariana Paräway o El Perrodiablo, y de la empresa de ayuda integral para el universo de la música 432 Hertzios, además pasó por el programa nacional Recalculando, en el que se acompañaban proyectos emergentes y de gestión colectiva.
“El Estado tiene que verse como un aliado eventual pero no determinante”, dice Madoery, y también que no ve compatibles autosustento e independencia en el panorama actual, donde prima el trabajo colectivo: “Estamos en el paso del DIY (hacelo tu mismo) al DIT (hagámoslo juntos). Se necesita de otros artistas para potenciarse”.
La clave de la sustentabilidad, dice, pasa por la colaboración, por “sostener buenos vínculos con las personas” y por “entender dónde estamos, hacia dónde vamos y profesionalizarnos”. Y por buscar alternativas: “Desde hacer la música para una película hasta dar una conferencia en una universidad sobre tu experiencia, pasando por la actuación o las clases”.
Acaban de presentar su primer disco, El mundo que soñaste una vez, en Niceto Club, en un festival solidario a beneficio de un centro cultural y una ONG. Perdón Música es un grupo de amigos porteños que despunta el vicio de una banda desde 2008 y que encontró en el rock, en esos shows que van de centro cultural en centro cultural, un modo de ser solidarios.
“Es importante que en tiempos donde la explotación y la competencia desmedida son la norma, el rock sepa decir que ‘lo importante es el otro’; la solidaridad como propuesta contracultural puede ser un nuevo territorio inexplorado por el rock”, dice Ramiro Benavídez, cantante de la banda, que ve en la música un modo de servicio comunitario material y espiritual.
En un panorama que Rama divisa como una autopista colapsada por la que todos quieren ir, y el guitarrista Juan Pablo Lossiggio como un mapa visto desde arriba con luces dispersas, la propuesta es hacer camino propio, autogestión, pero en conjunto con otras bandas y atendiendo al prójimo.
Mientras todo lo sólido se desvanece en el aire, Hugo Buehh, cráneo detrás de Pumba Soundsystem, Femboy y Fax Records, se las ingenió para devolver la centralidad al objeto: el fetiche del formato a través del diseño y la estética. Su proyecto, guiado desde Monte Grande, en el sur del conurbano, incluye ediciones de VHS o casete y tiene un manifiesto: apoyo a lo digital, al formato no convencional, a crear elementos de colección y en ediciones limitadas, y una propuesta de la unión ‘panregional’ y la colaboración con sellos y artistas en la misma senda.
“La única forma de innovar es dándole una vuelta de tuerca al concepto y convertirlo en un paradigma de consumo nuevo”, dice sobre sus casetes de Femboy agotados en Japón y poco conocidos en Argentina. Ante la crisis y el ajuste, Hugo ve una continuidad y rescata las movidas alternativas caseras: “En todos lados clausuran lugares todo el tiempo y eso desfavorece el florecimiento de la cultura, acá en el sur la movida siempre fue fuerte pero los lugares existen por transición: cierra uno y abre otro, hasta que ese cierra y abre otro nuevo”.
“Hay un montón de malentendidos porque mucha música independiente es comercial y no un proyecto cultural. El 99 por ciento quiere hacerlo como negocio y no como proyecto”, dice Gustavo Kisinovsky sobre el panorama local. Comanda la discográfica Ultrapop, manejaba el bar Ultra hasta que se cansó de la movida (y las pérdidas) en 2015, y lidera Los Barenboim, una banda que muta constantemente y que graba EPs con reversiones variadas que van de Miranda! al pop ochentoso. Van por el sexto, serán diez a fin de año, y hacen música pos comercial. “Es un grupo de gente un poco grande sin ninguna expectativa que no sea artística. Sabemos que, por lo que hacemos y nuestra edad, es poco probable que se vuelva música popular”, explica. El 4/8 estarán desde las 21, gratis, en Makena.
Con su experiencia, Gustavo rompe algunos mitos: dice que la crisis es buen lugar para bandas independientes y que las primeras industrias en reactivarse son las culturales. Que el parate desde diciembre es brutal, pero que aún así siguen llegando shows extranjeros sin parar. Que el público está “totalmente colonizado, falto de curiosidad” y que el problema no es la falta de lugares sino la falta de público. Que la culpa es del exitismo y que nadie se banca ver a una banda que ve poca gente. En agosto dará un curso en Estudio Urbano sobre planificación de una carrera musical. La base, dice, es buscar un mercado periférico y construir público propio. “El boca en boca, que te vean en vivo, tocar. Y olvidarse de Buenos Aires.”
A horas de presentar Nuestra aventura (producido por Ultrapop) el 5/8 a las 21 en The Roxy, Los Animalitos cuentan su experiencia de andar de pueblo en pueblo con su country litoraleño, en la búsqueda de resolver la compleja ecuación de difusión artística y subsistencia en el llano. Del nacimiento desenfadado hace casi 15 años al trabajo pensado en los márgenes de lo cool para expandir las fronteras, así lo cuentan el cantante Nico Landa, ex Auténticos Decadentes en los ‘90, y el guitarrista Calcu Hernández.
“El circuito alternativo es el central para nosotros desde hace años”, explica Calcu. “Ser artista hoy, y hace tiempo, no es salida laboral, pero ya venimos en ese camino y ayuda. Fue una decisión más artística que económica de buscarle la vuelta a pequeñas ciudades para dar vuelta la ecuación”, sigue. “No esperar a pegarla para salir a tocar, forjar público, cariño en ciudades nuevas y crecer”, grafica Landa.
Discotecas de pueblos, fiestas provinciales, clubes, pubs o pooles, festivales al aire libre en 30 o 40 ciudades del interior. Cualquier lugar –”Siempre que sea digno y permita llevar el pan a casa”, aclaran– es bueno para difundir su arte. Esa es la técnica que desarrolla y explica Landa: “Nos inventamos un circuito entre la búsqueda artística y la supervivencia”.
Nacidos en la vida en comunidad con otras bandas (Inconcientes del Balurdo, por ejemplo), Nolbelto lleva cinco años y tres discos en el under porteño. Se autofinancian con una cuota, cual club social, y pintan sus propios carteles. Su clave está en las letras corrosiva del cantante Seba, hincha curtido en el paravalanchas de Racing. Su reciente Básicamente, sucesor de Político de mierda (2015), expone su lenguaje directo.
Nolbelto es un refugio punk e irreverente, con una serie de consignas. El Colo, que arma la música a la que Seba da letra, dice que “destruir la música para construir la música”, como suelen decir, implica “romper lo preestablecido por la sociedad artificial para construir algo genuino”. Y que descartar al punk significa olvidar los estereotipos. Saben que no inventan nada y tienen un plus en invitados como Luis Ortega, Daniel Melingo y Alejandro Tobares, amigos de trabajo del Colo. ¿La búsqueda en la crisis? “Lo que circula es pacato y nos gusta difundir algo diferente”.
Cuando a Luis Balcarce, guitarrista de Banda de Turistas, le dicen que tras 10 años de carrera sostenida aún son una promesa, lo asume valioso: “Quiere decir que representamos la búsqueda y la utopía”. En 2016 y con los millennials crecidos, hablar de internet como modo alternativo parece cavernario. Sin embargo, BDT es producto de una década al margen de los canales tradicionales. De Fotolog o MySpace a Facebook y Twitter, la banda indie se instaló, saca su quinto disco, tuvo una película (Poner al rock de moda) y sigue creciendo.
Ahora, Balcarce armó el sello Queruza Records con su hermano, para difundir bandas nuevas. Internet es un ámbito de exposición relativamente democrático, pero hay un elemento darwiniano en la subsistencia, resume Luis: “El que da un paso al frente es el que tiene algo para decir y lo dice mejor”. La clave está en “sorprenderse, cultivarse y estar cerca del arte”.
La cercanía con la novedad aparece como elemento central y se profundiza con sello propio. “Estamos en el lugar y momento justo, Buenos Aires como base, pero sabiendo que los que tienen la posta son los que no están cómodos, los que vienen de otra parte a ver qué pasa acá”, dice. Nombra a Las Sombras, de La Pampa, o a La Liga Matriz, y habla de no aferrarse a la postura rockera establecida. “El rockero es un estereotipo social, no uno espiritual o ideológico. El marketing arrasó y precarizó nuestra cabeza, pero hace falta analizarlo para saber que rock es una forma de contrapesar la mierda establecida.”
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