Jueves, 30 de junio de 2011 | Hoy
Contrariamente a lo establecido durante la década del ‘90, Hermética y Rata Blanca fueron menos distintas que parecidas. Avivadas por las cenizas tibias que había dejado V8 antes de su extinción, lideraron la arremetida con la que el metal criollo alcanzó sus más altas cotas de popularidad bajo el pulso de ex músicos de aquella. Pero, por sobre todo, gracias al influjo de dos personalidades tan fuertes e influyentes como las de Ricardo Iorio y Walter Giardino. La convivencia de ambos en V8 duró un semestre y terminó una noche, a los bifes, en el sótano de la casa de la familia Zamarbide. Sus egos, superlativos e incongeniables, incubaron rencores manifestados años después, en un fuego abierto de banda a banda. Los seguidores de Hermética miraban torcido la evolución estética y musical de Rata, mientras que la mayoría de los de Rata ni siquiera miraba a Hermética puesto que, probablemente, había llegado a la banda a través de una buena batería de canciones que rindieron en las grandes cadenas de radio y desconocían por completo ese extraño universo llamado metal nacional.
Una pretendía definir el ADN del jevi argentino a través de himnos aguerridos y la pluma de Iorio, la otra tomaba rumbos comerciales anteponiendo un profesionalismo inexpugnable y el virtuosismo de Giardino. “Ese Boca-River de Rata y Hermética en los ‘90 existió por completo”, dice Rowek, haciéndose cargo de la situación. “Ricardo empezó todo. El ataque de él era claramente dirigido a Walter, más que a Rata, despertando lógicamente su reacción. Yo siempre me mantuve al margen porque no me interesaba.” Romano confirma y especifica: “En Hermética, los demás músicos también nos mantuvimos al margen de esa discusión. La característica de Rata era su virtuosismo, Giardino puede compararse con los grandes guitarristas del mundo. Lo nuestro fue demostrar que, sin ser virtuosos, y con canciones simples, también se podía llegar a la gente. En cualquier sala de ensayos podés escuchar Tú eres su seguridad, aun de bandas que llevan pocas semanas, pero para sacar un punteo de Giardino tenés que tener muchos años de viola encima”.
“Mi viejo, que era jefe de iluminación en el Teatro Cervantes, laburaba con nosotros. Hacía puestas del sol, amaneceres, una mano muy artística, porque nuestros shows eran, básicamente, teatrales”, recuerda el baterista. “Rata fue de las masas y Hermética de las clases obreras”, distingue, antes de rescatar la habilidad del Iorio compositor para conseguir “vibrar la cuerda que hace vibrar a mucha gente”. El Tano, por su parte, se sincera: “Yo siempre busqué el riff y la polenta de la banda heavy. Si Ricardo venía con un tema de dos notas, yo tocaba seis, o las menos posibles, para que no se cayera”.
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