Domingo, 19 de junio de 2016 | Hoy
INEVITABLES
Un artista y su colaborador desarrollan diferentes proyectos artísticos. Lo que parece ser el encuentro informal entre dos amigos se convierte paulatinamente en una intensa jornada creativa. La obra tiene lugar sobre una mesa de ping-pong desordenada sobre la cual artista y colaborador tienen un constante intercambio –un ping-pong– de ideas y teorías. El espectador es invitado a seguir este proceso desde adentro y en tiempo real: cómo surgen las ideas; qué mecanismos se activan para ponerlas en práctica; hipótesis y teorías son a su vez analizadas, observadas y confrontadas. Después de una extensa gira internacional, Federico León regresa con una obra que trabaja los límites entre realidad y ficción. Pone en escena un proceso similar al que Federico León podría atravesar en sus obras junto a Julián Tello. Las ideas podrían ser sus ideas pero no son necesariamente sus ideas. Con Julián Tello y Federico León.
Viernes y sábado a las 21 y domingo a las 20 en Teatro Zelaya, Zelaya 3134. Entrada: $ 180
Un noble extravagante, acaudalado y sin sucesores se finge enfermo, para aprovechar la codicia de los privilegiados de la ciudad. Con la preciosa pero interesada ayuda de su lacayo, juntos urden un entramado de mentiras donde cada involucrado cree que será el único favorecido. Ninguno de los supuestos beneficiados duda en traspasar las fronteras de la moral, con la cintura necesaria para repudiar a un hijo, arrastrarse y hasta vender a su propia esposa sin sentir que pierden por ello su nobleza, su ética o su virtud. Un perverso juego de víctimas y victimarios que llevará a la cárcel a los únicos inocentes de esta historia. De Ben Johnson, adaptación de Mauricio Kartun y David Amitín. Dirección de Jorge Nolasco
Sábados a las 21, en Teatro El Vitral, Rodríguez Peña 344. Entrada: $ 150
Ocho horas. Eso es todo lo que necesitó Mimi Maura para grabar los diez temas de esta flamante encarnación acústica del proyecto que lleva adelante junto a su pareja Sergio Rotman, y que este año cumple dos décadas desde su primer registro en un estudio: la versión del tema “Don’t stay away” de Phillis Dixon, grabada en 1996 e incluida en el primer disco, editado en 1999. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces, y al mismo tiempo todo se ha mantenido en el mismo lugar, y la idea siendo básicamente la misma: un grupo acompañando a una cantante extraordinaria, que vuelve a demostrar su calidad en un disco exquisito. Acompañada en este caso por un trío acústico integrado por Maneco Saez en guitarra, Dante Clementino en piano y Maximiliano Iglesias en mandolina y acordeón, Vencer o morir es la clase de disco que recuerda por qué Mimi Maura llegó a ser quien es. El despojado repertorio también tiene la clave, con picos en temas como el clásico propio “Jay yo me muero”, el emocionante “Quemapuentes” y un final con una versión admirable de “Siguiendo la luna”, el himno de Los Fabulosos Cadillacs que lleva la firma de Rotman.
A dos años de su disco debut, El yelagol (2013), a fines del año pasado el cuarteto salteño Bort presentó su contundente sucesor, grabado en el estudio del Chaqueño Palavecino, y con el que ganaron el concurso Rock BA del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que les permitió presentarse en el festival Ciudad Emergente y llegar a las semifinales del concurso Camino a Abbey Road. Todo fruto del árbol genuino del rock de estos salteños que recorren durante los doce eufóricos temas del sorprendente y contagioso Barrenadora todas las inflexiones de un estilo visceral y melódico a la vez.
Así como en cierta instancia de la historia del cine el western norteamericano llegó a copiar el estilo de su primo europeo (ese con nombre de pasta italiana), ha llegado ahora el momento en el cual la animación occidental copia sin ambages los trazos estéticos y narrativos de su par oriental. Voltron, cuya primera temporada acaba de ser lanzada en América Latina por Netflix, es una remake oficial de una serie original japonesa de comienzos de los años 80. Pero no se trata simplemente de rehacer la historia con nuevas tecnologías: en esta historia acerca de un súper robot con forma de león (formado a su vez por cinco robots más pequeños, también leoninos) los estudios Dreamworks imitan sin mayores problemas los rasgos del dibujo tradicional y la animación de pocos cuadros típicos de la producción nipona. El capítulo piloto, origen de la saga, tiene una duración de más de una hora y es casi un largometraje por derecho propio, mientras que el resto de los episodios se repliega en los más tradicionales veinte minutos. ¡Sufra, Mazinger!
El monólogo político tiene una extensa tradición en nuestro país y un santo patrón en la figura de Tato. El humorista y dibujante Rudy acaba de poner a disposición de los internautas un canal de YouTube donde, semana a semana, comenta con humor algunas de las últimas coyunturas políticas locales. Con títulos como “Ataque de alegría” y “Sincera-miento”, resulta claro que los dardos de estos videos, de unos cinco a seis minutos de duración, apuntan directamente a todos los globos amarillos que se le crucen por delante. Poniendo en el buscador de la página el nombre del ciclo se accede a la presentación y, desde allí, se puede navegar hacia cada una de las entregas.
Extraño caso el del tercer largometraje del argentino Valentín Javier Diment: parte grotesco, parte fantástico rural, parte fiesta gore, la consciente indecisión por anclarse en un territorio delimitado ofrece como resultado un film desparejo, pero definitivamente curioso y personal. Con un reparto envidiable y poco usual en películas independientes “bien de género” made in Argentina (Marilú Marini, Luis Ziembrowski, Susana Pampín, Germán de Silva, entre otros), la historia de un clan familiar muy particular en un pequeño pueblo ídem va construyendo un tapiz donde el término endogamia queda indefectiblemente chico. La joven puta del pueblo, a la que todos menos uno pueden acceder, es el último eslabón de un ecosistema podrido desde las raíces, víctima sacrificial de una sociedad cuyo equilibrio parece sostenerse en conveniencias atávicas y rituales de violencia cotidiana. De ritmo reposado en la mayor parte de su metraje, durante los últimos diez minutos estallan arterias y venas y las cabezas vuelan a varios metros de distancia de sus (ex) dueños.
La película del colombiano Ciro Guerra, nominada a los premios Oscar en la última edición, sigue en cartel por decimonovena semana consecutiva, todo un record en tiempos de escasa permanencia para films alejados de la masividad del blockbuster. La historia de dos buscadores de plantas mágicas en medio de la selva amazónica y su relación con un joven/anciano chamán, último sobreviviente de una tribu extinta a fuerza de “civilización”, remite al cine de Herzog y a otros relatos de locura selvática con un trabajo de fotografía en blanco y negro de bellísimas texturas analógicas. Puede verse en la Ciudad de Buenos Aires en Bama Cine y en el cine El Cairo de Rosario.
Producción especial de la rama latina de HBO, este documental con formato de extenso informe televisivo no brillará por sus aspectos formales, pero, a cambio, ofrece una profusa investigación –con cientos de datos y decenas de voces disonantes– sobre el uso del glifosato en Colombia. El famoso herbicida –otrora insignia de la empresa Monsanto– viene usándose, en cantidades mayores a las usuales y mediante la aspersión aérea, en los campos de coca del país latinoamericano como parte de la lucha contra el narcotráfico, con efectos secundarios más que indeseados: enfermedades de la piel y las vías respiratorias, daños inmensos a los cultivos de productos legales como el cacao o el maíz, huida de ingentes masas de campesinos que emigran a las ciudades, que así pasan a engrosar las filas de la pobreza. La relación entre el gobierno colombiano y los Estados Unidos, la certeza de una “guerra contra las drogas” que ya lleva cuarenta años de fracasos y las víctimas usuales forman parte de este documental que llega a la denuncia por el camino de la información.
Por HBO y HBO2 en horarios rotativos.
Y vuelve, nuevamente vuelve (¿alguna vez se fue?), la historia que marcó a una, dos, tres y más generaciones a lo largo de nueve temporadas, desde su debut en 1974 hasta su clausura definitiva en 1983. Basada en la novela autobiográfica de Laura Ingalls Wilder, la pequeña casa en la pradera del título original fue la mayor creación del actor Michael Landon y una de las series más exitosas en toda la historia de la televisión. En copias restauradas, pero el doblaje de siempre, la historia de la familia del Viejo Oeste más famosa podrá verse nuevamente todas las tardes, a las 19 horas, en el canal de las pelotitas, Telefe.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.