Erica García estuvo a punto de asegurarse su lugar en el selectísimo grupo de rockeras masivas y populares (que ya ocupan Fabiana Cantilo y Celeste Carballo y que hoy buscan con ahínco Hilda Lizarazu y Mimí Maura, entre otras) cuando grabó junto a Santaolalla, en Los Angeles, el álbum hit que no fue (ver aparte). Sin embargo, hay decirlo: aunque Amorama hubiese cumplido las expectativas de masividad, tampoco es que la ex Mata Violeta hubiera quedado muy conforme. Siempre crítica de sus compañeras del ramo (a quienes les endilgaba que dependían de otros para componer o sacar discos), a Erica no le habría resultado suficiente reinar entre las chicas. “Siempre se tomó al rock de chicas como un género menor. Y yo compito con todos, con los hombres y con las mujeres”, dijo en ese tiempo a Radar. Y, a decir verdad, tenía con qué: obviamente le sobraba belleza y derroche escénico (por algo se autoproclamaba la bestia). Pero también —y principalmente— dramatismo autoral: capaz de ir del volcán (Hambre, Cuervos, Hace mucho tiempo) al más frágil remanso (Yo te todo, Sos mi mal, No se detengan en nosotros). Y todo en un segundo. Lástima: muchos conocen a Erica sólo por sus cortes de difusión (Positiva, Rock Anabella), pero su obra es mucho más rica y abarca prácticamente todos los géneros y estilos (rock, punk, bolero, garage, disco, ¡valz!). Siempre desde un punto de vista visceral que generó, a veces, rechazos reflejos (como corresponde a una verdadera girlwriter). Sólo Celeste Carballo (la única rocker a su altura) había logrado antes esa intensidad, ese compromiso y esa honestidad. Ahora, en Los Angeles, Erica García nació de nuevo. Habrá que estar atentos, entonces. La última mujer importante que dio el rock argentino ya demostró que tiene madera.

Camino independiente

Estos son los links desde donde Erica se autogestiona sus grabaciones, fotos, dibujos y diseños de ropa: www.myspace.com/mountainparty /

www.onomatic.com / www.laluzclothes.com / www.fluocookies.com