Domingo, 12 de marzo de 2006 | Hoy
EL CATADOR CATADO EN EL PREMIO A LOS MEJORES RING-TONES DEL AñO
Exactamente como lo lee: la semana pasada, una de las dos empresas dedicadas a la comercialización de ring-tones organizó en el Museo de Arte Metropolitano la entrega de premios a los mejores ring-tones del año. El Catador Catado partió raudo a cubrir el evento lleno de músicos conocidos.
Por Santiago Rial Ungaro
La empresa anda muy bien, y eso hay que festejarlo. ¿Y si de paso hacemos un poco de prensa? De eso se trata esta fiesta, la Primera Entrega de los Premios Toing. Sí: estamos todos reunidos aquí, músicos, compositores, productores, periodistas, modelos, agentes de prensa y demás celebridades y aspirantes, para honrar con nuestras presencias esta informal (por ahora) entrega del Toing de Oro: el Toing más vendido, la musiquita de celular que más divirtió (y sobre todo que más molestó) en el año. A la hora señalada, sobrio y con el fastidio post-jornada laboral, la situación es desde todo punto de vista patética: la industria de la música se ve reemplazada por la industria de la música para celulares. La verdad es que esta entrega de premios puede resultar cómica, pero la gracia se acaba cuando recordamos que el diablo tiene entre sus numerosas habilidades la de hacernos creer que no existe. Pero ya lo dice el refrán, “donde vayas, has lo que vieres”: todos los invitados tardamos bastante poco en empezar a disfrutar de los bocaditos, las papitas, el pollito frito con salsa de ciruelas oriental, así como de las conversaciones con buenos augurios e interesantes novedades (hay muchos agentes de prensa). Y además están los tragos ilimitados. Y mirándolo bien, el sombrerito de cosaca de esta monumental promotora que hace las veces de mujer estatua hace que valga la pena estar aquí, con toda esta gente linda. Y mirándolos bien, esos son los Miranda!, los probables ganadores de estos premios, dando una nota más. Unos sorbos más de “Destiny”, y lo de los Toings (a pesar de las publicidades en las pantallas) pronto quedará olvidado: mejor beber como un cosaco.
Estamos en el Museo Metropolitano y su suntuosa arquitectura, decorada con exuberantes y complacientes promotoras (que son, qué duda cabe, parte de la decoración) y camareras vestidas indistintamente con remeritas que ponen “Yegua” (de manera tal que sólo se puede llamarlas para pedir sus servicios con un “Yegüita, ¿me traés un arrolladito de carne?”); es el marco ideal para este encuentro, en el que la calidad de la música es lo menos importante. Ya todos sabemos que la calidad de sonido de los ring-tones es pésima, así que no vamos a hablar de eso. La elección de las ternas de los premios está regida puramente por parámetros cuantitativos: “No, no están arreglados los premios”, aclara un simpático mozalbete con remera de la empresa. “Son los Toings más vendidos”, aclara, como si hiciera falta. Y debe ser así: los mismos temas con los que torturaron el año pasado los vendedores ambulantes de CDRs en los pasillos del ferrocarril Roca son los ganadores de estos premios.
Claro que no hay mal que por bien no venga. Parece que Toing va a financiar el nuevo disco de los Virus, según dice Marcelo Moura, acompañado por el pequeño Caetano Moura que nos mira a todos con sana desconfianza sin soltar la mano de su padre.
Paseando alegremente por los espaciosos ambientes palaciegos de este museo, en el que todavía algunos sienten fantasmas de muertes recientes, ¡hay un cuarto con una batería armada! También hay una guitarra... y un bajo. Inevitable no empezar a fantasear con una zapada: por ahí anda Gabriel Carámbula. A la batería le podemos decir que se anime Roy de Los Ratones Paranoicos, que por cierto ya está bastante entonado. Ahí está Ezequiel Araujo, que puede hacer sonar cualquier cosa, y su novia Deborah del Corral, con la que podrían aportar glamour y algunas melodías románticas. También están Joaquín Levinton, Fidel Nadal, los Villanos... ¡y ése es Julio Moura! El poder de convocatoria de los Toings es notable. Por ahí anda el Paz Martínez, comentando que quiere tocar gratis en Monte Grande a beneficio del hospital, como siempre lo hizo, pero que parece que no se puede. Todavía falta que armen el sonido, pero... ¡Qué zapada, por favor! Los sueños, sueños son, decía Berugo; pero está claro que aquí no se van a hacer realidad: el insoportable y obsceno “A ella le gusta la gasolina” es un previsible ganador. “La cola less” de los Altos Cumbieros gana otro Premio Ring-Tone en el rubro Cumbia-Cuarteto. Rodrigo de la Rúa le entrega un premio a los Miranda! por el tema de “La guitarra de Lolo”, ése que canta hasta Susana Giménez. También ganan Leo Mattioli, Rata Blanca y los Attaque 77. Hay un premio especial para Catupecu Machu por “A veces vuelvo”, y después el último premio especial, el True Tone de Oro: los ganadores son los Miranda!, que reciben el cuarto ring-premio de manos de Fabián de la Rúa. ¿Otro De la Rúa? Así es. Lo de los Miranda! es un fenómeno innegable, pero, ¿qué hicimos nosotros para merecer esto? La respuesta, mis amigos, está soplando en el viento...
Claro que el viento nos trae el sonido berreta y chillón del ring-tone de turno: una versión berreta de un tema que ya fue concebido, en muchísimos casos, como algo berreta. Porque, más allá de todo, lo que brilló en esta fiesta (por su ausencia) fue la música. El sonido nunca llegó, y nadie movió un pelo para que llegara la música. O capaz que sonaron los ring-tones de sus propios celulares y los artistas se fueron yendo, con la música a otra parte.
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