Domingo, 12 de marzo de 2006 | Hoy
FAN › UNA ARTISTA ELIGE SU OBRA FAVORITA: LUCIANA LAMOTHE Y LAS ESCULTURAS DE UN MINUTO DE ERWIN WURM
Por LUCIANA LAMOTHE
En una oportunidad, hablando con Tulio de Sagastizábal, acerca de la condición efímera de mi trabajo, recordó él, en un momento, las esculturas de un minuto de Erwin Wurm, y comenzó a describirlas deleitosamente una detrás de otra.
El artista provee al público una variedad de elementos cotidianos, tales como pelotas, botellas, libros, frutas, lapiceras, etcétera, acompañados de una serie de instrucciones acerca de cómo debe ser llevada a cabo la acción a emprender.
Por ejemplo: hacer de estantería con un montón de libros en cada mano y entre las piernas, o sostener una botella con el pie apoyada en la pared, o sostenerse con unas cuantas lapiceras entre los dedos de los pies, o también, quitarse un zapato y escucharlo un rato, o aguantar la respiración y pensar en Spinoza.
Me daba la sensación, mientras Tulio me las nombraba una por una, que estas esculturas poseen la particularidad de festejarse a sí mismas. Es decir, la anterior da pie a la siguiente, y luego ésta crea la necesidad de otra más.
Tal vez sea por la ligereza y el tono humorístico que tienen. Me imagino que en una muestra de estas esculturas iría corriendo de una en una hasta terminar con todas y luego volvería a empezar por las que más me gustaron y después volvería otro día con mucha gente.
En verdad lo que más me atrajo de estas esculturas es que pueden ocurrir también en cualquier lugar y en cualquier momento, en la calle, en una esquina, en tu habitación.
Mil veces en el mismo lugar.
Unas 26 veces en la panadería el día de hoy. Y una vez, la última, en tu casa, cuando se vaya la visita.
Erwin Wurm nació en 1954 y vive y trabaja en Viena.
Sus “esculturas de un minuto” son obras que pueden hacerse espontáneamente. Parafraseando al ready-made art de Duchamp, es un arte ready to be made: listo para hacerse en cualquier lugar, en cualquier momento.
Los cuerpos humanos son puestos en combinación con objetos y posiciones que sólo pueden ser sostenidas por breves momentos; la idea es hacer participar al espectador de la escultura (los participantes son voluntarios que se ofrecen espontáneamente o son reclutados a través de avisos en los diarios).
Nicola von Senger, de la galería Arsfutura, de Zurich, escribió sobre él que es un artista “que explora el concepto y principio de escultura a través del prisma de la fotografía y la performance. Trabaja para revigorizar el estático objeto artístico, introduciendo ideas de proceso, acción y cuerpo viviente en la escultura, como lo hicieron muchos otros, pero yendo un paso más allá al redefinir la relación entre tiempo y forma escultural: la espontaneidad y la brevedad son la llave de su visión artística, así como la idea de permutación y proliferación a expensas de una forma final fija”. Y agrega: “Su trabajo fue descripto como la variante escultórica de la sitcom televisiva; sus efectos parecen ser similares: a veces graciosos, a veces divertidos, a menudo ridículos en la superficie, pero con un trasfondo traumáticamente aterrador. Documenta las dificultades de la vida: en un nivel metafórico, puede ser leído en términos de los éxitos momentáneos y los inevitables fracasos que definen toda vida humana. Wurm también señala la extrañeza y los límites de la psiquis y el cuerpo humanos, con relación a las cosas que lo rodean”.
Según el propio Wurm, “el acto de lidiar con sweaters, ponérselos y sacárselos, es difícilmente percibido de manera consciente. Pero cuando el sweater se estira de manera tal que el cuerpo del que lo usa encuentre su manera de entrar a este envase, cuando se encoge para adaptarse a los contornos del cuerpo y para crear una forma o su falta de forma, tiene lugar un proceso plástico esencial”.
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