CUCHá, CUCHá › DISCOS PARA ESCUCHAR, DISCOS PARA QUEMAR, DISCOS PARA SCRATCHAR.
Cuchá, cuchá
Por Santiago Rial Ungaro
Con una estética que trae a la mente a los Babasónicos de la época de “E-ner-gía-po-si-ti-va!”, Club Astrolabio le cantan en Simplemente extraordinario a la perra-astronauta Laika y al frenesí de bailar sin saber por qué. Con referencias al mundo marino y cierta impronta lounge, los Astrolabio han creado un universo propio, sensual y luminoso, tan fantasioso como irónico, en el que sampleos de Burt Bacharach o de música incidental de olvidados films adquieren poderes curativos.
En Entrábamos como si nada, Amadeo Pasa (simpático creador del Festival Buen Día) vuelve a su primer impulso vocacional: cantar sus canciones. El disco, que empieza con el que probablemente sea su mejor logro hasta la fecha (el tema Tan hondo), demuestra que todo lo que sucedió en Palermo en los últimos seis años parece haberlo impresionado profundamente, lo que tiene sus pros y sus contras. Excelentemente acompañado (por Yuliano Acri, Lucas Martí, Fernando Nalé y Diego Foser), en su intento de llevar sus inclinaciones poptimistas hacia un sonido bailable y a la vez electrónico se percibe la fluidez de alguien que hace su música para disfrutarla. Palermofóbicos abstenerse.
Con la Música de la gran flauta, los Fraticórnicos realizan una antología de discos inconseguibles como Onda nada recomendada, Mortal morral, Psicopadelia o Lamentablishment, empezando con un cover de un tema inédito de V8 de la época evangelista de Iorio y finalizando con otro de Deep Purple. En el medio, 16 tracks de pop “cualquierista” en las que nuestros Residents locales siguen explorando el potencial instrumental de juguetes: una experiencia sonora excesiva y original. Mecko está más loco que una fábrica de plumeros, pero las letras del disco Brilla tú, gerente loco son más corrosivas que el ácido sulfúrico.