Domingo, 19 de junio de 2016 | Hoy
VALE DECIR
La pequeña sala está ocupada por una particular medusa con tentáculos de papel. Sobre esos tentáculos se sobreimprimen frases proyectadas por la única luz que quiebra la oscuridad del cuarto. Las frases van cambiando, y la idea no es esforzarse en leerlas sobre los papeles que cuelgan del techo formando varias capas de una cortina circular, sino que funcionan como señuelo para acercarse al centro de ese círculo, donde hay una pequeña cajita coronada por un botón rojo. Al apretarlo, el visitante puede llevarse una de esas vaporosas frases impresa en un curioso ticket, en los que se pueden leer cosas como “El problema no es que manejen autos, el problema es cuando llegan a presidente y pierden el alma, el patriotismo y la moral”. O: “Sos una descerebrada que no se hace cargo del acto, ojalá abortes y te salga todo mal”. Una más: “¿Flor? Se llama Carlos Trinidad”. Recolectadas en twitter, posts publicados en las redes sociales y hasta declaraciones de personajes públicos, estas contundentes anti galletas de la fortuna son producto de Tóxica, obra de Milena Pafundi, una VJ que se presenta orgullosamente como artivista, y con su proyector siempre listo montado sobre un triciclo se la puede descubrir en marchas y manifestaciones cuando cae la noche, como parte del colectivo Articiclo. El espacio-cueva donde existe Tóxica, una video-texto-instalacion fascinante, se inauguró el sábado pasado como parte de la muestra Matienschon, realizada en el Centro Cultural Matienzo. Y seguirá “cuestionando la masculinidad hegemónica como fuente generadora de violencia de género” —así es es como se presenta la obra— durante casi toda la semana, a partir de las 19.30, en el Matienzo, Pringles 1249. El cierre será el jueves 23 a las 20.30, con un show de Sasha Satya.
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