Domingo, 8 de julio de 2012 | Hoy
INEVITABLES
Tras cinco temporadas con la obra Nada del amor me produce envidia, la compañía Flor de un Día presenta este melodrama radioteatral escrito por Marcelo Pitrola, María Merlino y Diego Lerman (director de La mirada invisible, entre otras). Un personaje inmerso en un ámbito político que le dio mucho poder, un poder que no supo manejar y la devoró. La vida de Fanny Navarro es melodramática por definición, demasiados contrastes para una sola vida. Historias de amores y desamores. La soledad luego del esplendor. La ambición desencadenada en complicidades y traiciones. La llegada de las listas negras. El ascenso y la caída de una estrella peronista. Protagonizada por María Merlino, con música en vivo y efectos sonoros de Joaquín Segade.
Domingos a las 20, en Teatro La Carpintería,Jean Jaurès 858. Entrada: $ 60.
Un actor joven y una conocida actriz mayor son convocados para participar en una nueva pieza teatral. La obra gira en torno de la relación conflictiva entre un padre y un hijo. Por pedido del dramaturgo, el rol del padre debe ser interpretado por una mujer. De este modo se pone en funcionamiento el preciso mecanismo de relojería que desata la ficción y dispara justas dosis de humor y sarcasmo sobre la escena, generando así una nueva mirada sobre el siempre pasional y mítico vínculo Padre-Hijo. Escrita y dirigida por Walter Rosenzwit. Con Azucena Lavin y Santiago Weller.
Sábados a las 21 en Querida Elena, Pi y Margall 1124. Entrada: $ 40.
Fácilmente identificable con lo peor del mundo del tango –el machismo patotero y una reciedumbre casi siempre sobreactuada–, Julio Sosa fue, no obstante, uno de los cantantes más importantes de ese género. Los discos grabados para Columbia con la orquesta de Leopoldo Federico, entre 1960 y su muerte, en 1964, son lo más característico de su carrera, comenzando con el fundante El varón del tango. Sony acaba de editar sus discos grabados para Columbia con la orquesta de Leopoldo Federico, y el último de ellos, El firulete, destaca no sólo por ser su grabación final, muy poco antes de que se estrellara con su DVW Fissore, en una esquina de la Av. Figueroa Alcorta, sino por un repertorio que incluye varios de los puntos más altos de su carrera. Allí están “Nada”, soberbia pese al coro femenino que engrasa la versión, “Cambalache” (un clásico de Sosa, sin duda), “El último café” y “Confesión”.
Reaganista y francamente desagradable en sus últimos años, ingenua hasta el empalago en infinidad de comedias, Doris Mary Ann Kappelhoff fue una muy buena actriz y una de las mejores cantantes de su época. Una de sus obras maestras fue grabada en 1961: Doris Day Meets André Previn. Pero antes, en 1956 y 1957, hubo dos discos con arreglos extraordinarios y un repertorio imbatible que, además, ahora se consiguen en un solo CD. Day By Day y Day By Night cuentan con el acompañamiento de la orquesta de Paul Weston (que fue también el arreglador) y con solistas como el guitarrista Barney Kesell y el notable saxofonista Ted Nash. “The Song Is You”, “But Beautiful”, “Autumn Leaves”, “Gone By The Wind”, “Close Your Eyes” y “Soft As The Starlight” son algunas de las bellísimas canciones de este CD conseguible, en la Argentina, sólo a través de Internet o encargándolo en disquerías especializadas.
El director Duncan Ward se mete en el terreno de Robert Altman en esta adaptación de la novela de Danny Moynihan –trasladada de la Nueva York de los ’90 a la Londres del nuevo siglo– sobre la sobrevalorada, pretenciosa e hipócrita escena del arte moderno en los mercados más grandes del mundo. Danny Huston se roba la película en el papel de Art Spindle, un dealer de arte con una lengua afilada y pocos escrúpulos, además de dos asistentes que parecen estar ahí para distraer con sus ojos y sus figuras (Heather Graham y Amanda Seyfried) a sus potenciales víctimas. El gran Stellan Skarsgård es su cliente favorito y la nunca suficientemente valorada Gillian Anderson (Scully de los X Files) su menospreciada esposa. Pero quizá el principal argumento para acercarse a esta película sean dos créditos en principio menores: la presencia de Damien Hirst como “curador de arte del film” y el legendario Christopher Lee (en la foto), como un coleccionista que se aferra a las obras de Mondrian que le dan su título al film. Estreno directo a dvd.
Otro estreno directo a dvd con tufo a telefilm, la película de Craig Moss –titulada originalmente Bad Ass– vale la pena básicamente porque su protagonista, Danny Trejo, es una fuerza cinematográfica desaprovechada por décadas, con las excepciones que le ha prodigado Robert Rodriguez fabricando algo a su medida como Machete. Animada por el espíritu de El vengador anónimo, Un tipo duro es otra fantasía de venganza y justicia por mano propia, pero, hecha la advertencia, hay que decir que se trata de una película divertida, que sube con cada aparición de mercenarios de la laya de Charles S. Dutton y el indescriptible Ron Perlman. La historia está inspirada en un caso real, violento y de connotaciones raciales, que se conoció como “la pelea del colectivo”, en Oakland, California, en 2010 y que circuló viralmente por Internet convirtiéndose en todo un fenómeno.
La nueva película de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne está protagonizada por un nene de 11 años, Cyril (el conmovedoramente serio Thomas Doret, toda una revelación) que pedalea y pedalea, con todo su cuerpo, en busca de su padre (Jèrèmie Renier, el cura belga de Elefante blanco, de Trapero), quien lo abandonó sin la menor consideración en un orfanato. En el comienzo, Cyril se escapa del internado y emprende una carrera que pronto se convierte en el corazón del relato. Tras chocar con las habitaciones vacías y las paredes descascaradas del departamento en el que vivió con su progenitor, conoce accidentalmente a Samantha (Cécile de France, la chica en plena búsqueda espiritual en El más allá, de Clint Eastwood), en quien encuentra inesperado refugio y la emocionante relación central de este film que se sostiene en la presencia de sus actores poco conocidos y en la naturalidad de sus no actores; en los escenarios posindustriales y en un estilo narrativo austero y preciso.
Tras una exitosa presentación en el Bafici en abril pasado, llega a Buenos Aires la primera película rosarina independiente que vincula Argentina y Africa: así se presenta este documental que sigue a David, alias Black Doh, joven rapero de Guinea, quien luego de intentar infructuosamente ingresar a Europa, llegó como polizón al puerto de San Lorenzo, en Rosario. La película del cineasta Rubén Plataneo (coproductor del álbum de Black Doh junto a Virginia Giacosa) narra su historia, un relato de supervivencia, y su duro ascenso como artista, mientras graba su primer disco, titulado Cruzando el mar, cantado en español, francés y soussou, y luego registra el reencuentro de la música del protagonista –ese “esqueleto negro con rastas amarillas”, según el director– con su familia y la tierra que lo vio nacer.
Estreno en los cines Incaa-Gaumont (Av. Rivadavia 1635), Arte Cinema (Salta 1620) y Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046).
Otra serie de abogados (“dramas legales”, les dicen) y ya van mil, pero hay algo nuevo acá: con un piloto dirigido por Doug Liman –casamentero de Brangelina con Mr and Mrs Smith y director de Identidad desconocida, la primera de la saga Bourne–, Suits (traduciendo literalmente una expresión del inglés, “los de traje”), sigue una fórmula de moda sobre profesionales que se reinventan a sí mismos. La escenografía es esta vez la de una deslumbrante firma de leguleyos de Manhattan. Mike Ross (Patrick J. Adams) es el perdedor que se convierte en el protegido del exitoso, adinerado y mujeriego Harvey Specter (Gabriel Macht). Lo mejor del programa pasa menos por los argumentos que les dicta el caso del día, que por la profusión de burlas a los profesionales formados en Harvard (y, en general, a la pretenciosa elite universitaria estadounidense) y por la dinámica entre los dos protagonistas, mentor y discípulo, que intercambian lecciones de estilo, profesionalismo y dinero por otras de sensibilidad y disfrute.
Miércoles a las 21, por Space
Martin Shaw, el inolvidable Doyle del programa de culto Los profesionales, vuelve a la televisión como un detective de vieja escuela en la Gran Bretaña de 1964. El inspector George Gently es uno de los pocos hombres nobles que quedan en la vapuleada y corrompida Scotland Yard de la época: cuando la mafia asesina a su esposa, abandona la ciudad para instalarse en Northumberland, en el límite con Escocia, y adopta como asistente al joven y ambicioso Bacchus (Lee Ingleby) para llevar adelante una última misión. Parte policial clásico, parte drama personal sobre un hombre en conflicto con tiempos cambiantes, fue un éxito hace cerca de un lustro, pero ahora llega por primera vez al cable local y ya es uno de los estrenos más irresistibles del año, gracias a Shaw y también a los inteligentes guiones de Peter Flannery sobre las novelas criminales de Alan Hunter.
Lunes a las 22, por Film & Arts
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