El usuario medio tal vez no sea consciente de que todo lo que hace por Internet queda registrado: la máquina guarda la información y aunque uno la borre, un experto puede volver a sacarla a la superficie. Además todo lo que hacemos queda registrado en los proveedores de Internet y en los sitios a los que visitamos. Alcanza con cruzar información para saber quién fue la persona física que estuvo interesada en esos temas. El uso más frecuente de esa información es para conocer nuestros gustos y ofrecernos comprar cosas específicas: es decir que el negocio en ese caso es la publicidad. Pero también puede ser que el Estado puede pedir esa información para seguir una causa judicial o porque una discográfica denuncia que uno estuvo descargando música en forma ilegal. Todo está grabado en la memoria.