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Tanto Esteban R. Esteban como D Champions aparecían en Cancion-es pop (1999), segundo compilado del sello Indice Virgen que definió parte de la escena de “cantautores artesanales” de fin de siglo. También estaban Tus Hermosos, Choque Generacional, Lucena, Paoletti, Menos Que Cero, Nancy, Esteban Castell, Opio... Más allá de algunos artistas aún activos y expuestos (Leo García, Bochatón, los Rial, Ondas Martenot y poco más que eso), el resto derivó en desintegración, encierro, exilio o silencio. Indice Virgen había dibujado los contornos de una estética que, con el derrumbe económico del país y la suspensión temporaria del sello, no tardó en disolverse. Pasada la tormenta, Indice Virgen conserva el lazo con Bochatón y Entre Ríos, y desprende un brazo electrónico (Indice, a secas) que acaba de lanzar tres discos: Rocío (un disco de Daniel Melero del ‘96), Aquí viene el océano (de los peruanos Silvania) y el compilado sudamericano Canción electrónica. Mientras tanto, Sebastián Carreras (dueño del sello y tecladista de Entre Ríos) selecciona las canciones para un inminente compilado de pop electrónico argentino, a editarse en España. Un intento por auspiciar un “recambio generacional” pedido a gritos desde la dispersión de aquella camada. “No creo que los chicos de ahora sean menos talentosos que los de hace cinco años, pero quizás la gente de mi generación no hizo nada tan luminoso como para entusiasmar a los que vinieron después”, analiza Carreras. “Nosotros crecimos escuchando Sumo, Soda Stereo, Virus... Esas cosas te obligaban a esmerarte un poco. La generación sónica por ahí no generó tanto entusiasmo. Y el fenómeno de ‘Popstars’ y todo eso quizás tenga algo que ver, donde los chicos se matan por hacer el calco de otra cosa. El sonido propio y la diversidad ya no se ven como atributos de una banda.”